En el siglo XII, Šarīš –nuestra actual Jerez- es una ciudad andalusí de reputada fama, una de las más notables de la “provincia” o cora de Sidonia (kūrat Šidūna), de la que en los siglos anteriores fue también su capital. La riqueza y la fertilidad de este rincón de al-Andalus y la belleza de sus paisajes ya era exaltada por poetas como Ibn Giyāt o Ibn Lubbāl al-Šarīšī. A este último (m. 1187-8), debemos estas palabras:
Con estos hermosos versos arranca “La capital itinerante. Sidonia entre los siglos VIII y X” el último libro de Miguel Ángel Borrego Soto, arabista jerezano a quien debemos los más notables trabajos de investigación sobre nuestro pasado andalusí.
En esta obra, mantiene la tesis de que la Cora de Sidonia (la circunscripción o entidad administrativa y fiscal que surgió tras la ocupación árabe de nuestro territorio y que se extendía por buena parte de la actual provincia de Cádiz) tuvo en los primeros siglos de su existencia, distintas ciudades que asumieron sucesivamente su capitalidad. Esta “itinerancia” entre Madīnat Šidūna (Sidueña, Castillo de Doña Blanca), Qalsāna (Calsena. Cortijo de Casinas, Junta de los Ríos), Madīnat Ibn al-Salīm (Medina Sidonia) y Šarīš Šidūna (Jerez) es estudiada por el autor, aportando novedosos datos que apoyan su propuesta.
Como se señala en el libro “la identificación y localización de la capital o capitales político-administrativas de la cora de Sidonia (o Sidueña, kūrat Šidūna) entre los siglos VIII al X no es tarea fácil debido a la escasa y confusa información que aportan las fuentes árabes. No obstante, y gracias a los datos extraídos de algunos autores, es posible conocer el nombre de los enclaves que ostentaron el papel vertebrador de la región en algún momento de las centurias referidas.
Hasta mediados del siglo IX, Šidūna era aún la ciudad preponderante de la cora, condición que heredaba de Assidona, enclave que a finales del siglo VI, tras la crisis del Bajo Imperio Romano y el declive de Gades (Cádiz), se convirtió, con la monarquía visigoda bien asentada ya en la Península, en el centro administrativo y espiritual de la comarca. Pero a partir de las incursiones normandas del año 844, Šidūna inicia un declive paralelo al ascenso de otros núcleos urbanos como Qalsāna y Šarīš (Jerez), sucesivas capitales que al tiempo se convirtieron en centros intelectuales de cierta importancia, coincidiendo con el período de bonanza económica que la cora experimentaba en tiempos de al-Hakam II (m. 976)”.
Uno de los capítulos más sugerentes del libro es sin duda el dedicado a Madīnat Šidūna ya que en él se aborda la identificación de este enclave con el de la fenicia Asido y que sitúa en Sidueña, el actual Castillo de Doña Blanca, frente a la tesis tradicional que la asociaba a Medina Sidonia. El autor, que ya había avanzado el resultado de sus estudios en anteriores trabajos, apunta aquí de manera clara los datos básicos que le han llevado a reinterpretar las fuentes epigráficas y numismáticas, los testimonios aportados por los textos grecolatinos y las por las fuentes árabes para sostener una fundamentada propuesta que, a buen seguro, abrirá nuevas vías de investigación y no dejará indiferente al lector curioso.
“La capital itinerante. Sidonia entre los siglos VIII y X” ha sido publicado por Ediciones Presea que inicia con este título la colección A DE AL-ANDALUS, puesta en marcha para ofrecer al lector la posibilidad de adentrarse en la realidad de al-Andalus desde distintas disciplinas del conocimiento. La colección está dirigida, precisamente, por M.A. Borrego Soto, autor de este primer título, y cuenta con el respaldo de un comité de expertos integrado por Maribel Fierro, Miguel Ángel Manzano, Virgilio Martínez Enamorado, José María Gutiérrez López, José Miguel Puerta Vilchez y Fernando Nicolás Velázquez Basanta.
La capital itinerante es, además de una esmerada síntesis de los trabajos de investigación que ha llevado a cabo su autor sobre este periodo de nuestro pasado andalusí, un libro de atractiva lectura. M.A. Borrego apunta en él novedosos planteamientos que desde el primer momento invitan al lector a conocer la historia y los paisajes de la “tierra de Sidonia”. Todo un acierto.
Cuando el que está afligido contempla el bello rostro
de la tierra de Sidonia, olvida su pena.
Parece que la mano de la lluvia hubiera cubierto
de verdes brocados sus valles y majadas.
Como un aladar por las mejillas del hermoso,
Discurren los arroyos por sus marjales.
de la tierra de Sidonia, olvida su pena.
Parece que la mano de la lluvia hubiera cubierto
de verdes brocados sus valles y majadas.
Como un aladar por las mejillas del hermoso,
Discurren los arroyos por sus marjales.
Con estos hermosos versos arranca “La capital itinerante. Sidonia entre los siglos VIII y X” el último libro de Miguel Ángel Borrego Soto, arabista jerezano a quien debemos los más notables trabajos de investigación sobre nuestro pasado andalusí.
En esta obra, mantiene la tesis de que la Cora de Sidonia (la circunscripción o entidad administrativa y fiscal que surgió tras la ocupación árabe de nuestro territorio y que se extendía por buena parte de la actual provincia de Cádiz) tuvo en los primeros siglos de su existencia, distintas ciudades que asumieron sucesivamente su capitalidad. Esta “itinerancia” entre Madīnat Šidūna (Sidueña, Castillo de Doña Blanca), Qalsāna (Calsena. Cortijo de Casinas, Junta de los Ríos), Madīnat Ibn al-Salīm (Medina Sidonia) y Šarīš Šidūna (Jerez) es estudiada por el autor, aportando novedosos datos que apoyan su propuesta.
Como se señala en el libro “la identificación y localización de la capital o capitales político-administrativas de la cora de Sidonia (o Sidueña, kūrat Šidūna) entre los siglos VIII al X no es tarea fácil debido a la escasa y confusa información que aportan las fuentes árabes. No obstante, y gracias a los datos extraídos de algunos autores, es posible conocer el nombre de los enclaves que ostentaron el papel vertebrador de la región en algún momento de las centurias referidas.
Hasta mediados del siglo IX, Šidūna era aún la ciudad preponderante de la cora, condición que heredaba de Assidona, enclave que a finales del siglo VI, tras la crisis del Bajo Imperio Romano y el declive de Gades (Cádiz), se convirtió, con la monarquía visigoda bien asentada ya en la Península, en el centro administrativo y espiritual de la comarca. Pero a partir de las incursiones normandas del año 844, Šidūna inicia un declive paralelo al ascenso de otros núcleos urbanos como Qalsāna y Šarīš (Jerez), sucesivas capitales que al tiempo se convirtieron en centros intelectuales de cierta importancia, coincidiendo con el período de bonanza económica que la cora experimentaba en tiempos de al-Hakam II (m. 976)”.
Uno de los capítulos más sugerentes del libro es sin duda el dedicado a Madīnat Šidūna ya que en él se aborda la identificación de este enclave con el de la fenicia Asido y que sitúa en Sidueña, el actual Castillo de Doña Blanca, frente a la tesis tradicional que la asociaba a Medina Sidonia. El autor, que ya había avanzado el resultado de sus estudios en anteriores trabajos, apunta aquí de manera clara los datos básicos que le han llevado a reinterpretar las fuentes epigráficas y numismáticas, los testimonios aportados por los textos grecolatinos y las por las fuentes árabes para sostener una fundamentada propuesta que, a buen seguro, abrirá nuevas vías de investigación y no dejará indiferente al lector curioso.
“La capital itinerante. Sidonia entre los siglos VIII y X” ha sido publicado por Ediciones Presea que inicia con este título la colección A DE AL-ANDALUS, puesta en marcha para ofrecer al lector la posibilidad de adentrarse en la realidad de al-Andalus desde distintas disciplinas del conocimiento. La colección está dirigida, precisamente, por M.A. Borrego Soto, autor de este primer título, y cuenta con el respaldo de un comité de expertos integrado por Maribel Fierro, Miguel Ángel Manzano, Virgilio Martínez Enamorado, José María Gutiérrez López, José Miguel Puerta Vilchez y Fernando Nicolás Velázquez Basanta.
La capital itinerante es, además de una esmerada síntesis de los trabajos de investigación que ha llevado a cabo su autor sobre este periodo de nuestro pasado andalusí, un libro de atractiva lectura. M.A. Borrego apunta en él novedosos planteamientos que desde el primer momento invitan al lector a conocer la historia y los paisajes de la “tierra de Sidonia”. Todo un acierto.