En diferentes ocasiones hemos hecho referencia a los elementos más significativos que integran el Patrimonio Hidráulico de Andalucía en nuestra provincia entre los que, sin duda alguna, ocupa un lugar destacado el acueducto romano de Tempul.
Con un recorrido cercano a los 75 km, el “Acueducto de Gades” fue el de mayor longitud de la Hispania romana. Atribuido por distintos autores al patrocinio e impulso de Balbo el Menor, se trata de una de las obras de ingeniería civil más sobresalientes de la antigüedad en lo que a nuestro entorno se refiere. Citado por los geógrafos hispano-musulmanes de los siglos XII y XIII, conocemos con bastante aproximación su trazado ya que a los vestigios materiales que han llegado hasta nuestros días, se suman los datos aportados por los informes y descripciones que a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII se encargaron a diferentes arquitectos e ingenieros para tratar de recuperar su uso. Entre los muchos restos que aún se conservan repartidos por todo su recorrido, que iremos visitando en otras salidas, nos ocupamos hoy de los que pueden verse en el “Cerro de La Torre”.
Tradicionalmente asociamos la idea de acueducto, a la clásica imagen de “puente” o de serie de arcos que salvan una vaguada, sobre los que discurre la conducción. El acueducto, sin embargo, incluye en realidad todo el trazado desde las fuentes de captación hasta los depósitos finales donde se distribuía el agua a la población. Así, en su camino desde los manantiales de Tempul hasta Cádiz, el acueducto utilizó diferentes técnicas constructivas como galerías o minas excavadas en tramos de montaña, arcadas para el paso de los ríos y vaguadas importantes, alcantarillas o pequeños puentes para pequeños valles y arroyos y, finalmente, tramos entubados por los que el agua circulaba a presión formados por sillares de piedra perforados, unidos entre sí con rebajes y salientes machihembrados y ensamblados con mortero de cal.
Estos tramos de entubado de piedra eran los más abundantes y su adaptación al desnivel natural del terreno, fue utilizado por los ingenieros romanos para dar al agua circulante la presión necesaria que precisaba para recorrer por gravedad, la gran distancia que separa Cádiz de la Sierra de Las Cabras, donde se encontraban los manantiales.
Junto a la zona montañosa del tramo inicial del acueducto, salvada a través de galerías excavadas en la roca, uno de los parajes que planteó mayores dificultades a los ingenieros romanos fue el valle del Arroyo Salado de Paterna a su paso por el actual Cortijo de Los Arquillos, cuyas laderas están separadas por más de dos kilómetros. Para salvarlo debió construirse un gran sifón, apoyado en un notable puente de arcos en la zona del fondo del valle atravesada por el Salado, sobre el que cruzaron, probablemente, varias tuberías de piedra. En ambos extremos se levantaron dos grandes torres. Veamos la primera de ellas, la situada en la cabecera del sifón de Los Arquillos.
Los restos de esta torre se encuentran ubicados en las proximidades del cortijo de Los Isletes Altos ý en el de Los Arquillos, junto al valle del Arroyo Salado de Paterna. Se llega al lugar desde la nueva carretera (un carril hasta hace muy poco) que une Torrecera y Paterna y que sigue el trazado de la vieja Cañada de Los Arquillos. Tras pasar el Cerro de Cabeza de Santa María, (que dejamos a la derecha), nos acompañará a nuestra izquierda la Loma de la Rendona, cuyas faldas están ocupadas por un extenso viñedo.
Aunque muy cerca del camino, los restos de “La Torre”, se encuentran emplazados sobre una empinada ladera, casi ocultos entre el viñedo, lo que dificulta su localización. Sólo el viajero avisado podrá descubrirlos si a cierta distancia, viniendo de Torrecera en dirección a Paterna, los busca con la vista a su izquierda, frente al Cortijo de Los Arquillos, cuyo caserío adivinamos en la zona central del valle.
Aún después de dos milenios, permanecen en pie parte de los sólidos muros de lo que fue un fuerte torreón que formaba parte del sifón de de Los Arquillos, donde el acueducto debía salvar el amplio valle del arroyo Salado de Paterna que, en épocas de grandes lluvias como ha sucedido este año, quedaba totalmente anegado. Por esta razón se precisó la construcción de una serie de arcadas sobre el cauce del arroyo, algunos de cuyos pilares se mantienen aún en pie. Frente a él, y al otro lado del valle pueden adivinarse los restos de un segundo torreón, el de salida del sifón, mejor conservados, y en perfecta alineación con los vestigios de pilares y arcos que aún se conservan junto al cortijo de Los Arquillos.
En los sifones largos como el que nos ocupa, aunque los técnicos romanos pudieran determinar con bastante precisión la cota idéntica en los dos extremos, solían dejar intencionadamente, como en el caso de Los Arquillos, una caída de agua bastante notable de hasta varios metros en ambos extremos ya que las pérdidas de carga a lo largo del sifón eran importantes, incrementándose las fugas con el paso del tiempo por el deterioro de la obra. Dejamos para una próxima entrada el estudio de este tramo del acueducto y de los arcos que lo sustentaban (de cuyos restos hemos realizado un completo reportaje fotográfico) pero queremos recordar que, tal como señalan Pérez Marrero y Bestué Cardiel en un trabajo de obligada lectura para quienes quieran conocer a fondo el “Acueducto Romano de Gades”, el sifón de Los Arquillos tenía una longitud próxima a los tres kilómetros y una pérdida de carga de unos 12 m, que es el desnivel existente entre las torres de cabecera y salida.
Es probable que junto a “la torre” se situasen pequeños depósitos, a modo de albercas y tal vez un “arenero” (piscina limaria), donde se decantasen los limos y arena que pudiera arrastrar la tubería para evitar así su depósito en la parte más baja de la conducción que pudiera dificultar seriamente su correcto funcionamiento. Estos depósitos de la torre de salida del sifón debían garantizar también un nivel más o menos constante de agua en su cabecera, por lo que es probable que existiese también, junto a la torre algún sistema de eliminación o evacuación de las aguas sobrantes, llegado el caso. De esta manera se mantendría siempre la conducción con agua circulante evitando así la entrada de aire en la tubería, lo que podría ocasionar turbulencias o golpes de presión. En última instancia, la torre debió servir también como puesto de control y observación del entorno, habida cuenta de que las operaciones de mantenimiento del acueducto, en puntos tan sensibles como el paso del Arroyo Salado, debieron ser frecuentes. Todavía hoy, desde su emplazamiento, pueden verse otros puntos igualmente estratégicos como el castillo de Torrecera, Paterna o los cerros de Cuartillo.
Cuando a los pies de la torre observamos hoy la solidez de sus muros, la fuerte trabazón de sus piedras, la gran resistencia del mortero que después de dos mil años sigue uniendo los bloques…, admiramos aún más esta obra. Entre los restos esparcidos por el suelo aún pueden verse varios sillares horadados que formaban parte de las tuberías. Desde aquí, además de un abierto panorama sobre el valle del Salado de Paterna, podemos seguir con la vista el recorrido de la conducción hasta la torre de salida que se adivina al otro lado del valle, en el Cerro de Los Arquillos. Entre ambas, los restos de los pilares visibles también junto al caserío del cortijo de Los Arquillos.
Siempre que venimos por aquí, nos gusta saltar con la imaginación dos milenios atrás y nos parece adivinar en esta amplia vaguada, los trabajos de los ingenieros y topógrafos romanos, con su repertorio de instrumentos de medición y nivelación (decempeda, pertica, jalones y banderolas, groma, escuadra, corobate, dioptra…) a punto de ya de terminar las obras del acueducto que llevará a Gades, después de recorrer más de 70 km., el agua de los manantiales de Tempul.
Para saber más:
- Barragán J.M., Coord..: Agua, ciudad y territorio. Aproximación geo-histórica al abastecimiento de agua a Cádiz. Cádiz. 1993 pp. 98-121
- Barragán J.M., Coord..: III. Aguas de Jerez, Tempul: entre el medio natural y la técnica hidráulica. AJEMSA, Jerez, 1993.
- Bestué Cardiel, I. y González Tascón, I.: Breve Guía del Patrimonio Hidráulico de Andalucía. Agencia Andaluza del Agua. Consejería de Medio Ambiente. Sevilla, 2006 pp. 92-95.
- Perez Marrero, J. y Bestué Cardiel, I.: Avance del estudio hidráulico del acueducto romano de Gades. IV Congreso de las Obras Públicas en la Ciudad Romana. CITOP. Lugo 2008.
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Muchas gracias. Muy interesante. Por casualidad ¿no tendría ud un mapa con el trazado apróximado?
ResponderEliminarEstimado Sr. D. Sketchley: enviénos un e-mail para hacerle llegar algunos documentos sobre lo que nos pide.
ResponderEliminarNuestra dirección es: entornoajerez@gmail.com