Para empezar nuestro recorrido por esas viejas ventas con mucha historia a sus espaldas, nada mejor que hacerlo con una centenaria, con una que precisamente estrena su primer siglo de vida en 2010: la Venta de la Junta de los Ríos.
En el último tercio del XIX se construye la carretera Arcos-Vejer, para abrir una nueva vía de comunicación entre las tierras del interior de la provincia. Para cruzar el Guadalete y el Majaceite se levanta un puente en el paraje conocido como Junta de los Ríos, que será paso obligado de las comunicaciones entre la Sierra y las poblaciones de la Janda. De la misma manera se traza también un ramal hasta Jédula para unir el lugar con la carretera de Arcos-Jerez. En estos años del cambio de siglo, en los alrededores del puente comienzan a levantarse algunas casas y chozas que albergaban a los trabajadores temporeros del campo.
El lugar se muestra cada vez más concurrido, en especial a partir de 1906 cuando se inician las obras de la presa de Guadalcacín, en el paraje de la cerrada del Majaceite, próximo a la Junta. La obra, proyectada por Quijano, no terminará hasta 1917, trabajándose también en estos años en la construcción de los sifones en arco del canal de riego del Guadalcín (las populares “morcillas”) que mantendrán ocupados hasta 1921 a un buen número de trabajadores de la zona. Y es aquí, en este paraje y en este contexto, donde nace la pequeña historia de la Venta de la Junta de los Ríos, que en 2010 cumple 100 años.
Un capataz que trabaja en las obras del embalse, levantó un modesto ventorrillo en 1910 al que acuden los trabajadores y en el que paran también algunos de los viajeros que transitan por la carretera. En 1917 cambia de manos al hacerse cargo de la Venta un agricultor residente en la zona a quien apodaban “Capacha” que a decir de los vecinos más viejos del lugar era buen “surcador”. Son los años en los que se construyen los canales de riego y las “morcillas”, levantándose posteriormente en el lugar el Vivero de Obras Públicas cuyas instalaciones ocupan hoy la Granja Escuela Buenavista.
En la posguerra el negocio fue adquirido por Sebastián Benítez Leal, quien paga por él en 1941 36.000 pesetas, todo un capital para la época. La venta es explotada en estos duros años por los hijos del propietario. María Benítez y su marido José Pino se encargan de ella en un primer momento y, posteriormente, lo harán Francisco Benítez y su esposa Mariana Fernández. La familia Benítez irá ampliando progresivamente el negocio de la Venta e instalará una panadería de la que se surtían, además de la población y los transeúntes, los cortijos diseminados por estos parajes donde ya se empiezan a consolidar los núcleos de Jédula, La Pedrosa, Majarromaque...
Es la época de las cartillas de racionamiento. Los hermanos arcenses Ricardo Luna, propietarios de la fábrica de harina en la Peña Picada, serán entonces los proveedores de harina en estos tiempos difíciles, mientras que los suministros de vino estarán a cargo de Manuel Benítez López, bodeguero de Jerez y de la firma Palomino y Vergara. Estas y otras mercancías llegaban hasta la venta en un pequeño carromato de dos ruedas tirado por una caballería con la que los encargados de la venta viajaban hasta Arcos y Jerez para abastecerse.
En 1956 la venta será vendida por 160.000 pesetas a un granadino, Felipe, que con su mujer Magdalena, continuaron también al frente de la panadería. De ellos el negocio pasará a José Alpresa Sevillano quien incorporará a la venta una curiosa actividad: un pequeño taller de bicicletas. Unos años después, en 1968, arrendará la venta a Rafael Vázquez Calero quien a su vez la subarrienda a su sobrino José Partida Amarillo y su esposa. Para entonces el local es mucho más que una venta y dispone también de una pequeña tienda de comestibles en la que se abastecían los vecinos de la zona, así como de una barbería atendida por Vargas que gozó de reputada fama de barbero en todos los contornos. De esta época es también José Mancera, uno de los primeros camareros de la venta, que actualmente reside en Arcos.
En 1968 Antonio Ramírez Ramos, padre del actual propietario, tomará la venta en arriendo a José Alpresa, hermano de su esposa Manuela Alpresa Sevillano, teniendo como socio durante los tres años siguientes a su sobrino José Cañas Ramirez. Aunque procedían de una familia de agricultores, tenían también una pequeña tienda de comestibles y un bar en el pantano de Bornos por lo que contaban con experiencia en este tipo de negocios. En este periodo la venta fue ampliando la tienda de comestibles y ultramarinos y llegó a contar con una carnicería.
A partir de 1971 continuarán regentando la venta Antonio Ramírez, su esposa Manuela Alpresa y sus cinco hijos. En 1975, al fallecer José Alpresa Sevillano, su hermana Manuela, madre del actual propietario, recibió la Venta en herencia. Para entonces el negocio familiar va creciendo y junto al bar, la tienda de comestibles y la carnicería, se amplían las instalaciones para albergar también una ferretería, un pequeño taller de motos, llegando incluso a vender materiales de construcción: todo un pequeño “hipermercado” rural. De este negocio surgirán también, años después, el Hostal Andalucía, el Restaurante Andalucía y la antigua venta San Rafael.
Tenemos muy vivo en el recuerdo el encanto de la Venta de la Junta de los Ríos cuando a comienzos de la década de los 70 del siglo pasado, veníamos a bañarnos desde Jédula con José Extremar, quien nos traía a la playita fluvial de La Pedrosa, o cuando años más tarde, nuestro amigo Alfredo Ruiz Bernad nos acercaba hasta este lugar, en su viejo Seat 600, a disfrutar de un café entre los cacharros de la Venta las tardes de verano.
Desde 2001 se hace cargo del negocio su actual propietario, Juan Jesús Ramírez Alpresa, hijo de Antonio y Manuela, quien con su esposa Josefa Villalba Ramos y con la colaboración de un amplio equipo de cocineros y camareros, ha impulsado la Venta dotándola de nuevos servicios.
La remodelación de sus instalaciones no ha hecho perder al local su antiguo encanto. A los servicios de bar y restaurante, se suman también los de tienda de recuerdos y de productos de artesanía. Cerámica y cacharros de barro, forja, cuchillería, objetos de madera y corcho, pueden verse (y aún admirarse) en sus apretadas estanterías en las que lo mismo hallamos una jaula para perdices que un esquilo, un búcaro que un dornillo de barro, un cuchillo de Albacete, un taburete de corcho, una olla de porcelana de las antiguas… La Venta cuenta también con una amplia muestra de vinos y aceites de localidades cercanas (¡nunca imaginamos que había tantos!), de mieles, de chacinas, dulces, legumbres, quesos, aceitunas… de manera que este rincón se nos antoja como el más completo expositor de productos de la tierra donde el visitante encontrará, a buen seguro, una variedad difícil de hallar en otro lugar.
“Nuestra garantía es su confianza”, es el lema que se exhibe con orgullo en la entrada, donde se anuncia también el centenario de esta concurrida Venta a la que, con todo merecimiento, el Ayuntamiento de Arcos ha concedido este año una Mención Especial y distinguido a sus propietarios con una merecida condecoración.
Venimos con frecuencia a este lugar y recordamos, como si fuera ahora, la primera vez que entramos en ella, en 1971, siendo un chiquillo, a pedir un vaso de agua. Habíamos venido en bicicleta desde la Azucarera de Jédula a subirnos a las “morcillas”. Entonces, nos recordó a una de aquellas viejas tiendas-cantinas del Oeste americano en las que se podía encontrar de todo. La misma grata sensación que nos invade cada vez que la visitamos.
En el último tercio del XIX se construye la carretera Arcos-Vejer, para abrir una nueva vía de comunicación entre las tierras del interior de la provincia. Para cruzar el Guadalete y el Majaceite se levanta un puente en el paraje conocido como Junta de los Ríos, que será paso obligado de las comunicaciones entre la Sierra y las poblaciones de la Janda. De la misma manera se traza también un ramal hasta Jédula para unir el lugar con la carretera de Arcos-Jerez. En estos años del cambio de siglo, en los alrededores del puente comienzan a levantarse algunas casas y chozas que albergaban a los trabajadores temporeros del campo.
El lugar se muestra cada vez más concurrido, en especial a partir de 1906 cuando se inician las obras de la presa de Guadalcacín, en el paraje de la cerrada del Majaceite, próximo a la Junta. La obra, proyectada por Quijano, no terminará hasta 1917, trabajándose también en estos años en la construcción de los sifones en arco del canal de riego del Guadalcín (las populares “morcillas”) que mantendrán ocupados hasta 1921 a un buen número de trabajadores de la zona. Y es aquí, en este paraje y en este contexto, donde nace la pequeña historia de la Venta de la Junta de los Ríos, que en 2010 cumple 100 años.
Un capataz que trabaja en las obras del embalse, levantó un modesto ventorrillo en 1910 al que acuden los trabajadores y en el que paran también algunos de los viajeros que transitan por la carretera. En 1917 cambia de manos al hacerse cargo de la Venta un agricultor residente en la zona a quien apodaban “Capacha” que a decir de los vecinos más viejos del lugar era buen “surcador”. Son los años en los que se construyen los canales de riego y las “morcillas”, levantándose posteriormente en el lugar el Vivero de Obras Públicas cuyas instalaciones ocupan hoy la Granja Escuela Buenavista.
En la posguerra el negocio fue adquirido por Sebastián Benítez Leal, quien paga por él en 1941 36.000 pesetas, todo un capital para la época. La venta es explotada en estos duros años por los hijos del propietario. María Benítez y su marido José Pino se encargan de ella en un primer momento y, posteriormente, lo harán Francisco Benítez y su esposa Mariana Fernández. La familia Benítez irá ampliando progresivamente el negocio de la Venta e instalará una panadería de la que se surtían, además de la población y los transeúntes, los cortijos diseminados por estos parajes donde ya se empiezan a consolidar los núcleos de Jédula, La Pedrosa, Majarromaque...
Es la época de las cartillas de racionamiento. Los hermanos arcenses Ricardo Luna, propietarios de la fábrica de harina en la Peña Picada, serán entonces los proveedores de harina en estos tiempos difíciles, mientras que los suministros de vino estarán a cargo de Manuel Benítez López, bodeguero de Jerez y de la firma Palomino y Vergara. Estas y otras mercancías llegaban hasta la venta en un pequeño carromato de dos ruedas tirado por una caballería con la que los encargados de la venta viajaban hasta Arcos y Jerez para abastecerse.
En 1956 la venta será vendida por 160.000 pesetas a un granadino, Felipe, que con su mujer Magdalena, continuaron también al frente de la panadería. De ellos el negocio pasará a José Alpresa Sevillano quien incorporará a la venta una curiosa actividad: un pequeño taller de bicicletas. Unos años después, en 1968, arrendará la venta a Rafael Vázquez Calero quien a su vez la subarrienda a su sobrino José Partida Amarillo y su esposa. Para entonces el local es mucho más que una venta y dispone también de una pequeña tienda de comestibles en la que se abastecían los vecinos de la zona, así como de una barbería atendida por Vargas que gozó de reputada fama de barbero en todos los contornos. De esta época es también José Mancera, uno de los primeros camareros de la venta, que actualmente reside en Arcos.
En 1968 Antonio Ramírez Ramos, padre del actual propietario, tomará la venta en arriendo a José Alpresa, hermano de su esposa Manuela Alpresa Sevillano, teniendo como socio durante los tres años siguientes a su sobrino José Cañas Ramirez. Aunque procedían de una familia de agricultores, tenían también una pequeña tienda de comestibles y un bar en el pantano de Bornos por lo que contaban con experiencia en este tipo de negocios. En este periodo la venta fue ampliando la tienda de comestibles y ultramarinos y llegó a contar con una carnicería.
A partir de 1971 continuarán regentando la venta Antonio Ramírez, su esposa Manuela Alpresa y sus cinco hijos. En 1975, al fallecer José Alpresa Sevillano, su hermana Manuela, madre del actual propietario, recibió la Venta en herencia. Para entonces el negocio familiar va creciendo y junto al bar, la tienda de comestibles y la carnicería, se amplían las instalaciones para albergar también una ferretería, un pequeño taller de motos, llegando incluso a vender materiales de construcción: todo un pequeño “hipermercado” rural. De este negocio surgirán también, años después, el Hostal Andalucía, el Restaurante Andalucía y la antigua venta San Rafael.
Tenemos muy vivo en el recuerdo el encanto de la Venta de la Junta de los Ríos cuando a comienzos de la década de los 70 del siglo pasado, veníamos a bañarnos desde Jédula con José Extremar, quien nos traía a la playita fluvial de La Pedrosa, o cuando años más tarde, nuestro amigo Alfredo Ruiz Bernad nos acercaba hasta este lugar, en su viejo Seat 600, a disfrutar de un café entre los cacharros de la Venta las tardes de verano.
Desde 2001 se hace cargo del negocio su actual propietario, Juan Jesús Ramírez Alpresa, hijo de Antonio y Manuela, quien con su esposa Josefa Villalba Ramos y con la colaboración de un amplio equipo de cocineros y camareros, ha impulsado la Venta dotándola de nuevos servicios.
La remodelación de sus instalaciones no ha hecho perder al local su antiguo encanto. A los servicios de bar y restaurante, se suman también los de tienda de recuerdos y de productos de artesanía. Cerámica y cacharros de barro, forja, cuchillería, objetos de madera y corcho, pueden verse (y aún admirarse) en sus apretadas estanterías en las que lo mismo hallamos una jaula para perdices que un esquilo, un búcaro que un dornillo de barro, un cuchillo de Albacete, un taburete de corcho, una olla de porcelana de las antiguas… La Venta cuenta también con una amplia muestra de vinos y aceites de localidades cercanas (¡nunca imaginamos que había tantos!), de mieles, de chacinas, dulces, legumbres, quesos, aceitunas… de manera que este rincón se nos antoja como el más completo expositor de productos de la tierra donde el visitante encontrará, a buen seguro, una variedad difícil de hallar en otro lugar.
“Nuestra garantía es su confianza”, es el lema que se exhibe con orgullo en la entrada, donde se anuncia también el centenario de esta concurrida Venta a la que, con todo merecimiento, el Ayuntamiento de Arcos ha concedido este año una Mención Especial y distinguido a sus propietarios con una merecida condecoración.
Venimos con frecuencia a este lugar y recordamos, como si fuera ahora, la primera vez que entramos en ella, en 1971, siendo un chiquillo, a pedir un vaso de agua. Habíamos venido en bicicleta desde la Azucarera de Jédula a subirnos a las “morcillas”. Entonces, nos recordó a una de aquellas viejas tiendas-cantinas del Oeste americano en las que se podía encontrar de todo. La misma grata sensación que nos invade cada vez que la visitamos.
Otros enlaces que pueden interesarte:
2 comentarios :
Yo también guardo buenos recuerdos de la Venta de la Junta de los Ríos, y es que yo era un habitual veraniego en la Granja Escuela (11 veranos consecutivos allí...)
xao
Buenos recuerdos. Yo vivi hasta los 12 años en la Junta de los Ríos y guimos a Jedula a los pisos de la Azucarera en ,,1976. Ese año fuimos de colonias 20 días a Cadiz por el colegio Antonio Arocha y Juan Ramirez Al presa estuvo también.
Recuerdo cuando íbamos a pelarnos con mis hermanos y estaba Vargas de barbero.
A la venta le llamabsmos la ventas de abajo o las venta Rsmirez, ya que hay otra en la carretera de Majarromaque que es la venta de Rogelio.
Es el mejor sitio para ir a dedayunar una buena tostadas de pan de campo o para ir a comer.
Junto a la venta esta el jardín donde había una clase y daba clases particulares la señorita Jertrufis, una buenisima profesora que vivía en la Acaba y que me enseño a los 20 años a hacer reglas de tres compuestas.
En la gtsnja escuela actual, antes el vivero, vivían los Montes de Oca.
Es una venta con mucha historia y que ha ayudado a mucha gente en aquellos años, que aunque no había tantas cosas como hoy. pero eramos muy felices.
Publicar un comentario