Del 2012 (la casilla de Albardén) al 2013 (el pozo de Majarromaque), con nuestros mejores deseos.




En este día tan especial en el que un año termina queremos desear a todos los lectores y amigos que se asoman por esta ventana de “Entornoajerez” nuestros mejores deseos para el año nuevo, a punto de comenzar.

El que se va ha sido un mal año, marcado por los recortes y por esa “crisis” que, de una manera u otra, nos está afectando a todos y a todo. Como metáfora de lo que el 2012 se ha llevado consigo y de los deseos de superación que depositamos en 2013, hemos querido traer a estas páginas dos ejemplos que ilustran las tristes secuelas de uno y las esperanzas de mejora y renovación que ansiamos para el otro.

La casilla de Albardén

Por tierras del cortijo de Albardén, en las laderas del cerro de Maga-llanes, junto a la carretera que discurre perezosa entre Majarro-maque y La Misericordia, llama la atención del viajero una casa aislada entre los sembrados. Hace ya muchos años, la habitaban varias familias de trabajadores del cortijo. Frente a ella, el pozo de Albarden, alimentado por un manantial que brota hasta en los días más secos del verano, abastecía de agua a sus moradores y al ganado.

Era una casa sencilla, con su tejado a dos aguas y sus tres chimeneas que humeaban al llegar el otoño. Una casa que estuvo en este lugar desde “siempre”, asomada a las vegas del Guadalete que cruza por aquí esa línea imaginaria que divide los términos de Jerez y Arcos. Mucho antes de que se construyeran los poblados de colonización, y de que las primeras familias se asentaran en Majarromaque, en La Misericordia, en la Vega de Casina, la casa ya estaba allí.

Su presencia no pasaba inadvertida entre las soledades de las lomas, y recortada su silueta contra los sembrados o contra el horizonte, esta sencilla casa formaba ya parte del paisaje.

Hace varias décadas dejo de estar habitada, pese a lo cual se mantenía en pie gracias a los cuidados que le proporcionaban y así, se apreciaba desde la carretera como un día se reparaba una parte del tejado, como otro se repellaban los desconchones de la fachada, como lucían –siempre- sus muros encalados entre los trigales.

Un día, vimos como una de sus chimeneas se había desplomado y cuando al pasar de nuevo, varias semanas después, todo seguía igual, supimos que algo había cambiado. Se derrumbó más tarde parte de su tejado y en pocos meses, el tiempo trajo consigo, implacable, el deterioro que ahora muestra como triste símbolo de los días que corren.

El pozo de Majarromaque

Muy cerca de allí, en la entrada del pueblo de Majarromaque, viniendo desde La Barca de la Florida, recibe al viajero, junto al arcén de la carretera un viejo pozo, un pozo centenario con su abrevadero, construido al pie del antiguo “camino del Encinar de Vicos”.

Durante décadas, el pozo ha resistido el paso de los años acusando en la media naranja de su bóveda las muestras del abandono. Su pequeña cúpula, que antaño tuvo mejores días vestida con el blancor de la cal, se veía siempre gris, mostrando aquí y allá los huecos de ladrillos perdidos, de piedras caídas, de desconchones que anunciaban la dejadez, el descuido, la desidia…

Al pasar, y para rendirle un sencillo homenaje, nos gustaba parar siempre a refrescarnos con sus aguas que en un pequeño reguero caían desde el pilar y alimentaban las olorosas matas de mastranzo que crecen a sus pies.

Un buen día, al acercarnos por la carretera, nos llamó la atención en la distancia, asomando entre los jaramagos de la cuneta, una lejana blancura. Al acerarnos disipamos las dudas: había llegado la hora de que este viejo pozo recibiera, no ya las reparaciones que se realizan en una obra material, sino los “cuidados” que se le deben a esos modestos elementos del patrimonio que son todo un emblema en el paisaje del que forman parte. Como el pozo de Majarromaque.

Este pozo que ha renacido de su abandono y de su ruina y que luce, restaurada su bóveda y su pilar, más blanco que nunca. Este pequeño pozo que es todo un símbolo de lo que deseamos para el 2013.

Que tengan ustedes un buen año.

2 comentarios :

Selu dijo...

Triste lo de las casas de Albardén y esperanzador lo del pozo de Majarromaque. Ojalá en la Sierra de Cádiz y en otros lugares de nuestra provincia se lleven a cabo restauraciones de aljibes, pozos y fuentes respetando el valor patrimonial que tienen y no se dejen caer en el olvido absoluto...

Feliz Año nuevo a los hermanos García Lázaro.

Nacho Rodríguez dijo...

Qué bonita entrada con la metáfora de la casa y el pozo. Ojalá 2013 traigan muchas más entradas como esta y os deje venturosos días.

 
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