Entre los humedales que en tiempos pasados podían encontrarse en muchos rincones de nuestra campiña, la laguna de Torrox era uno de los más cercanos a la ciudad y, por tanto, de los más conocidos. Ubicada al sur de la población, en una zona deprimida con cotas inferiores a los 10 msnm. La de Torrox era una laguna estacional que solía secarse en los estíos acusados. En época de grandes lluvias se transformaba en un extenso aguazal cuya lámina ocupaba entre 10 y 15 hectáreas, una superficie similar a la de la actual laguna de las Quinientas, según se desprende de la información cartográfica de hace un siglo.
El lector habrá observado que, al referirnos a la laguna de Torrox, hablamos en pasado por la sencilla razón de que ya no existe. En el lugar que ocupaba encontramos ahora un ¿estanque, zona verde, humedal…? del que en este verano se han ocupado a menudo los medios de comunicación ya que la “recuperada laguna de Torrox”, como se conoce a este espacio ha sido noticia porque los vecinos que residen en las urbanizaciones circundantes han denunciado reiteradamente los problemas más relevantes que le afectan. Mortandad de peces, aterramiento del estanque de cabecera, nubes de mosquitos en el tarajal, suciedad del agua, basura en los vasos de la laguna, deterioro de las zonas verdes, falta de riego en la arboleda perimetral en la que se han perdido muchos árboles, actos vandálicos en el mobiliario urbano, destrucción del camino que la bordea… son sólo algunos de los asuntos que aparecen en las denuncias y que se repiten, prácticamente desde su puesta en funcionamiento en el año 2007.
No les falta razón a los vecinos al quejarse una y otra vez del abandono de este espacio: muchos de ellos se siente “engañados”. Conviene recordar que la “recuperación de la laguna de Torrox” fue en su día el principal reclamo para la urbanización de este rincón de la ciudad y que la misma se publicitó por los responsables políticos y las promotoras inmobiliarias como la solución para dotar a la zona sur de Jerez de un nuevo y atractivo espacio verde que a la vez resolvía los episodios de inundaciones que, un año sí y otro también, venían sufriendo barrios como La Liberación, Santo Tomás de Aquino, Federico Mayo o el Polígono Industrial El Portal.
Cinco años han bastado para poner en evidencia aquellas buenas intenciones: el espacio verde se ha “abandonado” a su suerte y la solución técnica adoptada no funciona como se había planeado, a juzgar por el aterramiento y la colmatación de lodos de la primera laguna. El coste de devolverle su capacidad de embalsamiento y de retirar los sedimentos depositados en el vaso es, hoy por hoy, inasumible. Ya existen informes oficiales que, como veremos, subrayan que este último aspecto NO TIENE SOLUCIÓN A CORTO PLAZO y que, aún en el hipotético caso de que se invirtieran importantes sumas en su restauración, bastaría un nuevo episodio de lluvias intensas como las sufridas hace dos años para que nuevamente se cubriera de lodo, cuando menos, el primer estanque. Y es que, pese a la vocación de zona verde y de “humedal” con la que fue recuperada esta antigua laguna, el producto final no es sino un “tanque de tormentas” o, si se quiere, en un cauce alternativo al antiguo Arroyo de Morales que aunque no vertía sus aguas en la laguna, la llenaba también en sus desbordamientos, laminando así sus crecidas. Este arroyo, cuyo cauce atravesaba el actual Polígono Industrial El Portal tenía, como veremos, una salida natural al Guadalete en las proximidades de la actual EDAR. Ésta se vio seriamente alterada en los años 60 con la construcción del citado polígono. El desvío artificial de este arroyo, “canalizado” ahora a través
de la “nueva” laguna de Torrox y de su aliviadero está provocando buena parte de los problemas de aterramiento que sólo con grandes inversiones podrían evitarse.
En las líneas que siguen vamos a tratar de conocer más a fondo este problema a través de una mirada al pasado de esta laguna, de un recorrido por la red hidrográfica que en la actualidad la alimenta y de las obras que se realizaron hace unos años para evitar las inundaciones de la zona.
Torrox: una laguna con historia… y con un nombre cambiante.
Torrox, Torroy, Torrós, Torroz, Torró, Torro… son algunos de los nombres con los que se ha conocido este humedal de la zona sur de Jerez, tal como hemos podido constatar en la cartografía histórica o en distintas fuentes documentales.
Para el profesor Emilio Martín Gutiérrez el topónimo Torrox, presente también en otros lugares de Andalucía, “puede hacer referencia a una villa rural fortificada, a un tipo de torre exenta o a un recinto torreado de carácter defensivo” (1) existente en la zona que, recordemos, no queda muy lejos de dos enclaves históricos importantes: la sierra de San Cristóbal y la antigua Sidueña (Doña Blanca). La existencia de la Torre de Torrox (2) está constatada documentalmente, tal como se desprende de la descripción del amojonamiento realizado en la cannada de Guadaxabaque e Garciagos por el juez de términos Alfonso Núñez en 1434, según expone este mismo autor.
A mediados del siglo XVIII el historiador Bartolomé Gutiérrez se refiere al lugar como “marismas de Torroy” y así, al describir en su Historia… de Xerez de la Frontera, el curso del arroyo de Guadajabaque apunta: “Demás envejesida memoria consideramos el arroyo que oy tiene el nombre de Guadaxavaque, conservando en el idioma arábigo la denominación de Rio que, aunque este corre ahora por lomas bajo de las Playas y cercano á las marismas de torroy, en aquellos siglos venía circundando la vecindad de los muros y rodeaba el circuito por la ensenada que ay sobre la hoyanca de San Telmo, sobre el cerro del fruto…”. (3)
Un siglo más tarde Madoz, en su conocido Diccionario, menciona esta laguna con el nombre de “Torrós” (4). Al mencionar las lagunas más destacadas del término de Jerez señala que “…son las tituladas de Torrós, Medina, El Cuervo, Rajamancera, Gami, Torres, Alcornocalejo y Caños de Uza".
Diferentes fuentes cartográficas de finales del siglo XIX y del XX recogen este humedal si bien le asignan distintos nombres. Así, por ejemplo, en el plano de Lechuga y Florido (1897) figura como Torroz (5). López Cepero, en su Plano Parcelario del Término de Jerez (1904), “recupera el tradicional topónimo de Torrox (6), que vuelve a “perderse” para la cartografía oficial en la primera edición del mapa del Instituto Geográfico Nacional (1917), donde figura como laguna de Torró (7). En el Mapa provincial de 1935 la encontramos como L. de Torro y como Torró de nuevo en la edición de 1988…(8). Hoy, seis siglos después de las primeras citas, este espacio recupera con fuerza su viejo nombre de Torrox, de resonancias latinas. Lástima que lo hace cuando ya ha desaparecido como laguna.
La antigua laguna de Torrox.
La que denominaremos “antigua laguna de Torrox”, para diferenciarla de los estanques actuales, pervivió, poco más o menos, hasta la década de los 60 del siglo pasado. Fue entonces, con la construcción del Polígono Industrial El Portal, cuando la zona sufrió grandes transformaciones al cortarse la salida natural del Arroyo Morales al Guadalete y al transformarse el vaso de la laguna, progresivamente, en un vertedero de escombros. Ello no era obstáculo (más bien todo lo contrario) para que en época de lluvias persistentes se formaran grandes láminas de agua y se provocaran graves inundaciones en diferentes barriadas de la zona sur, levantadas en un sector en el que el arroyo de Guadajabaque (o de Morales) laminaba históricamente parte de sus crecidas.
Sea como fuera, la antigua laguna de Torrox ocupaba una superficie que estimamos entre 10 y 15 has., mucho menor que la que presenta en la actualidad, como puede deducirse de la cartografía que acompaña a este artículo y que ilustra su ubicación exacta hace un siglo. El lector puede hacerse una idea muy aproximada de como era la antigua laguna en las fotos aéreas del conocido como "Vuelo americano de 1956", una ortofotografía que hemos presentado superpuesta, a la misma escala, con la de la laguna actual gracias a la aplicación que nos facilitan la Consejería de Medio Ambiente y Google Earth. En esta imagen puede comprobarse como la antigua laguna se nos muestra en esas fechas con un vaso de superficie prácticamente circular cercano a los 300 m. de diámetro. La lámina de agua, en esta fotografía, apenas supera las 5 has, si bien se aprecia claramente el perímetro de la cuenca lagunar que en
momentos de máxima capacidad pudo ocupar unas 15 has. El emplazamiento de la antigua laguna se encontraba, como puede comprobarse en un rincón del segundo de los actuales estanques, con lo que queda claro que su superficie era mucho mas reducida, habida cuena que la superficie actual supera las 50 hectáreas y que en los rebosamientos, esta superficie casi se duplica. Veamos con más detalle su antiguo emplazamiento.
Al oeste estaba limitada por la Hijuela o Camino de Pozo Nuevo, que en dirección sur conducía hasta la Cañada del Carrillo, a los pies de la Sierra de San Cristóbal y coincide, en parte de su trazado, con la vía que actualmente separa los dos vasos de la laguna (y que da acceso a una tonelería, al desguace y al centro de Siloé) para continuar entre viñas hasta San Cristóbal. Al este, lindaba con la Hijuela de Torrox que desde las cercanías del Balneario, se adentraba en las viñas del Cerro de la Liebre y de los pagos de Torrox y Parpalana, discurriendo en su tramo inicial por la base del cerro de Gibalcón (actual Loma de los Toruños) que hoy pone el telón de fondo del segundo estanque. Al sur, la laguna tenía como límite las laderas de los viñedos y olivares de Torrox, ocupadas en la actualidad por urbanizaciones y por una fábrica de ladrillos. Al norte la bordeaba la cañada de Guadajabaque (o de La Loba) que formaba un gran arco entre la carretera de Sanlucar y el Balneario, paralelo al curso del antiguo Arroyo de Guadajabaque cuyo curso transcurría, como veremos, por lugares hoy absorbidos por urbanizaciones y por un amplio sector del Polígono Industrial El Portal.
Hasta mediados del siglo pasado debió conservar su condición de “humedal”, esto es de espacio natural con la fauna y vegetación propia de estos espacios. Por distintas razones pensamos que los naturalistas ingleses Chapman y Buck se refieren a este lugar cuando describen en su libro La España inexplorada (1910) un paseo matinal que realizan por una laguna muy cercana a la ciudad: “Nos encontramos ahora en nuestro “pantano local” a una milla o dos de distancia; es a mediados de febrero. A quince yardas una docena de cigüeñuelas avanzan con pasos majestuoso en el agua; cerca hay un grupo de agujas, algunas de ellas escarbando en el cieno y el resto arreglándose las plumas con el pico en excéntricas poses. Más allá, la orilla más seca se halla adornada con garcillas bueyeras (Ardea bubulcus), blancas como la nieve, algunas de ellas posadas sobre el ganado, librándoles de las garrapatas que tanto le atormentan. De esta forma, a menos de cincuenta yardas, hemos podido contemplar tres de las aves más raras y exquisitas en Gran Bretaña. Y la lista puede ser ampliada. Un aguilucho lagunero, con vuelo amenazante y barriendo con sus amplias alas los aneales, cruza el pantano, espantando a un ánade real y a varias agachadizas. Hay cigüeñas y zarapitos trinadores a la vista (aunque estos últimos posiblemente sean zarapitos finos) y hay una banda de sisones agazapados entre los palmitos a 500 yardas. De un sumidero de la ciénaga salta un andarríos grande; y cuando tomamos el camino de vuelta, ambientados por el sonido de las ranas toro y alacranes cebolleros, resuena sobre nuestras cabezas el trompeteo de las grullas que surcan el cielo en su camino hacia el norte”(9). Todo un espectáculo natural que nos gustaría presenciar cuando la “recuperación” de Torrox se lleve a cabo algún día.
En la próxima entrada nos ocuparemos de la destrucción y la posterior transformación de este espacio que, como veremos, no acaba de “recuperarse” como laguna.
Para saber más:
(1) Martín Gutiérrez, E.: Análisis de la toponimia y aplicación al estudio del doblamiento. El Alfoz de Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media. En Historia Instituciones y Documentos, nº 30. Universidad de Sevilla, 2003. Pg 291.
(2) Martín Gutiérrez, E.: La organización del Paisaje Rural durante la Baja Edad Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera. Universidad de Sevilla-Universidad de Cádiz. 2004. Pgs.239-240.
(3) Gutiérrez, Bartolomé.: Historia del estado presente y antiguo de la mui noble y mui leal ciudad de Xerez de la Frontera, Edición facsimil. BUC. Ayuntamiento de Jerez, 1989, vol I P. 48-49
(4) Diccionario Geográfico Estadístico Histórico MADOZ. Tomo CADIZ. Edición facsímil. Ámbito Ediciones. Salamanca, 1986. Pg. 246.
(5) Plano de Término Municipal de Jerez de la Frontera. Escala 1: 100.000. Antonio Lechuga y Florido. 1897
(6) Plano Parcelario del Término de Jerez de la Frontera. Adolfo López Cepero. 1904. Ayuntamiento de Jerez.
(7) Ediciones de 1917 de las hojas 1048 (Jerez) y 1062 (Paterna) del Mapa del IGN.
(8) Provincia de Cádiz. Escala 1:200.000. Instituto Geográfico y Catastral. 1935 y Mapa Provincial. Cádiz. Instituto Geográfico Nacional. Escala 1:200.000. MPOU. 1988
(9) Chapman, A. y Buck, W.J.: La España Inexplorada. Junta de Andalucía y Patronato del Parque Nacional de Doñana. Sevilla, 1989. pp. 424-425.
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