02 noviembre 2013

Tras las huellas de Roma por la campiña.
Topónimos latinos en torno a Jerez




Escribe J. M. Albaiges en el prólogo de la obra “Enciclopedia de los topónimos españoles” (Planeta, 1998): “Hay algo más duradero que la piedra, que un cuadro, que un libro, incluso que la memoria humana misma. Es el nombre de una cosa… El nombre, que saltando de generación en generación vive en sus hablantes, preservando del olvido ese mágico instante en que la cosa obtuvo verdadero ser. Y dentro de la palabra ocupa un lugar especial el topónimo,


que inicialmente emanado del común para ser aplicado a un lugar concreto, va siendo trabajado a su >modo por cada generación, que lo transformará, pulirá y construirá su propia versión para uso de la siguiente. Pueblos que pasan a habitar los mismos lugares recogen el nombre de éstos, y con el paso de los siglos, extinguido su significado primigenio, transmiten fascinantes mensajes desde generaciones traspapeladas de la memoria actual, en lenguas ya incluso desaparecidas, permaneciendo a menudo como un orgulloso misterio que hay que saber descifrar
".



No es fácil, sin embargo, descubrir ese “misterio” que muchas veces se esconde detrás de algunos topónimos, ese mensaje histórico y cultural que atesoran. Ello requiere, como señala acertadamente el profesor J. Martínez Ruiz, “el trabajo en equipo de historiadores, arqueólogos,



lingüistas, etnólogos…” Apoyándonos en algunas de estas investigaciones, les proponemos aventurarnos por los paisajes de nuestro entorno rastreando las huellas de la presencia romana a través de algunos de estos topónimos de raíces latinas que han llegado hasta nuestros días.

Desde hace décadas, los trabajos arqueológicos que se vienen realizando en distintos rincones de la campiña en torno a Jerez, confirman la existencia de enclaves de carácter rural, villae o vici, en época romana, en muchos de los cuales se asientan en la actualidad cortijos y viñas que conservan en su nombre actual el recuerdo de su remoto origen. Como señalan los profesores e investigadores E. Vega Geán y F.A. García Romero en su interesante trabajo “Ceret revisitado”, el nombre de muchas de estas antiguas villae deriva de los gentilicios o cognomina de sus propietarios. Junto a estos autores, otros como M. A. Borrego Soto, J. Martínez Ruiz, J. M. Pabón, A. Padilla Monge, J. Abellán Pérez o E. Martín Gutiérrez, apuntan también el posible origen de algunos de estos topónimos latinos.

Por las tierras de Balbaina, con Lucio Cornelio Balbo.

Una zona de la campiña en la que abundan estos curiosos nombres es la correspondiente a los actuales pagos de viñas. Así, Balbaina, debería su denominación a Balbus, el conocido militar y político gaditano romano Lucio Cornelio Balbo el Menor. La variante Barbaina, muy frecuente también en las fuentes medievales y modernas, hace apuntar a algunos autores su posible derivación de algún romano de nombre Barbatus.

El pago de Grañina, cercano al anterior, entre la Laguna del Gallo y la carretera de Sanlúcar, está relacionado con Granius, nombre presente en la epigrafía gaditana.

Con este mismo topónimo se designaba también una aldea medieval, hoy desaparecida, a los pies de la Sierra de Gibalbín, que ha sido estudiada por el profesor E. Martín. Junto a la barriada rural de las Tablas y Polila, y bautizando desde hace siglos a un rincón de la campiña donde tradicionalmente se han cultivado viñas, permanece vivo el topónimo de Añina, donde tal vez pudieron ubicarse ser las tierras de un romano llamado Annius (o Anius), nombre que consta en la epigrafía gaditana.

Este territorio entre el antiguo Portus Gaditanus (El Puerto de Santa María), Asta Regia (Mesas de Asta) y Gibalbín, fue una zona de la campiña intensamente romanizada. Entre estos dos últimos enclaves y en conexión con la antigua vía romana que unía Asta con Ugía (actual Torres de Alocaz), hallamos la loma y el cortijo de Espartinas, en la carretera de Morabita, cuyo nombre derivaría posiblemente de un antiguo propietario: Spartus o Spartarius. En tierras del cortijo de Espartinas se encontró una estela funeraria de Baebius Hilarus, al que Cesar Pemán identifica con un rico labrador al que hace referencia Marcial en sus Epigramas. En este sector, más cercano a la Sierra de Gibalbín, junto al antiguo camino de Sevilla, encontramos hoy el cortijo de Romanina (Alta y Baja), cuyo nombre derivaría de Romanus, antropónimo presente en la epigrafía latina de la provincia. En Romamina la Baja, apareció una estatuilla del dios Baco que se expone en el Museo Arqueológico de Jerez.

Más cerca de la ciudad, los actuales Llanos de Caulina nos hablan de un posible propietario de nombre Caulius o tal vez de Catullus (como apunta J.M. Pabón). Más discutidos son los topónimos de Abadín (donde estuvo la aldea medieval de Xabadin o Labadín y que pudiera derivar de Sabinus) o de Martelilla, en cuyas tierras, en el camino de Medina, han aparecido restos romanos. Algunos autores hacen derivar este nombre del antropónimo Marcelus o Martialis, mientras otros ven un origen castellano como diminutivo femenino de Martel.



Otro topónimo de posible origen romano es el de Calcena (en el actual cortijo de Casinas, en la Junta de los Ríos), que en las fuentes medievales árabes y cristianas figura como Calsena y que
a juicio de J.M. Pabón podría derivar de un propietario de tierras de nombre Calcius, Caltius o Calicius. Crespellina, antiguo cortijo próximo a Trebujena, junto a los de Bonanza y Los Algarves, hace alusión a otro nomen possessoris, tal vez Crispillus, Crispulus o Crispus que pudo ser un terrateniente afincado en estos parajes. Próximas también a Trebujena, junto a La Ventosilla, se encuentran las tierras de Burujena, colindantes con el antiguo estuario del Guadalquivir, y próximas a un enclave de gran importancia histórica, Ebora, con presencia turdetana y romana. Este topónimo podría tener su origen en el cognomen Burilius o Burulius.



De gran interés es también el nombre de Sarana, derivado del cognomen Serus o Serius, que autores como J. Abellán asocian al actual enclave del Barrio Jarana, cerca de Puerto Real, donde se encontraron restos de una importante villa romana. Otros autores lo vinculan con el cortijo



de Arana
(más conocido hoy como cortijo de Capita), en el antiguo Camino de Lebrija, donde pudo ubicarse la alquería musulmana de Šarāna. Hübner y Tovar lo relacionan con el fundus Sacranenesis de algunas inscripciones latinas.

Tras las huellas de Roma por la campiña.

Junto a los topónimos de origen latino que pudieran derivar de los nombres de antiguos propietarios de tierras, ya comentados, nos ocuparemos de otros más discutidos, que pudieran estar también relacionados con la presencia de Roma en nuestra zona.

Así, Alventus (Alventos o Alventu), cortijo de Trebujena que dio nombre a un embarcadero en el Guadalquivir, podría derivar de Adventus, -lugar de llegada-, como propone el profesor E. Martín, en relación con un posible puerto fluvial del que se tiene constancia desde hace siglos. Capita (cabezas en latín) es el nombre de un cerro y un cortijo (del que ya hemos mencionado



su antiguo nombre de Arana) en el camino de Lebrija, próximo a las marismas de Casablanca y en el que algunos han querido ver también resonancias latinas, como en Torrox. Este topónimo (existente también en otras provincias de Andalucía) que bautiza el pago de viñas localizado entre la ciudad y la Sierra de San Cristóbal, así como el paraje donde tradicionalmente se formaba una gran laguna, apunta a la posible existencia de una antigua torre o enclave rural fortificado. Más “transparente” es el topónimo Vicos, que da nombre a un arroyo, una cañada, un cortijo, un pago, un encinar… Deriva del sustantivo latino vicus, con el significado de aldea o enclave rural y resulta creíble suponer que en este lugar, donde hoy se asienta la Yeguada Militar, y en el que hubo una aldea medieval, pudiera existir también una asentamiento romano.

Otros nombres de lugares requerirán detenidos estudios para aclarar su verdadera significación, aunque apunten a un posible origen latino. Es el caso de Bonaina, antiguo pago de viñas en el quse asentó una alquería medieval, junto a la Sierra de San Cristóbal y Sidueña, así como elde  Frontino (posible antropónimo y hoy nombre de un puerto y un arroyo entre Alcalá de los Gazules y Jerez), o los ya desaparecidos de Cambilax, Fontanina, Poblanina, Baina (cortijo de Vaina) en El Puerto de santa María), Illena (Arcos) o Barja, Frías, y tal vez, Montana, en Jerez…. Traemos también aquí el llamativo y conocido nombre de Fuenteimbro (o Fuente Ymbro), cortijo que alberga una afamada ganadería de bravo al pie de la sierra de Dos Hermanas. Por este lugar atravesaba el acueducto romano de Tempul del que aún se conservan aquí algunas galerías. Su nombre pudiera estar relacionado con fontes imbrus/imbricus, “la fuente de la tormenta o de agua de tormenta”, aludiendo tal vez a un manantial que brotaría después de intensas lluvias. Casualmente, en las laderas de Dos Hermanas se encuentra el Arroyo del Infierno y los manantiales del mismo nombre que afloran por diversos puntos cuando se satura el acuífero de la Sierra de Las Cabras cuya fuente más conocida es la de Tempul.

Para terminar este recorrido por la toponimia latina, dejaremos también constancia de otros nombres de lugares que aunque de origen castellano, guardan estrecha relación con la presencia de Roma en estas tierras. En relación con Montegil, el profesor Pascual Barea, sugiere la posible relación de este orónimo con “montecellu”, (vocablo del latín tardío) que derivaría de “monte (mons, montis) y el sufijo -cellu, del que procede el sufijo castellano -cillo. “Montegil equivale por tanto al castellano ‘montecillo “. De origen medieval, el nombre de El Portal, que fue el puerto fluvial de Jerez y que actualmente bautiza a una barriada rural, pudiera estar relacionado con Ad Portum (posible estación aduanera próxima a Portus Gaditanus), o con Portus.

Otros muchos topónimos, de origen más reciente (medieval o moderno), contribuyen a conservar viva en el paisaje aquella presencia de siglos que los romanos mantuvieron en la campiña. Algunos de los más explícitos como el “Camino de los romanos”, bautiza a una antigua cañada (y vía romana) que, partiendo de la zona de El Puerto de Santa María se dirigía a Asta Regia. Este camino, con este mismo nombre, se conserva todavía en las proximidades de las lagunas de El Puerto. Los ya señalados de Romanina (alta y baja) bautizan hoy en día a cortijos, cañadas, arroyos…. En la zona de la carretera de Morabita, se mantienen otros curiosos topónimos que no deben confundirnos, al estar relacionados con el apellido de sus antiguos propietarios, la familia Romano, o con nombres actuales que gurdan vinculación con la presencia romana en la zona. Son los de Viña Romano (que fuera propiedad en el s. XIX de Francisco Romano de Mendoza) El Denario, La Gente Romana (junto a Espartinas y Berango), Los Romanos (también en las proximidades de la Loma de Espartinas)… En las cercanías de Mesas de Asta está el cortijo de Romanito y junto a la Dehesa de Angulo, en las proximidades del actual núcleo de Guadalcacín, existió también el Hato de Romanito, como se refleja en los mapas de hace un siglo y que deben su nombre al apelativo con el que era conocido Antonio Abad romano de Mendoza, hijo del mencionado Francisco Romano, quien fuera su propietario. Junto a La Barca, las tierras que encierra un amplio meandro del Guadalete se conocen como Vega Romana (en alusión, en este caso al citado apellido) y con el nombre de Pozo Romano se denomina también otro paraje de la campiña…

La Bética romana presente aún, gracias a la toponimia, en tantos lugares en nuestra tierra.


Para saber más:
- Caro Cancela, D. Coord.: Historia de Jerez de la Frontera. De los orígenes a la época medieval. Tomo 1.Diputación de Cádiz, 1999.
- García Romero F.A. y Vega Geán E.J.: “Ceret revisitado”. Puede consultarse el texto en:
http://www.cehj.org/articulos/historia.htm
- Martín Gutiérrez, E.: Análisis de la toponimia y aplicación al estudio del doblamiento. El Alfoz de Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media. En Historia Instituciones y Documentos, nº 30. Universidad de Sevilla, 2003.
- Martín Gutiérrez, E.: Aproximación al repartimiento rural en Jerez de la Frontera: la aldea de Grañina. En la España medieval, 1999, nº 22.
- Martínez Ruiz, J.: “Toponimia gaditana del siglo XIII”, en Cádiz en el siglo XIII, Actas de las Jornadas conmemorativas del VII centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio, Cádiz, 1983, pg. 107 y 119.
- Pabón, J. M.: Sobre los nombres de la villa romana en Andalucía. En Estudios dedicados a Menéndez Pidal. Madrid: [S. Aguirre], 1950-53, t. IV, pp. 87-165
-Padilla Monge, A.: “La transferencia de poder de Gades a Asido. Su estudio a través de la perspectiva social”, en Habis, 21 (1990). 241-258

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 2/11/2013

3 comentarios:

  1. Me ha resultado interesantísimo. Siempre es un lujo poder bucear en nuestra historia y comprender algo más del porqué de nuestras palabras.
    Lástima que no os hayáis extendido hasta la sierra, seguro que también hay mucho que explicar.
    Un saludo,
    Esperanza

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  2. Muchas gracias Esperanza...
    Visitamos asiduamente vuestro blog que es una delicia. Como dices, la Sierra guarda también muchas sorpresas a las que dedicaremos también un post. Hace unas semanas volvimos a Cardela -después de 30 años- y estamos preparando un trabajito sobre "la última frontera" en la que nos vamos a centrar en la toma de la fortaleza (y las de Garciagos, Audita y Montellano). A ver si nos queda algo de tiempo para terminarlas.
    Un cordial saludo: J. y A. GL

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  3. Muchas gracias por compartirlo. Algunas zonas de las que mencionas la suelo visitar en invierno en busca de avifauna invernante, como por ejemplo las Grullas.
    Saludos.

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