Entre los principales objetivos de la Directiva Marco de Agua (DMA) se encuentran el conseguir que las aguas de nuestros ríos gocen de buen estado ecológico y sus cauces mantengan unas adecuadas condiciones hidrológico-hidráulicas para que, en la medida de lo posible, recuperen sus funciones elementos vertebradores del territorio y como espacios naturales y culturales. Estas han sido también las referencias que, a decir de las administraciones implicadas, han marcado las actuaciones de limpieza y restauración ambiental que se están llevando a cabo en el Guadalete durante el verano de 2011. Hoy visitamos las obras realizadas en las riberas del río a su paso por Los Llanos de La Ina, en el tramo comprendido entre la Ermita y La Greduela.
Estas vegas han sido, tradicionalmente, uno de los puntos más afectados por las crecidas del río, habiendo sufrido, como pocos lugares, graves inundaciones que han anegado las parcelas de cultivo, las viviendas diseminadas por este amplio territorio, las carreteras y caminos agrícolas… La barriada rural de La Ina, la de Las Pachecas, las casas de los colonos de La Greduela , los parajes de Los Cejos del Inglés, Los Villares… se quedaban en un completo aislamiento y rodeados por una inmensa lámina de agua cada vez que el río se desbordaba por los llanos. La carretera que une el Puente de Cartuja con Torrecera, única vía de comunicación que da acceso a La Ina, se ha visto cortada siempre que el río se desborda, especialmente en los tramos situados junto al Puente de la autovía de Los Barrios y en el que pasa junto La Ermita.
Pero si hay un lugar que durante décadas ha sido sensible a las crecidas del río y ha sufrido como ningún otro la escasa capacidad de desagüe de su cauce, ese ha sido sin duda La Greduela. Hasta la construcción en 2005 del nuevo puente, este rincón de la vega baja del Guadalete era el “punto negro” en cuanto a aislamiento de los vecinos se refiere. El viejo puente, que con frecuencia se veía cubierto por el río en sus avenidas dejando aislados a los vecinos, sería sustituido por el existente en la actualidad, inaugurado el 8 de diciembre de 2005.
Si bien la renovación del puente y la elevación de su tablero han conseguido reducir en buena medida el aislamiento, este tramo del Guadalete reclamaba urgentes actuaciones ya que la sección del canal fluvial había quedado reducida a la mínima expresión. Bastaba situarse en el centro del puente y mirar a ambos lados del cauce para comprobar que se encontraba totalmente aterrado, con grandes depósitos de sedimentos en su lecho que iban aumentando de espesor en ambos márgenes merced a la protección que le brindaban los grandes eucaliptos que habían crecido sobre ellos.
Esta invasión de la vegetación y el incremento de arcillas y limos en las riberas se había venido intensificando desde finales de la década de los sesenta del siglo pasado. La sobrerregulación de la cuenca con la construcción de embalses, la extracción de importantes caudales para riegos del propio río, el incremento de las roturaciones en la vega, el aumento de la extracción de áridos en las parcelas colindantes a las riberas, el cese de extracción de arenas del cauce por los viejos areneros que con sus barcas y dragalinas realizaban un limpieza “sostenible” (como diríamos ahora) de las riberas y el cauce… fueron algunos de los factores que influyeron en la alteración de la dinámica natural del Guadalete.
Conviene recordar que en este tramo del río se pusieron en regadío, a mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado, varias fincas ribereñas en la zona de
los Llanos de la Ina y La Gredera. Entre ellas se encontraba la de
La Greduela que quedaba prácticamente “encerrada” en un meandro de la margen derecha. Para facilitar el acceso a los colonos, que llegaban a sus parcelas por un accidentado camino que enlazaba con la carretera que une Lomopardo y Estella,
se habilitó una barca en el punto conocido como Venta de las Carretas que dejó de utilizarse a finales de los sesenta, al construirse en este lugar un pequeño puente sustituido en 2005 por el actual. Hay que subrayar como los estribos y pilares del puente y los escalones laterales que se trazaron en las riberas, contribuyeron también a la acumulación de sedimentos en el río.
Pero sin duda fue la construcción del dique de protección de las parcelas de La Greduela, el elemento que más contribuyó a alterar el funcionamiento natural del río ya que, indirectamente, provocó el desarrollo de una nueva banda de vegetación en los sedimentos del propio cauce, especialmente en la margen derecha, a los pies del dique, como aún puede verse. Junto a ello, en la orilla izquierda -en las proximidades de la Ermita de La Ina- se levantaron escolleras de protección en la ribera para frenar la acción erosiva del río y se plantó un bosquete de eucaliptos tratando de defender así la margen izquierda junto a la que pasa la carretera que cruza los Llanos. Como consecuencia de todas estas intervenciones el cauce se fue rellenando de sedimentos y los eucaliptos, ausentes en estos parajes hace cincuenta años, fueron extendiéndose en todas las riberas en detrimento de la vegetación natural. Sauces, álamos, fresnos, olmos, tarajes, fueron desplazados por los omnipresentes eucaliptos así como por otras especies foráneas que aún pueden verse en estos parajes, entre las que destacan Acacia karoo y Gleditsia triacanthos.
Para tratar de recuperar la vegetación natural de sus riberas, y devolver al cauce su capacidad de transporte, aumentando su sección, se han venido realizando durante todo el verano distintas actuaciones en el tramo comprendido entre La Ina y las riberas del
Palomar de la Greduela. Basta que el lector curioso se asome a la Ermita de la Ina, al Puente de la Greduela, o a los alrededores de la Venta de las Carretas para comprobar el gran calado del trabajo que se está realizando que facilitará la circulación de los caudales de avenida, y mejorará el funcionamiento del río en los episodios de grandes lluvias. Aunque los trabajos todavía no han terminado, quien pasee por las riberas de este tramo, quien lo haga por el sendero del dique de La Greduela o quien, simplemente, se asome al río, descubrirá una escena fluvial desconocida y prometedora.
Es de esperar que, cuando los trabajos finalicen y se retiren los sedimentos del cauce, se acometan tareas de repoblación de las riberas. En estos sotos abundan los sauces, álamos o tarajes, y cabe suponer que con la eliminación de un gran número de eucaliptos encuentren menos competencia y puedan de nuevo ocupar su espacio natural. Más escasos son los fresnos y más aún los olmos, aunque ambas especies cuentan con ejemplares aislados en las riberas de La Greduela que podrían incrementarse con una adecuada repoblación. Si a todo ello añadimos las grandes posibilidades que para la creación de senderos fluviales (por el dique, por las orillas del río aguas arriba y abajo del Puente de la Geduela, por el entorno de la Ermita de La Ina hasta la zona de
La Gredera….), guardan estos parajes, llenos de atractivos culturales y etnográficos, estamos seguros de que la recuperación del Guadalete en este tramo podrá ser también un elemento que contribuya al desarrollo rural de la zona. De todas estas cuestiones, de los
valores que encierran los Llanos de la Ina nos ocuparemos más a fondo en tora ocasión.