Hace apenas unas semanas, el Ayuntamiento arcense ha solicitado la declaración de Monumento Natural para su conocido Tajo, popularmente conocido como la Peña de Arcos. No faltan, como veremos, razones para ello ya que además de sus valores geológicos y paisajísticos, la Peña y su silueta es una de las estampas más singulares que pueda tener pueblo alguno. En eso han reparado también un equipo de alumnos del IES La Granja de Jerez que, dirigidos por el profesor Francisco Zuleta Alejandro, han realizado una impresionante Gigatofotografía de Arcos y que, como en otras ocasiones, han tenido la gentileza de facilitarnos.
Realizada por Raquel Manzano González, Miguel López Troncoso y Manuel Alejandro Gómez Herrera, como práctica de fotografía digital de la especialidad de FP, Laboratorio de Imagen, la Gigafotografía que hoy presentamos está integrada por 601 instantáneas montadas y procesadas digitalmente en un laborioso trabajo que, ha tenido como resultado la más singular de las vistas de Arcos que se ha realizado hasta la fecha. Vamos a recorrerla “viajando” por algunos de sus rincones.
Al pie de la escena, en primer plano, se aprecian los álamos desnudos de la ribera, entre los que discurre plácidamente el río cruzado por dos puentes. El mismo río que ha socavado la base de la Peña y ha labrado sus paredes verticales, sobre las que se recortan las frondosas copas de los eucaliptos que sirven de telón de fondo a la alameda y suben por la ladera buscando el castillo. Se adivina entre ellos la Cuesta de Noriega, recuperada como sendero peatonal que une Arcos y el Guadalete. En los cortados apunta algún ciprés, alguna palmera y llaman la atención, si nos acercamos lo suficiente, las llamativas flores rojizas de los áloes. Por todos los rincones de la Peña, creciendo sobre las pronunciadas pendientes, desafiando al aire, abundan las chumberas que cubren la roca como una cabellera vegetal. Resulta sorprendente realizar una aproximación para ver, con toda nitidez, los higos chumbos que exhiben muchas de ellas.
Ya en la “línea del cielo”, en ese perfil de Arcos, singular como pocos, nos recreamos con elementos destacados de su patrimonio monumental y de su arquitectura tradicional. De derecha a izquierda nos sorprende su “castillo”, singular fortaleza de origen árabe que, como nos recuerda Juan Abellán en “La Cora de Sidonia”, fue sitiada por Abd al-Rahman III en 914 cuando era conocida por su estratégico emplazamiento sobre estos farallones de arenisca que se precipitan sobre el Guadalete, como “Qalat al-Nusur”: el castillo de las águilas. Si nos acercamos progresivamente, nos irá mostrando sus torres almenadas, los lienzos de sus murallas, sus curiosos balcones suspendidos en el aire… o el detalle, sutil, de su vieja veleta. Uno de sus últimos moradores, el célebre naturalista y pintor W.H. Riddell, quien residió hasta su muerte en el castillo, inmortalizará su estampa en una conocida acuarela donde un buitre leonado sobrevuela majestuoso estos parajes teniendo como telón de fondo el castillo y la peña, tal como la vemos en esta “gigafoto”.
Siguiendo con esta peculiar “skyline” arcense, el observador curioso podrá recrearse en el conocido mirador, espectacular balcón sobre el río desde el que se obtienen inigualables vistas del Guadalete y del meandro y las huertas de La Herradura. Junto a él, el edificio del Parador Nacional, con su curiosa balconada, tras el que despunta la torre de Santa María (aproxímense para ver sus campanas). En lo más alto de la Peña, casi en el centro de la imagen, la iglesia de San Pedro nos muestra también su campanario y su espadaña, coronada por una antigua veleta: acérquense y ya verán… Una sucesión de viviendas (algunas de ellas muestran insólitas dependencias subterráneas excavadas en la roca, cuyos balcones podemos ver con todo detalle si ampliamos lo suficiente) ondula por el borde del tajo hasta otra iglesia. Se trata de San Agustín que nos muestra los muros y techumbres de sus naves y se presenta como un edificio sólido y rotundo ocupando la posición central de la imagen. Desde aquí, el blanco caserío de Arcos se desparrama en una pronunciada pendiente por la Peña, hacia el Barrio Bajo, buscando el Guadalete. Y allí se confunde con el centenario Molino del Algarrobo, que podemos apreciar en la orilla del río, a la derecha de la escena.
Y entre las arboledas y ese perfil monumental que nos muestra la imagen, reclaman nuestra atención los imponentes paredones del “Tajo”, de esa singular “Peña de Arcos”, futuro como Monumento Natural de Andalucía. Y así debe ser ya que, a la belleza y espectacularidad del paraje se suma su riqueza geológica. Para el observador curioso, estos paredones son también una interesante lección de geología de la que podremos disfrutar en nuestra propia pantalla. Si elegimos adecuadamente la escala y los planos, podremos recrearnos en los más ínfimos detalles, apreciando la textura de los diferentes materiales que conforman estas paredes rocosas. En la parte inferior descubrimos un estrato grisáceo, de aspecto arcilloso y superficie poco rugosa. En la superior, de mayor potencia que el anterior, un gran paquete rocoso de color amarillento y textura gruesa. Se trata de arenisca calcárea, la roca detrítica predominante en el Tajo, formada a partir de pequeños fragmentos de organismos marinos fosilizados. Si nos acercamos lo suficiente podremos comprobar cómo las partículas que forman las rocas parecen tener cierto orden, disponiéndose en los estratos en estructuras sedimentarias entre las que destaca la que se conoce como “estratificación cruzada”. Los geólogos, han descubierto, a través de los fósiles y las formas que adoptan estas estructuras que apreciamos en la fotografía, que los materiales que forman el Tajo de Arcos se depositaron en un ambiente marino de aguas poco profundas, afectado por corrientes de marea y oleaje, con gran capacidad erosiva y de transporte y direcciones variables que dieron lugar a este curioso tipo de sedimentación que hoy, gracias a esta magnífica gigafoto, podemos “leer” con gran nitidez.
Las paredes del Tajo nos muestran también la huella de una gran falla o cizalladura, apreciable por la discordancia de los estratos. En muchos lugares vemos también profundas grietas que anuncian futuros desprendimientos de roca, como los que hace unos años se produjeron en la base del Parador, que aparece ahora colgado sobre una cornisa de arenisca. Todo ello no hace sino confirmarnos que la Peña está “viva”, esto es, que los cambios geológicos, aunque lentos, son permanentes y constantes.
A buen seguro que el lector curioso descubrirá todas estas, y muchas más cosas en esta gigafotografía de la Peña de Arcos de la que les dejamos el ENLACE para que puedan mirarla con detenimiento y admirarla.
Como en los casos anteriores, que ustedes la disfruten “a lo grande”
Nota: Todas las imágenes que ilustran esta entrada se han obtenido de ampliaciones de la fotografía que figura en la cabecera.
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6 comentarios :
La gigafoto es magnífica, la panorámica espectacular, pero la descripción que hacéis de ella es... inigualable.
Felicidades a los autores de parte de un arqueño.
Estimados García Lázaro ¡Qué magnífico texto! Muchísimas gracias.
¡¡Fantástico trabajo y fenomenal descripción!!
Por apuntar algo curioso: solo se ven dos personas en toda la Peña. Me he dado un tranquilo paseo por las 600 fotos y ni en casas, ni en azoteas, ni en balcones. Ni siquiera en el famoso "balcón de antonio", como me lo enseñaron mis padres para evitar el taco.
Sencillamente, IMPRESIONANTE. Magnifico trabajo, tanto de los alumnos como de los sres. García Lazaro.
Felicidades al blog y a los alumnos del isntituto de La Granja que han hecho esta gran fotografía. Si no me equivoco es la más grande que se haya hecho de este bonito pueblo de Arcos que como dice Arorín es el más bonito de España.
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