“En el nombre de Allah, Clemente y Misericordioso. En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Visigodo, han alcanzado las tropas del Islam sus primeros objetivos militares. La conquista de Al-Andalus ha comenzado”. Firmado por Táriq Ibn Ziyad, jefe del Ejército Musulmán, el 26 de Julio de 711 a orillas del Wadi Lakka.
Permítasenos esta pequeña licencia que, a imitación del que fuera el último parte de la Guerra Civil Española, nos sirve de pretexto para recrear el que pudiera ser el primer episodio de una guerra que duró casi ocho siglos.
Todo empezó en las últimas décadas del siglo VII. Tras vencer a las tribus beréberes que habían ofrecido una fuerte resistencia a las tropas del califato omeya de Damasco, los árabes conquistaron el norte de África llegando con sus ejércitos al Atlántico antes de que la Hégira cumpliera su primer siglo. Faltaba ya muy poco para que el siguiente objetivo de la imparable expansión musulmana –apoderarse de al-Andalus- se lograra. Sin entrar ahora en las motivaciones de la invasión árabe de la Península Ibérica ni en los ya conocidos hechos históricos que la precedieron, queremos centrar la atención en uno de los hitos que de manera más determinante ha marcado la historia de España: la batalla de Guadalete.
En los orígenes de este episodio se confunden los mitos y las leyendas con los hechos históricos que tienen como principales protagonistas a Musa, Tarif, Táriq, Don Rodrigo, el conde Don Julian y su hija Florinda, los hijos de Witiza… Tras una primera expedición de Tarif, diferentes historiadores árabes refieren que a lo largo del mes de Rayab del año 92 H., o del mes de Shaban (abril o mayo de 711 d. de C.) Táriq Ibn Ziyad, gobernador de Tánger, siguiendo las instrucciones del wali de la región, Musa ibn Nusayr, fue desembarcando tropas al abrigo del monte que luego tomaría su nombre, Yabal Tariq (Gibraltar), hasta conformar una fuerza militar con la que emprender la conquista de al-Andalus. Apenas dos meses después, las tropas de Táriq y las de Rodrigo se van a enfrentar a orillas del Guadalete, el 19 de julio de 711, en un duro y prolongado combate que una semana después, el 26 de julio, se saldará a favor de los musulmanes.
“Tal día como hoy… hace 1299 años”
Hemos abandonado enseguida la tentación de comenzar este post con esa entradilla tan usual en las efemérides. Pero nos la vamos a guardar para dentro de un año por que la ocasión lo merece. Será entonces, el 26 de julio de 2011, cuando se cumplan trece siglos de la “madre de todas las batallas”, la más renombrada y decisiva de cuantas se han librado en nuestro territorio y en nuestro país: la batalla de Guadalete.
Dejamos para otra ocasión la larga controversia académica sobre el lugar exacto donde tuvo lugar aquella confrontación histórica, aquel “choque de civilizaciones” (como dirían ahora los políticamente correctos) que supuso la desaparición de la Hispania visigoda. El río Barbate, la Laguna de La Janda, las inmediaciones de Vejer o Medina, los alrededores de Cartagena, los campos de Sangonera, en Murcia... han sido otros tantos escenarios donde los historiadores han querido ubicar esta decisiva contienda.
Sea como fuere, en la historiografía tradicional y aún en el imaginario colectivo, se habla siempre de la batalla de Guadalete para aludir a este suceso histórico del que existen numerosas referencias tanto en fuentes árabes como cristianas, y que historiadores como Claudio Sánchez Albornoz ubican en las orillas del Wadi Lakka, el río de Lacca (antigua ciudad romana en las proximidades de la Junta de los Ríos), nuestro Guadalete.
Aunque sólo sea por la rotundidad de las cifras, creemos que la conmemoración de los “trece siglos de la batalla de Guadalete” puede servir de pretexto para la reflexión de lo que aquel hecho supuso en la historia de nuestro país en general y de nuestro territorio en particular y aún para la revisión histórica de las muchas incertidumbres que todavía existen en torno a él. De la misma manera, el contraste de nuestra historiografía tradicional con las fuentes árabes puede alimentar otras reflexiones y alumbrar nuevos puntos de vista de lo que supuso un hecho histórico de tanta trascendencia como la batalla de Guadalete.
Modestamente, desde esta ventana de “entornoajerez”, sugerimos a las instancias académicas (UCA, CEHJ, Academia de San Dionisio, Ateneo de Jerez…) institucionales y administrativas de nuestra ciudad la posibilidad de que, con un año por delante, pueda utilizarse esta singular e importante efemérides para organizar en Jerez diferentes actos en torno a los “Trece siglos de la batalla de Guadalete”. Por nuestra parte, a lo largo de este año que resta para la citada conmemoración iremos trayendo algunas páginas de nuestra historiografía local y nacional, del romancero tradicional, sí como referencias de fuentes árabes que, a modo de “ilustraciones”, contribuyan también a recordarla.
Permítasenos esta pequeña licencia que, a imitación del que fuera el último parte de la Guerra Civil Española, nos sirve de pretexto para recrear el que pudiera ser el primer episodio de una guerra que duró casi ocho siglos.
Todo empezó en las últimas décadas del siglo VII. Tras vencer a las tribus beréberes que habían ofrecido una fuerte resistencia a las tropas del califato omeya de Damasco, los árabes conquistaron el norte de África llegando con sus ejércitos al Atlántico antes de que la Hégira cumpliera su primer siglo. Faltaba ya muy poco para que el siguiente objetivo de la imparable expansión musulmana –apoderarse de al-Andalus- se lograra. Sin entrar ahora en las motivaciones de la invasión árabe de la Península Ibérica ni en los ya conocidos hechos históricos que la precedieron, queremos centrar la atención en uno de los hitos que de manera más determinante ha marcado la historia de España: la batalla de Guadalete.
En los orígenes de este episodio se confunden los mitos y las leyendas con los hechos históricos que tienen como principales protagonistas a Musa, Tarif, Táriq, Don Rodrigo, el conde Don Julian y su hija Florinda, los hijos de Witiza… Tras una primera expedición de Tarif, diferentes historiadores árabes refieren que a lo largo del mes de Rayab del año 92 H., o del mes de Shaban (abril o mayo de 711 d. de C.) Táriq Ibn Ziyad, gobernador de Tánger, siguiendo las instrucciones del wali de la región, Musa ibn Nusayr, fue desembarcando tropas al abrigo del monte que luego tomaría su nombre, Yabal Tariq (Gibraltar), hasta conformar una fuerza militar con la que emprender la conquista de al-Andalus. Apenas dos meses después, las tropas de Táriq y las de Rodrigo se van a enfrentar a orillas del Guadalete, el 19 de julio de 711, en un duro y prolongado combate que una semana después, el 26 de julio, se saldará a favor de los musulmanes.
“Tal día como hoy… hace 1299 años”
Hemos abandonado enseguida la tentación de comenzar este post con esa entradilla tan usual en las efemérides. Pero nos la vamos a guardar para dentro de un año por que la ocasión lo merece. Será entonces, el 26 de julio de 2011, cuando se cumplan trece siglos de la “madre de todas las batallas”, la más renombrada y decisiva de cuantas se han librado en nuestro territorio y en nuestro país: la batalla de Guadalete.
Dejamos para otra ocasión la larga controversia académica sobre el lugar exacto donde tuvo lugar aquella confrontación histórica, aquel “choque de civilizaciones” (como dirían ahora los políticamente correctos) que supuso la desaparición de la Hispania visigoda. El río Barbate, la Laguna de La Janda, las inmediaciones de Vejer o Medina, los alrededores de Cartagena, los campos de Sangonera, en Murcia... han sido otros tantos escenarios donde los historiadores han querido ubicar esta decisiva contienda.
Sea como fuere, en la historiografía tradicional y aún en el imaginario colectivo, se habla siempre de la batalla de Guadalete para aludir a este suceso histórico del que existen numerosas referencias tanto en fuentes árabes como cristianas, y que historiadores como Claudio Sánchez Albornoz ubican en las orillas del Wadi Lakka, el río de Lacca (antigua ciudad romana en las proximidades de la Junta de los Ríos), nuestro Guadalete.
Aunque sólo sea por la rotundidad de las cifras, creemos que la conmemoración de los “trece siglos de la batalla de Guadalete” puede servir de pretexto para la reflexión de lo que aquel hecho supuso en la historia de nuestro país en general y de nuestro territorio en particular y aún para la revisión histórica de las muchas incertidumbres que todavía existen en torno a él. De la misma manera, el contraste de nuestra historiografía tradicional con las fuentes árabes puede alimentar otras reflexiones y alumbrar nuevos puntos de vista de lo que supuso un hecho histórico de tanta trascendencia como la batalla de Guadalete.
Modestamente, desde esta ventana de “entornoajerez”, sugerimos a las instancias académicas (UCA, CEHJ, Academia de San Dionisio, Ateneo de Jerez…) institucionales y administrativas de nuestra ciudad la posibilidad de que, con un año por delante, pueda utilizarse esta singular e importante efemérides para organizar en Jerez diferentes actos en torno a los “Trece siglos de la batalla de Guadalete”. Por nuestra parte, a lo largo de este año que resta para la citada conmemoración iremos trayendo algunas páginas de nuestra historiografía local y nacional, del romancero tradicional, sí como referencias de fuentes árabes que, a modo de “ilustraciones”, contribuyan también a recordarla.
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