31 marzo 2011

Tras las huellas del acueducto de Gades por el valle de Los Arquillos (II)


Durante el S.XVIII se suceden diferentes informes técnicos encargados al objeto de intentar recuperar el acueducto para el abastecimiento de Cádiz. En todos ellos se alude al sifón de Los Arquillos, como uno de los puntos de mayor interés y dificultad. Así, por ejemplo, el conde O´Reilly solicitó a diversos ingenieros de la época el reconocimiento de los restos de la obra con la intención de su rehabilitación. Ignacio Garcini, arquitecto de la ciudad de Cádiz (1782) recorre el trazado del acueducto junto al Maestro Fontanero Antonio Ruiz Florido, concluyendo que era posible su rehabilitación. Un año más tarde, los ingenieros militares Antonio Hurtado y Vicente de Rueda llevan a cabo una expedición en toda regla y un exhaustivo estudio del primer tramodel acueducto realizando hasta 130 catas en los lugares donde encuentran restos. En 1785, el Ingeniero Hidráulico italiano Scipion Perossini, y el también ingeniero francés Henri Bouchon du Bournial elaboran un completo informe de la totalidad de la obra y de las intervenciones necesarias para su puesta en funcionamiento.

Perfil del sifón de Los Arquillos según González-Tascón, Bestué Cardiel y Velázquez

En su reconocimiento del sifón de Los Arquillos, Ignacio Garcini muestra su admiración por los romanos y plantea reconstruirlo, elaborando un detallado croquis de su perfil en el que figuran los restos que se conservan en esta época de los que da detalles en su informe. Perossini, sin embargo, cuestiona la viabilidad del sifón y la posibilidad de que los romanos hubieran podido atravesar el Valle del Salado de Paterna a través de esta obra. En los datos técnicos que se aportan en los diferentes informes se aprecian algunas variaciones. Lagóstena Barrios y Zuleta Alejandro aportan los datos del informe de este último ingeniero quien estima que el acueducto debió discurrir en atanores de piedra machihembrados “durante una legua de cañería..., y tal vez más”. De la misma manera apuntan que “Garcini también nos expone que sobre las arcuationes del vientre discurre el acueducto durante 861 metros a una altura máxima de 15 metros sobre el fondo del valle para pasar el Arroyo Salado de Paterna, y que las rampas de bajada y subida estarían enterradas”. Por su parte, Bestué Cardiel y Pérez Marrero, señalan que en el informe de ingeniero D. Vicente de Rueda (1786), se establece “… la longitud del sifón de los Arquillos en 2.984 m. y señala que está construido con atanores de piedra de diámetro interno entre 30 y 33 cm., salvando una profundidad máxima hasta el arroyo de 79 m. y con una diferencia de cotas entre las soleras de las minas entrante y saliente de 12 m. aproximadamente. Se establece que el caudal aportado por el manantial en 1.783 era de 345.600 pies3/día, equivalente a 9.787 m3/día”.


Estas misma autoras, partiendo de una serie de datos conocidos (longitud aproximada del sifón de 3600 m., pérdida de carga total de 12 m., gradiente hidráulico m/km de 3,33m y diámetro interno de las tuberías de 0,33 m) han planteado que según la capacidad de transporte del canal del acueducto (12.500m3/día), “…se puede hacer una primera aproximación del número de tuberías en paralelo con las que probablemente contó el sistema, las cuales debieron estar entre 2 o 3”.


Por nuestra parte, y para hacernos una idea aproximada de las arquerías del vientre del sifón, nos hemos permitido una pequeña “licencia”: recrear la imagen del acueducto a su paso por el Salado de Paterna con esta fotografía del actual acueducto que puede verse en los Llanos de la Ina. Los restos del sifón hoy. En una soleada mañana de domingo hemos vuelto a Los Arquillos para visitar los restos del acueducto que aún se mantienen en pie. Ya en otra ocasión tuvimos la oportunidad de subir hasta el Cerro de la Torre, donde se encuentran los restos del torreón arruinado en el que tenía su inicio el sifón. Entre los escombros de sus muros aún pueden verse algunos atanores de piedra de la cañería que, procedente de las tierras del cortijo de Los Isletes Altos, inicia desde aquí un pronunciado descenso hasta el valle, enterrada bajo los viñedos y campos de cereal que hoy ocupan este paraje. Ya en el cortijo de Los Arquillos, se aprecian a media ladera, antes de cruzar el arroyo el arranque de las arcuationes, cuyos restos aparecen semiocultos por la vegetación y que nos dan una pista del lugar donde se iniciaban los primeros arcos. Dejando atrás el cortijo tomamos un carril que nos conduce hasta un vado por donde cruzamos el Salado para dirigirnos hasta los pies de una gran pilastra construida con sillares de piedra, una de las muchas en las que se apoyaron las arquerías de ladrillo y piedra que constituían el “vientre” del sifón por el que la cañería (o las cañerías) cruzaba el arroyo en un tramo aéreo cercano a los 700 m. En este lugar podemos imaginar que el acueducto casi doblaba en altura a la que hoy presenta la pilastra, por lo que el aspecto de la obra debió ser impresionante. Continuamos ahora en la dirección que seguía la cañería que nos delatan los numerosos restos que aún se conservan en la ladera de las arcuationes. Escombros, arranques de pilastras, sillares, bloques de piedra y hormigón romano… se esparcen aquí entre la vegetación. En uno de los montones nos parece adivinar la traza de la bóveda de un arco, en otro se aprecian algunos restos de ladrillo... Siguiendo ladera arriba en línea recta, por donde debió estar enterrada la cañería, llegamos al poco a lo más alto del Cerro de los Arquillos (conocido también como Monte de la Silla), donde aún nos sorprenden los restos de otro sólido torreón. Con sus recios muros bien trabados por sillares de piedra, la que fuera la torre de salida del sifón de los Arquillos está emplazada en un cerro desde el que se contempla un amplio panorama y desde el que podemos seguir, con toda nitidez el trazado del acueducto a su paso por el Valle de Los Arquillos. Los restos de los arcos y de las cañerías del sifón debieron ser más evidentes hasta hace sólo unas décadas, tal como se comprueba en la ortofotografía de 1956 (del conocido como “Vuelo Americano”) donde se aprecian aún muchos restos hoy desaparecidos. De la misma manera, el trazado de los tramos enterrados de la cañería se adivina entre los sembrados, donde se aprecia una línea de diferente coloración que los delata. Cincuenta años después, aún persisten las huellas del sifón de los Arquillos, también en las imágenes aéreas. Nos hemos detenido en esta segunda torre, para contemplar el valle del Salado que discurre plácidamente buscando el Guadalete entre el cerro de Cabeza de Santa María y la Loma de la Rendona, cubierta de viñedos. A lo lejos se adivina el torreón de Torrecera y más allá los pinos de Cuartillo y Gibalbín. Desde la “torre de salida”, una vez superado el sifón, el acueducto continua su trazado por tierras del cortijo de Las Piletas en dirección hacia Gades… Pero de ello nos ocuparemos en un futuro recorrido.







Ver POR EL VALLE DE LOS ARQUILLOS TRAS EL ACUEDUCTO ROMANO DE GADES en un mapa más grande

Para saber más: - Barragán J.M., Coord..: Agua, ciudad y territorio. Aproximación geo-histórica al abastecimiento de agua a Cádiz. Cádiz. 1993 pp. 98-111 - Bestué Cardiel, I. y González Tascón, I.: Breve Guía del Patrimonio Hidráulico de Andalucía. Agencia Andaluza del Agua. Consejería de Medio Ambiente. Sevilla, 2006 pp. 92-95. - González-Tascón, I, Bestué Cardiel, I. y Velázquez I.: The Organization of Building Work and Construction of Siphons in Roman Aqueducts in Hispania. De este trabajo procede el croquis del sifón de los Arquillos. - Lagóstena Barrios, L. y Zuleta Alejandro, F.: Gades y su acueducto: una revisión. En La Captación, los usos y la administración del agua en Baetica: Estudios sobre el abastecimiento hídrico en comunidades cívicas del Conventus Gaditanus. UCA, 2008 Pgs.114-169. - López, Tomas: Mapa geográfico de los términos de Xerez de la Frontera Tempul Algar sus despoblados y pueblos confinantes : Dedicado al Excmo. Señor Conde de Florida Blanca... Madrid 1787. - Martín Gutiérrez, E.: La identidad rural de Jerez de la Frontera. Territorio y Poblamiento durante la Baja Edad Media. Servicio de publicaciones Universidad de Cádiz, 2003. P. 77, 120. - Sánchez López, E.: Introducción a los acueductos romanos en Andalucía. Arqueología y Territorio. Nº 5, 2008 - Perez Marrero, J. y Bestué Cardiel, I.: Avance del estudio hidráulico del acueducto romano de Gades. IV Congreso de las Obras Públicas en la Ciudad Romana. CITOP. Lugo 2008.

Puedes ver otros artículos relacionados en nuestro blog enlazando con "Por el Acueducto romano de Tempul: en el Cerro de la Torre", Paisajes con historia y Patrimonio en el medio rural.

26 marzo 2011

Tras las huellas del acueducto de Gades por el valle de Los Arquillos (I)

Restos del acueducto de Los Arquillos
Buscando los vestigios del acueducto romano de Gades, que se conservan en el cortijo de Los Arquillos, llegamos a Torrecera desde donde nos desviamos en dirección a Paterna Vista aérea de la zonasiguiendo por la antigua Cañada de Los Arquillos. La nueva carretera (que hasta hace unos años era un carril en pésimo estado y sin asfaltar) se interna en el amplio valle del arroyo Salado de Paterna. Apenas hemos recorrido 4 km dejamos a nuestra derecha el cortijo de las Cabezas de Santa María, a los pies de un cerro sobre el que crece un frondoso pinar. Algo más adelante nos acompañarán a nuestra izquierda los viñedos de Loma Rendona. El valle se abre entonces en amplios horizontes de campos de cultivo y al poco (5,5 km), encontramos a la derecha del camino la entrada del Cortijo de Los Arquillos, cuyo caserío se adivina a orillas del arroyo entre sembrados.

Cortijo de 'Los Arquillos'
La Villa de los Arquillos.

La presencia en este lugar, durante siglos, de un largo tramo de arquerías del acueducto romano de Gades, así como las cercanías del arroyo Salado de Paterna y de excelentes tierras, facilitarían la formación en este lugar de un pequeño núcleo de población, probablemente desde la antigüedad, que sería conocido en los primeros siglos tras la conquista cristiana como Villa de Los Arquillos.

Detalle del Mapa Parcelario de la zonaEl profesor Emilio Martín Gutiérrez en su estudio sobre “La identidad rural de Jerez” en el que analiza el territorio y poblamiento durante la Baja Edad Media, señala que la presencia de este enclave en Los Arquillos se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIV. A lo largo de la siguiente centuria debió acusar ya síntomas de abandono, mencionándose entre las fincas de los bienes de Propios de la ciudad de Jerez que en 1491 los Reyes Católicos ordenan repartir mediante a arriendo, a los “vecinos que no tuvieren tierras para sembrar”. Junto a los cercanos “hechos” de El Adelfoso, La Fuente del Rey, las Bocas del Guadalbacar, la Torre de Cera y Las Fuentes de Poca Sangre, las tierras de Los Arquillos se incluirá también, como nos recuerda el historiador Bartolomé Gutiérrez, entre estos parajes, en buena parte baldíos o de uso ganadero, que fueron puestos en cultivo para recaudar fondos destinados a las maltrechas arcas municipales.

En 1713 era ya un despoblado, tal como se recoge en el Libro Fincal de Seculares, según apunta E. Martín. Pese a la pérdida de su población, Los Arquillos seguirá siendo un importante enclave rural en el valle del Salado de Paterna y durante el siglo XVIII se construirá en este mismo emplazamiento el núcleo del caserío del actual cortijo, asentado en los restos de la antigua villa. En el granero principal, única nave de dos plantas de todo el conjunto, aún se conserva grabada en piedra una cruz con la inscripción 1750, que da pistas de la fecha de su posible construcción.

Mapa de Tomás López de 1787Con el nombre de “Despoblado y Señorío de Los Arquillos” figura este lugar en el mapa de Tomás López de 1787, junto al Camino de Paterna. Madoz, a mediados del XIX, se refiere a él como “Despoblado y cortijo”, recordando de nuevo, de esta manera, que en este lugar que ya no perderá su carácter de enclave dedicado a la explotación agrícola de los secanos circundantes hubo una vez, en tiempos pasados, una villa que ya ha dejado de serlo para siempre.

El acueducto a su paso por Los Arquillos

El topónimo de Los Arquillos hace alusión, como el lector ya habrá adivinado, a los restos que se conservan de las arquerías del acueducto romano de Gades que se han mantenido durante siglos en este paraje.

Las fuentes literarias clásicas no aluden a este acueducto, por lo que las primeras referencias escritas sobre esta obra proceden de autores hispano-musulmanes como Al-Zuhiri (S.XII), Yaqut (S.XII-XIII), Ibn Sa´id (S.XIII) y Al Maqqarí (S.XVI-XVII).

El arabista Pedro Martínez Montávez cita la obra de este último geógrafo quien al referirse a los monumentos antiguos de al-Andalus, menciona el acueducto romano de Gades, encontrando ya una primera alusión a la construcción de arcadas: “Lo trajeron por el fondo del mar, en piedras horadadas en forma de macho y hembra. Cruzaron así los montes y, al llegar a los sitios bajos, edificaron unos puentes sobre arquerías. Atravesándolos así, y alcanzada la tierra mediana, volvían a la construcción mencionada, y cuando topaban con un terreno pantanoso construían una calzada sobre la que corría el agua. Así hasta alcanzar el mar, en el que después entraba para salir en la isla de Cádiz...

Las primeras citas en fuentes medievales cristianas a estos parajes de Los Arquillos, en relación al acueducto, pueden ser las que apunta el profesor E. Martín, citando un documento de la segunda mitad del s. XIII sobre el amojonamiento de los términos de Jerez. Uno de estos mojones que separaba las tierras de esta ciudad con las de Arcos y Alcalá se situaba al otro lado del Guadalete en “un torrejón que es y cerca, que fue labor antygua, por donde viene el agua de Tempul a Cádiz”, que puede ser una de las dos torres del sifón de los Arquillos, que durante siglos no han podido pasar inadvertidas como hitos relevantes en el paisaje. El mismo autor apunta otro testimonio documental procedente del privilegio de cesión de los términos de Tempul a Jerez (primer tercio del siglo XIV) donde, a nuestro entender, se hace alusión también a las torres arruinadas que aún hoy pueden verse en este paraje de Los Arquillos. En el mencionado privilegio se dice: “…Del mojón que está en la cumbre que está sobre el canno de Hércules, do parte término de Xerez con Arcos e con Alcalá”. Esta cita es aún más sugerente por la denominación de Caño de Hércules, con la que se cita la obra romana.

En la Edad Moderna, los testimonios sobre el acueducto y sobre los restos visibles en Los Arquillos se multiplican. Diferentes estudios recogen numerosas referencias de ello como los de Barragán Muñoz (1993), Pérez Marrero y Bestué Cardiel (2008) y, en especial el que lleva por título “Gades y su acueducto: una revisión”, obra de Lagóstena Barrios y Zuleta Alejandro (2009), de donde extraemos las citas más relevantes que incluimos en este relato y en el que el lector interesado podrá encontrar un documentado recorrido histórico de cuantos trabajos e informes se han publicado sobre el acueducto hasta nuestros días.

Ya en el siglo XVII Suárez de Salazar, en su obra Grandezas y Antigüedades de la isla y ciudad de Cádiz (1610) menciona los restos visibles en los Arquillos y señala que “…a trecho de tres leguas, auiendo hallado vna quebrada, y tierra baja, fundaron en ella vnos arcos fuertes de cal, y ladrillo, sobre que prosiguieron la cañeria; los quales parecen oy arruinados, y caydos; y se llama aquella tierra de los Arquillos, termino de Xerez”. Se aportan aquí detalles más precisos sobre las características de las arcuationes o arquerías, construidas con piedra y ladrillo, de las que hoy apenas quedan sino los arranques de algunas de sus pilastras, junto al arroyo Salado. En 1690 el carmelita Fray Jerónimo de la Concepción, repetirá también en su Historia de Cádiz estos mismos datos describiendo el acueducto: “…y a trecho de tres leguas, por ocasión de una quiebra grande, se levantaron unos arcos de ladrillo, de que tomó aquella tierra el nombre de los Arquillos”.


Para saber más:
- Barragán J.M., Coord..:
Agua, ciudad y territorio. Aproximación geo-histórica al abastecimiento de agua a Cádiz. Cádiz. 1993 pp. 98-111
- Bestué Cardiel, I. y González Tascón, I.: Breve Guía del Patrimonio Hidráulico de Andalucía. Agencia Andaluza del Agua. Consejería de Medio Ambiente. Sevilla, 2006 pp. 92-95.
- González-Tascón, I, Bestué Cardiel, I. y Velázquez I.: The Organization of Building Work and Construction of Siphons in Roman Aqueducts in Hispania. De este trabajo procede el croquis del sifón de los Arquillos.
- Lagóstena Barrios, L. y Zuleta Alejandro, F.: Gades y su acueducto: una revisión. En La Captación, los usos y la administración del agua en Baetica: Estudios sobre el abastecimiento hídrico en comunidades cívicas del Conventus Gaditanus. UCA, 2008 Pgs.114-169.
- López, Tomas: Mapa geográfico de los términos de Xerez de la Frontera Tempul Algar sus despoblados y pueblos confinantes : Dedicado al Excmo. Señor Conde de Florida Blanca... Madrid 1787.
- Martín Gutiérrez, E.: La identidad rural de Jerez de la Frontera. Territorio y Poblamiento durante la Baja Edad Media. Servicio de publicaciones Universidad de Cádiz, 2003. P. 77, 120.
- Sánchez López, E.: Introducción a los acueductos romanos en Andalucía. Arqueología y Territorio. Nº 5, 2008
- Perez Marrero, J. y Bestué Cardiel, I.: Avance del estudio hidráulico del acueducto romano de Gades. IV Congreso de las Obras Públicas en la Ciudad Romana. CITOP. Lugo 2008.


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19 marzo 2011

Foto denuncia.
Vandalismo en el Embarcadero de la Marina


Como miembro de la Plataforma para la Recuperación del Rancho de la Bola, acompañé hace apenas un año al periodista Pedro Ingelmo y al fotógrafo Manuel Pascual en un recorrido por la finca del Rancho de la Bola. Estaban entonces recopilando material para un artículo sobre este antiguo polvorín de la Armada. Unas semanas después se publicó en Diario de Jerez y Diario de Cádiz un magnífico reportaje que con el título “El Polvorín fantasma”, indagaba en la pequeña historia de aquellas instalaciones militares, hoy abandonadas.

Tras recorrer los edificios y hangares semiderruidos del Rancho y después de asomarnos a los túneles donde en otro tiempo se almacenaban los explosivos más peligrosos, aún quedaba otra sorpresa. Un corto paseo de algo más de un km. nos acercó hasta las orillas del río Guadalete donde aún se conserva el embarcadero construido en su día por la Marina, hace 50 años. Hasta aquí llegaban los obuses, minas y torpedos que se trasladaban en barcazas por el río desde El Puerto, para su almacenamiento en los hangares y túneles del Rancho de la Bola.

A diferencia del resto de las instalaciones, en alarmante estado de ruina, el embarcadero aún se mantiene en pie, en buen estado de uso, mostrando una gran solidez que permitiría su reutilización como espacio de ocio para la pesca o el piragüismo, tal como reclama la Plataforma para la Recuperación del Rancho de la Bola.

Pedro Ingelmo, escribía en aquel artículo, en relación con el embarcadero: “…El muelle sigue existiendo, aunque abandonado, inútil. Fue tapado por las recientes inundaciones, pero ahora está unos metros alejado del caudal. Contamos con pasos su superficie. Cerca de 300 metros cuadrados con los norays intactos para amarrar embarcaciones. El río pasa a nuestro lado. Al fondo, a unos 700 metros, una arboleda marca el inicio del parque natural de la Bahía. El Puerto está cerca y este río debería estar lleno de vida, de piraguas, de chiquillos. Aquí no hay nada”.

Sin embargo, hoy ya no podría decir lo mismo ya que los cuatro norays que el embarcadero tenía en sus esquinas han sido “literalmente”, arrancados, llevándose con ellos algo más que cuatro sólidas piezas de hierro fundido en las que se amarraban las barcazas de la Marina. Los norays daban, sin duda, el “toque” marinero a esta amplia plataforma de hormigón que fue un embarcadero y que, hoy sin ellos, se nos muestra desnuda y sin “alma”.

El embarcadero que, por muchos motivos constituye ya una pieza del “patrimonio rural” por su vinculación a la historia del este rincón del río, estaba llamado también a ser un elemento de primer orden en los futuros proyectos de uso público del río y sus riberas.

Nuestro amigo Antonio Barroso ya nos había advertido hace unos días del acto vandálico que se había realizado aquí. Pero ha sido hoy, cuando nos hemos acercado a ver los efectos en el cauce del río de la bajamar equinoccial de esta primavera, cuando hemos descubierto la gravedad de aquello que se nos dijo. Desconocemos quien –solo o en compañía de otros- ha perpetrado tamaño destrozo. Es seguro que para ello ha tenido que llegar hasta aquí provisto de un martillo y una cizalla neumáticos.

Ignoramos quien ha robado –nos ha robado a todos- estos norays con los que el antiguo Embarcadero de la Marina ha perdido sus elementos más valiosos. Dejamos aquí constancia –con rabia- de este triste suceso, y lo denunciamos.


Para ver más árticulos sobre Foto denuncia "entornoajerez"...
Aquí puedes ver otros artículos sobre Patrimonio en el medio rural "entornoajerez"...

14 marzo 2011


El 711, mil trescientos años después (I)


Continuando con nuestra serie de artículos para conmemorar los XIII siglos de la Batalla de Guadalete, traemos hoy el interesante trabajo de nuestro compañero del CEHJ, Alberto Manuel Cuadrado Román, (quien nos ha facilitado amablemente el texto) en el que se aportan fuentes documentales que nos ayudan a conocer mejor este episodio trascendental de nuestra historia.

Don Rodrigo“Uno de los más importantes acontecimientos de la historia de España ocurre en nuestro suelo. En el año 711, las huestes visigodas de don Rodrigo son derrotadas por un ejército musulmán proveniente del Norte de África, con un contingente de tropa, en su inmensa mayoría, de procedencia bereber y árabe. Esta derrota supone la desaparición de la monarquía Hispano-visigoda y la llegada de un nuevo pueblo con una nueva religión y una nueva cultura. La Edad Media española tiene un nuevo sello de identidad, que la diferencia del Medievo del resto del continente. Los visigodos, asentados ya durante tres siglos en lo que fue la provincia romana de Hispania, mantenían una gran inestabilidad política debido a las continuas disputas nobiliarias. Este elemento fue decisivo en la marcha de los acontecimientos.

Río GuadaleteY aconteció una épica batalla en nuestra tierra. La tradición la ha bautizado con el nombre de Batalla del Guadalete, ya que, según ésta, tuvo lugar en las orillas de este río en algún lugar del término jerezano. Como es bien sabido, la tradición, la leyenda y la historia a menudo se enfrentan y provocan un amplio y dilatado debate entre investigadores, estudiosos y aficionados a la historia; por ello, también esta ‘batalla de batallas’ de la historia de España ha recibido el nombre de ‘Batalla de la Janda’, puesto que no son pocos los especialistas que aseguran que fue en las orillas de este lago donde aconteció el enfrentamiento. Trataremos, en la medida de lo posible, de aportar un poco de luz sobre los hechos que acontecieron, a través de varios artículos, valiéndonos de las fuentes tanto árabes Rey Rodrigo (Eugène Delacroix)como cristianas, inmediatamente posteriores a la conquista de buena parte de la Península, que describen con todo lujo de detalles la batalla.

Hay un libro, poco conocido, escrito por Simón de la Rosa y López, catedrático de la Universidad de Sevilla, en el año 1911, y que lleva por título: ‘El lugar en que se dio la batalla del Guadalete’. En dicho libro escribe lo que será para nosotros la tesis principal de nuestros artículos. En la página 8 dice lo que sigue: “…sentaremos como un hecho que la batalla del Guadalete se dio junto a Jerez de la Frontera, a orillas de su expresado río, el 19 de julio de 711 de Jesucristo, si es cierta la fecha que le señalan los mejor informados en la materia…”.

Las fuentes que tenemos son las crónicas de los escritores cristianos y las crónicas y libros árabes, entre ellas están las que fueron inventariadas por Casiri en la Bibliotheca Escurialensis. Veamos cómo refieren el hecho las crónicas árabes. Dice Al Himyari en el Kitab Al Rawd Al-Mijtar, 340: “…Lakko. Ciudad de Al-Ándalus en el territorio de Sidonia. A orilla del río de esta, el rey de Al- Andalus, Rodrigo, a la cabeza de sus tropas cristianas, se encontró con Tariq Ben Ziyad acompañado de sus contingentes musulmanes el domingo 28 Ramadan del año 92 de la Hégira (19 de Julio de Río Guadalete711)…”. Este fragmento está extraído del libro de Juan Abellán Pérez ‘El Cádiz islámico’, UCA, 1996.

El propio historiador sirio-maronita Casiri recoge en la crónica de Aben Aljatib: “…El río Led, del distrito de Jerez... ” (Casiri,II.183). Al Idrisi, traducido por Conde, también lo recoge en su ‘Dikru ál-Ándalus’ (Descripción de España). Este geógrafo del siglo XII escribe: “…salió contra las hueste musulmanas, y peleó con ellas Edhrik, rey de Arrum, y fue con él el combate sobre Nahr-led de los términos de Xeris, y fue muerto en ella, y se consiguió la conquista del Andalus…”. Edhrik es, desde luego, Rodrigo. Arrum, significa Grecia. Genéricamente, todo lo occidental. Xeris es Jerez. El término Nahr, significaría, en bereber río.

Lamento de Rodrigo (Dibujo de Henry Warren)En su ‘Conquista de España por los Árabes’, escrita por Al Makkari, tomo 1.º, página 156 y ss., escribe: “…El ejército de Rodrigo constaba de 100.000 hombres, frente a los 12.000 combatientes de Tarik. Con ellos estaba Julián, conde de Ceuta, con sus tropas. Cuéntase que cuando estuvieron próximos los dos ejércitos, los hijos de Witiza, se concertaron para hacer traición a Rodrigo, diciéndole (a Tarik) que aquel (Rodrigo) había usurpado el trono de su padre, prometiendo que se pasarían a él en el momento del combate. El encuentro fue a orillas del Guadalete, distrito de Sidonia, en Julio del 711. Encontráronse los dos ejércitos en el lago, y combatieron reciamente, hasta que las alas derecha e izquierda del de Rodrigo, que estaban al mando de los hijos de Witiza, emprendieron la fuga. El centro, en que estaba Rodrigo resistió un poco, hasta que se desmoronó. Los musulmanes los persiguieron, causándoles gran matanza. Perdióse la huella de Rodrigo, y nada se supo de él; sólo encontraron su caballo que tenía una silla de oro, con rubíes y esmeraldas…”.

Río GuadaleteEn el ‘Ajbar Machmuá’, obra anónima de lsigloXI (antes conocida como el Anónimo de París): ‘… Encontráronse Rodrigo y Tarik, que había permanecido en Algeciras, en un lugar llamado El Lago, y pelearon encarnizadamente; mas las alas derechas e izquierdas, al mando de Sisberto y Obba (Opas), dieron a huir, y aunque el centro resistió algún tanto, al cabo Rodrigo fue derrotado… el 28 de Ramadhan y concluyó el 5 de Xawel (19-26 de Julio)…’. Entre las Crónicas medievales cristianas (Cronicones): 1, La Crónica de Isidoro de Beja, llamado el Pacense, o Pax Julia, escrito hacia el 750. 2, Texto del continuador del Biclarense (724). 3, Texto de PabloDiácono (mediados del siglo VIII). 4, Texto de De Sebastián De Salamanca (870) . 5, Crónica del monje de Albelda ( Albeldense). 6, La crónica de Vulsa. 7, Texto Moissiacense. 8, Texto del Anónimo Lusitano (mitad del siglo XII). 9, Texto del Monje de Silos (mediados del Rodrigo Jiménez de Radasiglo XI). 10, Texto de Lucas de Tuy. El contenido de estos textos coincide básicamente en la descripción que de la batalla hacen las fuentes árabes.

Destaca sin lugar a dudas como primera obra histórica, considerada como tal, basada en hechos y no en leyendas, El Códice de Toledo. También es conocido como la Historia Gótica y el Cronicón Toledano. Su verdadero nombre es De Rebus Hispaniae. Esta obra fue escrita por el arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada, en el siglo XIII, hacia 1243. Y dice lo siguiente: (1. III, c. 20) ‘Cumque venissent ad fluvium qui Guadalete dicitur, prope Assidoniam quae nunc Xerez dicitur.’ ([Vino -el rey Rodrigo- con su ejército para resistir a los moros] y cuando llegó al río que se llama Guadalete, cerca de Asidona, que ahora se llama Jerez).

Frente a los historiadores que sitúan la batalla en Guadalete, otra corriente de historiadores: Gayangos que traduce la crónica de Al Razi (Crónica del moro Rasis), Saavedra, y sobre todo, Reinhart Dozy, la sitúan en La Janda (Barbate). Basándose en la Claudio Sánchez-Albornoztraducción de algunos cronistas de la palabra, ‘Wadi-Becca’, Dozy, en el manuscrito de Leiden (1848), de Ebn Ádzari, ‘Historia de España y África, y en su Historia de los musulmanes de España’, la sitúa en el río Salado (Barbate). También lo hace Miguel Mancheño y Olivares en su libro ‘La Batalla del Barbate’, (1899).

Otra moderna corriente de historiadores son ‘negacionistas’. Es decir, sostienen que la batalla nunca tuvo lugar. El historiador Claudio Sánchez-Albornoz, en sus ‘Estudios Polémicos’ (1979), escribe que“…Táriq y Rodrigo lucharon en el Wádi Lakka, o lo que es igual, en el Guadalete…”. Para ello enumera a los historiadores y cronistas árabes en los que basa su afirmación (Al-Wáqidi, Ibn Habíb, Ahmád al-Rázi, Ibn al-Qutiya, Ibn Hayyán, Ibn al-Atór, Ibnal-Abbár, Ibn Ïdári, Al-Nuwayrí, Ibn al-Jaatíb, Al-Himyarï y Al- Maqqarï). Parece evidente que la Batalla de Guadalete, ocurrió en un lugar llamado Wádi-Lakka. Osea el río del Lago o el río de Lacca. Sobre esta batalla, trataremos ampliamente en el próximo artículo”.

Alberto Manuel Cuadrado Román. CEHJ.
(Publicado en D. de Jerez, 08/03/2011)

Otros artículos sobre La Batalla de Guadalete publicados en "entornoajerez"

05 marzo 2011


Por Los Alcornocales hacia el Mojón de la Víbora (II)



(Continuación de la entrada anterior)

En nuestro camino desde El Puerto de Gáliz hacia el Mojón de la Víbora, cruzando por estos inigualables parajes del Parque Natural de Los Alcornocales, hemos dejado atrás los pinares de pino negral que flanquean la calzada. Entre los pkm 14 y 13 la carretera discurre por las laderas forestales del Cancho de las Caretas. Los pequeños muretes que la acompañan en algunos tramos están formados por bloques de piedra de la roca conocida como “arenisca del Aljibe”, principal constituyente de estos montes que descubrimos por sus llamativos colores. En ocasiones el bosque se salpica con grandes bloques rocosos, con peñas o mogotes que emergen entre la arboleda. En las zonas en las que el alcornocal es menos denso, o donde se encuentra más aclarado, el suelo se cubre con un espeso brezal que desde finales del invierno se cubre ya con sus diminutas flores rosadas y blancas.

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