Muy próxima a Jerez, la Sierra de San Cristóbal guarda muchos atractivos que justifican un recorrido para el paseante curioso, amante de la historia y los paisajes. Si accedemos al lugar desde El Portal, por la vieja carretera de El Puerto, iniciaremos el itinerario desde la llamativa portada de tres arcos, que anuncia el acceso a los Depósitos de San Cristóbal, donde podremos dejar nuestros vehículos. Apenas iniciado el camino, atraerán enseguida nuestra atención las huellas de las espectaculares canteras de arenisca calcárea, hoy Planta de Reciclaje de Residuos de Obras y Demolición (Aresur) que bien merecen una detenida visita. Junto a estas explotaciones a cielo abierto, la sierra guarda en sus entrañas las viejas canteras, las “cuevas”, de las que se extrajo la piedra para la Catedral de Sevilla y muchos de los templos y casas señoriales de la zona. De su historia y sus curiosidades puede el lector obtener cumplida información en el libro Obra y Cantera de J.C. Rodríguez Estévez.
Camino del poblado, unas viejas tuberías delatan el lugar de acceso a estas cavidades para lo que es necesario permiso. Las “cuevas” (“de la Mujer”, “del Gigante”, “de la Luz Divina”) visitadas por Alfonso XIII en 1930, pese a los escombros con que han sido “profanados” algunos de sus rincones, aún sorprenden por su monumentalidad y por la grandiosidad de sus espacios. La luz del sol que se filtra por los viejos respiraderos, tamizada por las hojas de las higueras que casi los ciegan, crea un ambiente mágico e irreal y proporciona a la arenisca un color dorado difícil de olvidar. Cuando a finales de los ochenta el arquitecto canario Cesar Manrique visita la Sierra de la mano del arqueólogo Diego Ruiz Mata, queda impresionado por las posibilidades del lugar en el que sueña realizar “el proyecto de su vida”. Su muerte y la falta de un apoyo decidido por parte de las instituciones a los planes de Ruiz Mata, frenaron la creación en San Cristóbal de un “Arqueódromo”, a modo de “parque temático” arqueológico y paisajístico con el que recuperar y conservar la zona, dejando aparcado lo que a buen seguro constituiría un reclamo turístico y cultural de primer orden que sigue esperando tiempos mejores y políticos más sensibles..., si antes las cuevas no terminan por destruirse o llenarse de escombros y basura.
En la parte más alta de la Sierra la carretera nos conduce hasta los Depósitos de Abastecimiento a la Zona Gaditana. Esta gigantesca “alcoba del agua”, (tomando prestado el título de una de las obras de la escritora Josefa Parra) con capacidad para 200.000 m3, almacena las aguas que proceden del acueducto de los Hurones. Sus peculiares rebosaderos, los conocidos “pocillos”, configuran una singular cascada escalonada que podremos contemplar a vista de pájaro desde las proximidades del Centro Emisor de Retevisión, mirando hacia Jerez.
Desde este mismo lugar parte un corto sendero hasta el cercano Vértice Geodésico, monolito del Instituto Geográfico y Catastral que corona la sierra y desde el que disfrutaremos de unas magníficas vistas de la Bahía, la Campiña y la vega del Bajo Guadalete. En el horizonte, Medina, Puerto Real, Chiclana, San Fernando, Cádiz, El Puerto... y Jerez a nuestras espaldas. Algo más cerca, la mancha boscosa del Pinar de las Yeguas, las planicies de las Mesas de Bolaños que guardan los restos del Portus Gaditanus, el estuario del Guadalete, el Poblado de Doña Blanca, los esteros y salinas de La Tapa, el Rancho de la Bola... A los pies de la Sierra, las agotadas canteras de arenisca de las que se nutrieron las obras de la Base de Rota y el Puerto de Cádiz, el denso retamar por donde discurre el canal que riega los campos la Costa Noroeste y de La Algaida sanluqueña y ya, más cerca, el Yacimiento Arqueológico de Doña Blanca, con la Torre del mismo nombre en primer plano. Aquí, las excavaciones han sacado a la luz restos de casi todas las culturas que han pasado por la península, atestiguando la presencia fenicia (S. VIII a.c.) en estas costas. El yacimiento, no puede dejar de ser visitado como complemento a este itinerario
Pero las crestas de la Sierra aún guardan más sorpresas: el Poblado de las Cumbres. Lugar estratégico como pocos un panel nos anuncia la presencia en la zona de un Yacimiento Arqueológico, donde se excavó un poblado indígena del Bronce Final, hoy enterrado para su preservación, aunque escasamente protegido y seriamente amenazado por quienes utilizan este paraje como circuito de motocross. En estas alturas, por su privilegiado enclave entre Jerez y el mar, debió asentarse también, tal como lo atestigua Fray Esteban Rallón en su Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera donde afirma “el castillo y atalaya, árbitro del océano y de la tierra, índice de la paz y de la guerra que con sus fuegos y albarradas avisa a nuestra ciudad y su comarca de lo uno y lo otro”. Siguiendo el paseo, llegaremos desde aquí hasta un frondoso pinarillo que desciende por la ladera y desde el que obtendremos curiosas vistas de los meandros del Guadalete, de las obras del nuevo Azud y de lo que queda del Rancho de La Bola.
Si lo deseamos podremos regresar por el mismo camino o bajar hasta la antigua carretera por un sendero ente el pinar, llegando así al paraje conocido como Las Cruces, reconocible por las dos columnas que se alzan sobre pedestales. Este rincón, así como el castillo de Doña Blanca visible también desde aquí, es descrito por el padre Coloma en su cuento “Caín” y merecería, aunque sólo fuera por eso, un mayor cuidado.
Daremos así fin a nuestro itinerario, aunque volveremos de nuevo a la Sierra de San Cristóbal para dar buena cuenta de cada uno de sus atractivos.
Otras entradas sobre Rutas e itinerarios entornoajerez...
Muchas gracias Agustín por la visita a la Web de Gente del Puerto. Tampoco tiene nada que desear, respira paz, historia, naturaleza, normalidad... Me ha gustado mucho este artículo, que quizás use en parte acotado y con referencias, cuando hablemos de algunos personajes porteños relacionados con esa zona, como por ejemplo el Prof. Dr. Diego Ruíz Mata o alguno de sus discípulos.
ResponderEliminarUn saludo
Me refiero que 'tu web no tiene nada que desear' es muy rica.
ResponderEliminarUna web interesantísima! Me ha encantado, siga asi.
ResponderEliminarme encantan las cuebas de la sierra san cristobal so preciosas lastima que no las cuiden como se merezen. traerian a turistas i mejoraria la economia de la sierra. espero que algun politico lea esto i rreflexione . pero sera imposible.lastima .
ResponderEliminarPronto dedicaremos una entrada a esta "cuevas!-canteras, y a algunos visitantes ilustres. Hemos preparado un amplio reportaje fotográfico de cómo están actualmente... y es lamentable. Vamos a tratar de hacer algún tipo de campaña o algo así...
ResponderEliminarGracias por visitar "Entornoajerez"
AGL
Siempre que puedo, desde hace bastantes años cuando tengo la oportunidad de acercarme a Jerez no dejo de visitar la Sierra de San Cristóbal. Algunas veces sólo por el camino hacia los depósitos de agua, otras hasta el vértice pero siempre con un sentimiento de asombro.
ResponderEliminarDesde su base apenas si la discreción de su altura permite darnos cuenta del amplio horizonte que nos deja contemplar desde su cima y es que a menudo pienso que el nombre que le han puesto le da un aire de grandeza algo inesperado.
Visito la Sierra sólo con la intención de reencontrarme con un viejo amigo, un pequeño caracol discreto pero sorprendente, de concha plana y bermeja, abundante sólo en esta Sierra, único lugar del Mundo donde se halla.
Sorprende encontrarlo viviendo sobre las plantas que le dan cobijo en un entorno tan torturado por el hombre. Sorprende la Cantera, la montaña de tubos abandonada en las Cuevas, el abandono de los yacimientos de Las Cumbres y tanto desatino sobre un entorno que merecería la mayor protección posible aunque sólo fuese por proteger la singularidad de este endemismo Ibérico. El Theba p. arietina es un patrimonio vivo de todos pero un valioso tesoro de los jerezanos que esconde en su aislamiento como especie el secreto de las claves sobre la evolución y la historia del entorno de Jerez que este caracol hace único e irrepetible en el Mundo.
No es un resto inerte huella del paso del hombre, ni un organismo desaparecido y fosilizado. Ha visto retirarse la marisma, luego poblarse y despoblarse la Sierra con las culturas del hombre ya que convive desde antes de la edad del bronce en el Cerro de San Cristóbal con nosotros y así debería de mantenerse en el futuro.
Ya que casi no es posible imaginar que de este paraje se pueda aprovechar nada más pues casi nada más le queda ¿no sería hora de protegerlo para todos?
Totalmente de acuerdo, amigo CARACOL. Algo así dijimos en http://entornoajerez.blogspot.com/2009/05/hay-caracoles.html
ResponderEliminardonde también hablábamos de esta joya que tu conoces mejor que nosotros.
Volveremos sobre este asunto en nuevas entradas que estamos preparando (una de ellas sobre las "cuevas-cantera" que se caen a pedazos... ¿Crees que podría "acotarse" alguna parcela en concreto para proteger mejor a esta especie? ¿Tienes alguna propuesta que pudiéramos plantear a "quien corresponda"?
AGL
Ante todo felicitaros.
ResponderEliminarAntes de atreverme a hacer el comentario anterior repasé casi por completo “Entorno a Jerez” y me cautivó la manera sosegada, sensible y culta pero comprometida que utilizáis para describir lo vuestro. En hora buena ya que me encanta leeros.
En cuanto al “arietina” no soluciona acotarlo. Ofrecerle en usufructo una parcela. No sirve mirarlo de lejos sabiendo que así lo preservamos. Cómo podríamos escuchar su voz, la voz de la naturaleza, así de lejos, viéndolo de reojo como un tesoro inalcanzable, unos envidiando el trozo de tierra que se le regalase y otros temiendo que en cualquier momento desapareciera para siempre.
¿Que es entonces lo que deberíamos proteger? ¿Su originalidad biológica? Así lo catalogaríamos como algo distinto y sorprendente haciendo al “arietina” algo tan diferente de nosotros que tan sólo estaría destinado a asombrarnos. No creo que esto deba de ser así.
¿Qué es por tanto lo que queremos proteger?
Sin duda la arietina es algo original y único. Lo original de su forma plana y lo restringido de su ubicación se lo debe a su entorno, a las lluvias y a los calores pasados desde hace milenios, a los organismos con los que se relaciona, depredándola, siendo comidos por ella y al azar geológico que la aisló en esta extraña costa sin mar que rodea la Bahía tan llena de singularidad biológica y cuyo boceto dibuja el río. Sin duda el que ahora exista también depende de las historias que el hombre ha dibujado en la Sierra. Es esto lo que hay que proteger.
La arietina y su entorno son un todo. Quizás protegiendo este todo nos haríamos más humanos. La arietina nos da la oportunidad de parar el reloj de las prisas, pasear cerca del Río, desde la Cartuja. Subir a la Sierra y asombrarnos en Las Cuevas del tesón del Hombre, reflexionar entre gamones y retamas de su identidad como especie única y sobre todas aquellas especies singulares y únicas que la rodean, también sobre la complejidad de la evolución y de sus avatares y por qué no llegar hasta la bahía, con la sensación de haber entendido un poco el lugar que ocupamos, siendo mas humanos.
Por qué no pensar que esto es posible. Hay infinidad de terreno público (lo que quiere decir que es de todos) que lo harían posible con un poco de responsabilidad por parte de todos; quizás una vía verde o quién sabe, un corredor desde la Bahía hasta el Majaceite. Quizás esta sea una escalera algo difícil de subir tal y como están las cosas, pero quien sabe, quizás el primer peldaño está entre El Puerto y Jerez. Puede que la arietina al final de todo sea ella la que nos ayude a nosotros, a todos, a subir este peldaño.
(Por último os pido a los del Puerto que no llenéis de arbolitos la Sierra ya que perderéis con seguridad lo que la hace única. No todo debe ser un bosque inmenso ni un charco lleno de patos, no todo es paisaje. Hay mucho que ganar en ello. Quizás la Sierra de San Cristobal pudiera ser el primer lugar protegido por su riqueza en lo diminuto (invertebrados, hierbas y demás) lo que diría mucho de la sensibilidad de quienes conviven con ella y tienen la responsabilidad de protegerla).
Muchas gracias por tus amables comentarios y por tus reflexiones que no pueden ser más acertadas. La pregunta sobre la conveniencia de acotar una zona o una parcela(como se ha hecho, por ejemplo en algunos puntos de la Sierra de Grazalema con algún endemismo)es porque buena parte de la Sierra de San Cristóbal esta muy alterada y sin ninguna protección. En todo caso, confiemos en que si desde el S. VIII a.C.los caracoles han "convivido con los humanos", puedan sobrevivir a los impactos negativos de esta época.
ResponderEliminarJunto a “nuestro caracol” Theba pisana arietina, tan singular por muchos motivos, hay también otros ”habitantes” muy especiales en San Cristóbal, de cuya biodiversidad nos ocuparemos en próximas entradas. Por citar sólo algunas de las especies que en diferentes salidas han encontrado los naturalistas del Zoobotánico de Jerez, o las que nosotros mismos hemos visto, mencionaremos las poblaciones de cernícalo primilla (que vive en los tajos formados tras la extracción de bloques de arenisca,) murciélago de cueva (que habita en las canteras subterráneas) o camaleón, presente en los pinarillos de repoblación de la Sierra y en el extenso retamar, uno de los de mayor superficie de las tierras de la campiña y el litoral. Junto a ellos, invertebrados como las arañas Peucetia viridis, Macrotelle calpeiana(la mayor de cuantas viven en el continente Europeo) y Heriaeus mellotei, o la rara mantis Aptoremantis aptera.
ResponderEliminarEntre especies vegetales singulares por su rareza o su escasez en otros puntos de la provincia y Andalucía destacamos la presencia en San Cristóbal de las compuestas Hyoseris scabra o Anthemis bourgaei (esta última protegida) o la bonita leguminosa Ononis leucotricha. Nuestros pequeños caracoles “Arietina” no están solos… (Agustín García Lázaro).
Muchos de los que conocemos San Cristóbal reconocemos en ella un entorno único, casi mágico pues resulta una puerta al pasado en muchos aspectos, no sólo por su singularidad biológica si no por que esta se halla encaramada sobre nuestra propia historia. Sin embargo no estoy de acuerdo en acotar la Sierra. Hay una gran diferencia entre preservar y conservar. Restringir el uso de un entorno es posible si ese entorno es ya de por sí inaccesible a otros usos. Con ello se preserva un bien natural.
ResponderEliminarEl caso de la “arietina” es diferente al de un minúsculo caracol encaramado entre musgos en su propio paraíso, en Grazalema, y es que la “arietina” vive en medio de los intereses del Hombre. Hay por tanto que conservarla entre estos intereses que no van a desaparecer por “fuerza de encantamiento”.
La arietina ha sabido convivir con ellos sin llamar la atención, sobre si misma, sin molestar, pasando entre nosotros de lado, casi de puntillas. Son esos usos de la Sierra, públicos en su mayor parte los que la han mantenido ajena a otros intereses, olvidada, en el pinar, entre los depósitos y las cuevas, encaramada a la cantera y extendida entre los polvorines.
La desafección de estos usos sin duda está llevando a que se miren estos espacios con avaricia, porque no nos engañemos, esta Sierra siempre fue cosa de nadie. Una moderna “Res nullius” codiciada desde siempre por Jerez pero encaramada en las espaldas de El Puerto, tras el Río.
Es indudable que este no ser de nadie ha hecho de la Sierra lo que es hoy en día, un entorno del hombre, de una gran riqueza en detalles, cargado de historias que hay que poder contar: la de los polvorines y Cádiz, la de las Cuevas, la de la sed de la Bahía, las del Río, la de los camaleones de Jerez… y como no, tantas y tantas historias que quedan por contar de su naturaleza y de los seres que comparten este entorno aún con nosotros, demostrando que lo diminuto es si cabe más importante que lo evidente.
Conservar a la arietina es dignificar el poblado de San Cristóbal, evitar la urbanización ilegal del entorno de la Sierra, el transito incontrolado de vehículos y personas por los polvorines y la Cantera, dotar de significado a las Cuevas y dejar que las cicatrices de la Sierra sanen sin tanta ayuda, ahogada en un océano de escombros. Pero sobre todo es entenderla en su entorno, visitarla hasta poder hablar con ella, pues sólo se llega a amar lo que se conoce.
La Sierra de San Cristóbal es un modelo, un sitio ideal para llevar a vuestros alumnos a que conozcan el Río, La Bahía, la historia natural que la rodea y las historias del Hombre y de sus empeños, también la dejadez y el abandono, la desidia política y por qué no, la estupidez humana y sus consecuencias. No parece que se pueda hacer nada mejor por ella. La “arietina” vive en un terreno impropio para la agricultura, favorable a un uso ganadero sostenible y lejos de las presiones de expansión industrial; sólo podría inquietarle la urbanización de su entorno. Polígonos y urbanización andan ya buscando darse la mano entre Jerez y El Puerto, pero confío que al final sea por otro lado.
Espero no aburriros con estos “monólogos del alma”. Confío que la sensatez de todos los que vivís “Entorno a Jerez” os permita seguir disfrutando vuestros pequeños paraísos, conservándolos para todos. Suerte y hasta pronto.