29 marzo 2014

Los azulejos con nombres de calles del siglo XVIII.
Un patrimonio singular amenazado.




En diferentes ocasiones, nos hemos ocupado en estas páginas de “entornoajerez” de algunos elementos singulares de nuestro patrimonio que, por distintos motivos, presentan un notable interés histórico, cultural y etnográfico. Entre ellos, por su especial relevancia artística y decorativa, hemos tratado en otros artículos los denominados azulejos devocionales, también conocidos como retablos cerámicos, que aún se conservan en las entradas, fachadas o patios de muchos de nuestros cortijos, haciendas o casas de viña, por resaltar sólo los que encontramos en el ámbito rural.


Rastreando el origen de algunos de estos azulejos y cuadros cerámicos tan singulares, se apunta a su posible elaboración en el siglo XVIII. Y es muy probable ya que a lo largo de esta centuria es cuando se deja sentir en nuestro entorno la influencia de la azulejería sevillana y trianera que persistirá durante el siglo XIX, alcanzando su máximo esplendor en el primer tercio del XX.


Junto a la inevitable renovación del caserío urbano que debió ocasionar la pérdida de muchos de estos azulejos en derribos y demoliciones, otro de los factores que han contribuido a su progresiva desaparición hay que buscarlo en el permanente cambio de nombre que han venido


experimentando (o mejor diríamos “sufriendo”) nuestras calles y plazas en los dos últimos siglos de la mano de los frecuentes vaivenes políticos que, invariablemente, han querido dejar su huella en el callejero. No es de extrañar que, bien sea por rotura, deterioro, sustitución, eliminación o por simple ocultación bajo los recubrimientos de pintura o de enfoscado de las fachadas, la mayoría de estos valiosos azulejos hayan desaparecido.


Sin embargo, a lo largo de estas últimas décadas, no han faltado voces que reclamen su conservación y su protección por su gran valor histórico, como “memoria” de nuestra trama urbana y como testigos de nuestro pasado más reciente. Por esta razón, los azulejos realizados en el siglo XVIII que aún se conservan en algunas calles del Conjunto Histórico de Jerez, figuran en el Catálogo de Bienes de Carácter Singular incluido en la Carta Arqueológica Municipal. (1)


Un curioso origen.

A falta de estudios más detallados, el origen de estos curiosos azulejos hay que buscarlo, en el Real Despacho de 1771 por el que se dispone “la numeración de las casas y nombre de las calles para un mejor gobierno de las ciudades y pueblos”.


Así lo afirman los investigadores Teresa Álvarez González y Eduardo Martínez Glera en su Aproximación al estudio de la historia de la alfarería de Jerez de la Frontera a través de la documentación de su archivo municipal, un interesante trabajo en el que el lector curioso podrá encontrar numerosas referencias y apéndices documentales, sobre los más variados aspectos de los oficios del barro en nuestra ciudad. (2)


Al abordar la producción alfarera en el siglo XVIII, los mencionados autores resaltan el hecho de que los alfareros jerezanos se ocupaban, especialmente, de la fabricación de cantarería (en sus distintas variedades), tinajería y ollería vidriada y sin vidriar. "Esto nos hace pensar que se hacía un trabajo basto, y el vidriado al que se refieren debía ser el comúnmente utilizado en esas labores, es decir, el de sulfuro de plomo o plumbífero. De hecho no encontramos referencia de alfareros de obra fina o vidriada con cubierta estannífera, así como tampoco de "azulejeros" (3)


Esta aparente falta de alfareros que se dedicasen en nuestra ciudad a la elaboración de azulejos es la que puede justificar el hecho de que, cuando el Cabildo jerezano ha de dar cumplimiento a las Reales Órdenes que obligan a numerar casas y rotular calles, deba realizar el encargo de la elaboración de las losetas requeridas para ello al taller del maestro sevillano, Alonso de Gandía, fabricante de loza fina. Como indican los citados autores, “parece raro que, en caso de existir


algún alfarero de Jerez capaz de realizar estas placas, no se las hubieran encargado a él, sobre todo si pensamos que el transporte encarecería todavía más las losetas. De todos modos, la Ciudad no se dio demasiada prisa en pagar estos materiales, pues, si bien el citado alfarero mandó las losas en enero de 1776, fue necesaria una carta orden del Excmo. Señor Gobernador del Real y Supremo Consejo de Castilla, fechada en 1781, para que se las pagasen y, así, el 20 de marzo de dicho año el Cabildo dio la correspondiente orden”. (3)


En un interesante apéndice documental aportado en el estudio, se apunta que el maestro alfarero Alonso de Gandía entregó a los diputados y escribanos del Cabildo jerezano la cantidad de 2628 losetas “de real y quartillo cada una” si bien tardó más de 5 años en cobrar, tras hacer cuatro viajes a la ciudad para reclamar su dinero y denunciar los impagos ante el Gobernador Real. Como puede verse, los retrasos en el “pago a proveedores” por parte del Ayuntamiento jerezano vienen ya desde muy antiguo. (4)


Con todo, como señalan Teresa Álvarez y Enrique Martínez en su estudio, no acabaron aquí los problemas en relación con los azulejos pues “si mucho se tardó en el pago, más todavía fue demorada las colocación, ya que, por un acuerdo sobre "azulejos y canapés" de 19 de febrero de 1783, se manda que se revise el estado y paradero de los mismos, con el fin de que sean fijados los que no lo estuvieren. No obstante, hemos de esperar hasta el 13 de septiembre de 1787 para ver cómo de nuevo se manda que se coloque de una vez las losetas y azulejos de la numeración de las casas.” (5)

De acuerdo con lo anterior podemos apuntar que los azulejos del maestro sevillano Alonso de Gandía que aún se conservan en algunos rincones de la ciudad y cuyas fotografías ilustran este artículo, llevan ya en nuestras calles no menos de 225 años.

Los “azulejos de Olavide”.

En Sevilla, estas antiguas losetas son conocidas como los “azulejos de Olavide” ya que tienen su origen, como se ha señalado, en los Despachos, Órdenes y Cédulas reales dictadas en los años en los que el ilustrado Pablo de Olavide era “Asistente” de la ciudad. Los afanes modernizadores de Olavide trajeron consigo una nueva organización de la trama urbana que se quedará dividida en cuarteles, barrios y manzanas, que vendrán a sustituir a las antiguas


collaciones medievales. Este cambio administrativo obligó también a nombrar e identificar todo el callejero, señalizándolo con rótulos cerámicos y numerándose también las distintas casas de cada calle. Aunque en el casco histórico sevillano se conserva un buen número de estos azulejos (6), en los últimos años se han expoliado muchos de ellos, hecho que ha sido denunciado públicamente para reclamar una mayor protección de los mismos. (7)


Otras ciudades de nuestro entorno, como El Puerto de Santa María, conservan también muchos de estos azulejos del siglo XVIII, algunos de los cuales han sido sustituidos (para su conservación) por réplicas. A los lectores interesados les recomendamos consultar los enlaces de nuestro blog amigo, “Habitantes y Gentes de El Puerto de Santa María” donde se han documentado buena parte de los que han llegado hasta nuestros días. (8)

Los azulejos del XVIII en Jerez.

Como ya se ha dicho, buena parte de los azulejos del siglo XVIII que aún se conservan en algunas casas y calles de la Jerez han sido registrados en el Catálogo de Bienes de Carácter Singular que puede consultarse en la Carta Arqueológica publicada en 2008 (1). Muchos de ellos se encuentran en mal estado, rotos o deteriorados, cuando no semiocultos por la pintura o por el cableado urbano que tanto afea fachadas y muros en nuestro casco histórico.

Conviene recordar que la simplicidad de su diseño obedece básicamente a que la función con la que fueron fabricados era meramente informativa y no artística. Pese a sus modestas dimensiones, su elaboración artesanal y su característica coloración han hecho de ellos piezas de notable interés y de gran valor patrimonial por su significado histórico. La mayoría de las losetas han sido realizadas siguiendo un mismo esquema compositivo y utilizando una tipografía muy característica que las hace inconfundibles.

Aunque se aprecian algunas variaciones, los azulejos suelen tener fondo blanco, un fino marco exterior de azul cobalto y letras azules o negras (realizadas en este caso con manganeso). Todos los rótulos de calles o números de las casas están encabezados con una pequeña cruz que se sitúa en posición central en la parte superior del azulejo. Como señala el arquitecto Juan Ramón Sánchez-Suarez en el estudio que ha realizado de estos azulejos en Sevilla y que nosotros hacemos también extensivo para Jerez, “esta unidad tipológica es, precisamente, una señal de modernidad y, al mismo tiempo, refuerza la idea de que pueden ser protegidos como conjunto, algo que actualmente se echa de menos”. (7)

En nuestros recorridos por el centro histórico de la ciudad hemos tratado de documentar algunos de estos pequeños azulejos del siglo XVIII para, en su caso, llamar la atención sobre su deterioro y sobre su necesidad de conservación y protección. Más que ofrecer un censo de todos los existentes, nos ha movido el hecho de dejar testimonio de los más relevantes, tomando como referencia los incluidos en el ya citado Catálogo de Bienes de Carácter Singular a los que hemos añadido, en la relación que sigue, otros que no figuran en él y que hemos documentado, así como otros dos que se citan en el libro Curiosidades Xerezanas (9) y de los que no se facilitan datos de localización.

En las imágenes que ilustran este artículo se incluyen los siguientes:

• Calle de Barraganas (1)
• Calle de Barraganas (2)
• Calle de la Alcaydesa
• Calle de la Torneria
• Calle de la Visitación
• Calle de la Yglesia de San Lucas
• Calle de las Cavezas
• Calle de las Cruces
• Calle de las Novias
• Calle de Lecheras
• Calle de los Ciegos
• Calle de San Miguel
• Calle de Santa Clara
• Calle del Palomar
• Casa Nª 6 (Carpintería Baja)
• Plaza Arenalejo (Iglesia de Santiago)
• Plaza de Belen
• Plazuela de la Visitación
• S. Dionisio Nº 104
• S. Matheo Nº 15
• S. Miguel 257
• S. Tiago Nº 364
• S. Salbador Nº 32
• San Miguel 1485
• San Miguel 613 (Caballeros, 33)

De estos veinticinco azulejos localizados, ocho no están incluidos en el citado Catálogo…(1), donde se mencionan además oros dos que, por distintos motivos, no se encuentran en su antigua ubicación y se conservan en el Museo Arqueológico. Se trata de los de Calle San Juan Nº 2 (en la Plaza de Melgarejo, 4, frente a San Juan de los Caballeros) y el de Calle Salas (en C/ Liebre nº 2, edificio que fue demolido). En el libro Curiosidades Xerezanas (9) se incluyen fotografías de otros dos azulejos, que reproducimos aquí por cortesía de sus autores: el de S.Tiago Nº 326 y el de Sn.Miguel Calle de Conosedores Nº 36, si bien este último, por la tipografía y composición que presenta, pudiera ser posterior.


Como ejemplo de nuevos azulejos realizados imitando el estilo de los del siglo XVIII hemos incluido el de Sta Ysabel Nº 1, aunque son muy frecuentes en otros muchos lugares del centro histórico.

A buen seguro que los lectores sabrán de la ubicación de otros azulejos tan singulares como los mencionados cuya comunicación agradeceríamos ya que, en última instancia sólo hemos pretendido llamar la atención de todos sobre una pequeña faceta de nuestro rico patrimonio que, de no actuar a tiempo, corre riesgo de acabar perdiéndose para siempre.


Nueva incorporación (31/03/2014).

Agradecemos a D. José Manuel Collado los datos facilitados para la localización del azulejo que a continuación se describe.


Para saber más:
(1) González Rodríguez R., Aguilar Moya L., Martín Mochales D., Barrionuevo Contreras F., Collado Moreno M. (2008): Carta Arqueológica Municipal. Jerez. 1: El núcleo urbano. Junta de Andalucía. Consejería de Cultura.
Para información detallada de la mayoría de los azulejos aquí reseñados ver el Anexo O7. Catálogo de Bienes de carácter singular Interior CH.
(2) Álvarez González, T. y Martínez Glera E. (1993): Aproximación al estudio de la historia de la alfarería de Jerez de la Frontera a través de la documentación de su archivo municipal. Atrio: Revista de Historia del Arte, Nº. 6, 1993, págs. 7-26
(3) Álvarez González, T. y Martínez Glera E. (1993): … págs. 12-13
(4) Álvarez González, T. y Martínez Glera E. (1993): … Apéndice documental nº 27.
(5) Álvarez González, T. y Martínez Glera E. (1993): … Apéndices documentales nº 28 y nº 29.
(6) “Azulejos de Olavide” en Sevilla: algunos enlaces: Nomenclator de Olavide, Mapa y Azulejos de la Sevilla de Olavide, Ejemplos, Retablo Cerámico, Un hito de modernidad en Sevilla
(7) Sánchez Moliní L.:Pequeños robos, gran expolio”. Diario de Sevilla 08-01-2012.
(8) Una detallada información sobre los azulejos del siglo XVIII con nombres de calles en El Puerto de Santa María puede encontrarse en el magnífico blog Habitantes y Gentes de El Puerto de Santa María, en estos enlaces:
http://www.gentedelpuerto.com/2010/04/16/619-azulejos-de-las-calles-del-siglo-xix-y-ii/
http://www.gentedelpuerto.com/2010/04/15/618-azulejos-de-las-calles-del-siglo-xviii/
(9) Ramírez López M., Cirera González J.A., Gómez Palomeque J.I. (2010) : Curiosidades Xerezanas, Editorial AE, II Edición, pags. 386-391.


Aquí puedes ver otros artículos sobre Foto denuncia, Paisajes con historia y Patrimonio "entornoajerez"...

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 30/03/2014

23 marzo 2014

Un recorrido por los viñedos de Jerez.
Al encuentro de la primavera.




En estos días azules y soleados que anuncian ya un tiempo nuevo, la quietud del campo -ese tiempo lento en el que se suceden las estaciones en nuestra campiña- se ha visto luminosamente alterada por los signos de la primavera. Y para sentirla de cerca, nada mejor que regalarnos un paseo por los caminos que se trazan entre los pagos de viñas que rodean la ciudad.

El campo, en feliz expresión de Jesús Rodríguez Gómez, “huele a viña haciéndose” y en las cepas apuntan ya los primeros brotes que, en pocas semanas, vestirán de verde el paisaje de nuestras tierras de albarizas para recordarnos que Jerez, la “Ciudad Europea del Vino 2014”, la “ciudad de las Bodegas”, es también la tierra de los viñedos.

Si bien es cierto que en las últimas décadas la industria vinatera y la viticultura ocupan cada vez a menos personas, no están lejos los días en los que buena parte de la población conocía los nombres de las viñas y de los principales pagos. Ya quedaron atrás los tiempos en los que estos paisajes formaban parte del “imaginario colectivo”, del “ADN” -como gusta decir ahora- de una ciudad que cada vez da más la espalda al campo y a su entorno cercano. Para traer de nuevo a la memoria los nombres de tantos rincones que durante siglos dieron con sus frutos fama universal a Jerez, hemos salido al encuentro de la primavera paseando entre viñas, en torno a Jerez.

Los Pagos de Viñas:

Julián Pemartín (1) se refiere a nuestros pagos como “cada uno de los grupos de viñas, con tierras homogéneas y, en general, delimitados por accidentes topográficos, en que tradicionalmente se ha venido considerando dividida la zona vitícola jerezana”. Manuel María González Gordon (2) abunda en esta idea de pagos como “grupos de fincas de terreno homogéneo donde se ha cultivado la vid”. El profesor Alberto García de Luján (3) apunta más matices señalando que los pagos son “una extensión limitada de tierras que posee características particulares, diferenciadas de los pagos colindantes”. Entre ellas señala la situación geográfica, la orografía, la exposición al sol y a los vientos, la composición y naturaleza del suelo, el “mesoclima” o la influencia del mar…. “en cierto modo, el pago se corresponde con el concepto francés de “terroir”, definido como conjunto de factores naturales que confieren a un producto una tipicidad original e identificable”. La conjunción de estos factores dota a los distintos pagos de “personalidad” propia a la hora de producir unos u otros vinos, y como señalaba recientemente Beltrán Domecq (4), presidente del Consejo Regulador, “un pago producirá un vino distinto al de otro pago y esa diferencia repercutirá más al ir envejeciendo en las botas de las distintas bodegas”.

Es ya clásica la división de los pagos en tres grandes categorías, en función sobre todo de la naturaleza del suelo. Los más abundantes y considerados como los óptimos para el cultivo de la vid eran los de tierras de “albariza” (margas blancas ricas en carbonato cálcico, arcilla y sílice). Estos pagos, llamados de “afuera” proporcionan también los vinos de mejor calidad y se extienden, especialmente, por el rincón noreste de nuestra campiña, entre la ciudad y las carreteras de Morabita y El Puerto. Las tierras de “arenas” o “barros”, de inferior calidad para el cultivo, se encuentran, sobre todo, en la zona este de la ciudad, habiendo sido en muchos casos absorbidos por el crecimiento urbano. En los sectores sur y suroeste del término, predominan también las albarizas así como los “bujeos”. En todo caso, lo más común es que en la mayoría de los pagos encontremos suelos de distinta naturaleza, lo que les confiere sin duda ese carácter especial y casi único que hace de cada uno de ellos un espacio singular, como los vinos que producen. Entre los pagos de albarizas, han destacado por su mayor extensión, ya desde mediados del XIX, los de Macharnudo, Balbaina, Añina, Carrascal, Carrahola y San Julián. Entre los que presentan mezcla de albarizas y bujeo, sobresalen los de Corchuelo y Montana y entre los de arenas, el pago de Montealegre, con suelos rojizos característicos. (5)

Buena parte de los pagos de viña tienen un origen remoto que se remonta en el tiempo, cuando menos, a la presencia romana en estas tierras. Numerosos hallazgos arqueológicos repartidos por toda la campiña en torno a Jerez, confirman la existencia de asentamientos de carácter rural, villae o vici, en época romana, en muchos de los cuales se asientan hoy cortijos y viñas que conservan en su nombre actual el recuerdo de su origen. Algunas de estas antiguas villae, que hoy dan nombre a afamados pagos de viña derivan de los gentilicios o cognomina de sus propietarios (6). Otro tanto cabe decir de la presencia árabe, que se ha conservado en el nombre de muchos de nuestros pagos.

Diego I. Parada y Barreto (7) menciona una completísima relación de los pagos de viñas del Jerez del último tercio del siglo XIX, con más de 150 referencias. La mayoría de estos pagos están recogidos en el Plano del Término Municipal de Jerez de la Frontera de Antonio Lechuga y Florido (8), aunque la información más completa nos la proporciona Adolfo López Cepero en su “Plano parcelario del término de Jerez de la Frontera” (1904), donde se recogen los nombres de los pagos y de las fincas que tenían viñedos al llegar la plaga de filoxera en 1894 (9), si bien muchas de estas viñas se perdieron definitivamente. Muy completa es también la relación de pagos (hasta 136) que enumera Julián Pemartín en 1965 en su Diccionario del vino de Jerez. (1)

Aunque en la actualidad encontramos viñedos en otros muchos rincones de nuestra campiña, los pagos controlados en el término municipal de Jerez por el Consejo Regulador, de acuerdo con la relación que aporta García de Lujan en 1997 son los siguientes: Alcántara, Alfaraz, Almocadén, Amarguillo, Anaferas, Añina, Balbaína, El Barrosillo, Burujena, Cabeza Alcaide, Campiz, Camporreal, Cantarranas, La Capitana, Carrahola, Carrascal, Casablanca, Cerro de Orbaneja, Cerro de Santiago, Cerro Pelado, Crespellina, El Corchuelo, Los Cuadrados, Cuartillos, Las Cuevas, Espartinas, La Florida, La Gallega, Gibalbín, Los Isletes, La Loba, Lomopardo, Macharnudo, Mariáñez, Mariscala, Marihernández, Montealegre, Montegil, Parralejo, Montecorto, Matacardillo, Parpalana, La Parrilla, La Peñuela, Prunes, Puerto Escondido, Rajaldabas, Salinilla, San Cristóbal, San Julián, Tabajete, Tizón, Torrox, Valcargado.

Para facilitar el recorrido por los pagos más notables y su localización espacial, citaremos algunos de los más conocidos que se extienden junto a las distintas carreteras que parten de Jerez (en sentido contrario a las agujas del reloj), así como los ubicados en sus proximidades y en otros territorios más alejados de aquellas.

Carretera de Sevilla.

Aunque en otros tiempos las tierras llanas del pago de Las Abiertas acogieron viñas, hoy apenas quedan algunas pequeñas fincas que lo recuerdan, al igual que sucede en el de Bogas, absorbido por el crecimiento urbano, o en el más antiguo de Lárgalo, donde se instaló a comienzos del siglo XX el parque González Hontoria. En el pago de Ducha, dedicado hoy día mayoritariamente a cultivos de secano, hubo sin embargo muchos viñedos, siendo uno de los primeros que sufrieron la plaga de filoxera en 1894. En las tierras de Ducha, frente al aeropuerto, hubo ya una alquería árabe, Duŷŷa, como ha documentado el arabista M.A. Borrego Soto (10). En las proximidades de El Cuervo el pago de Montegil conserva todavía una buena porción de viñas, en las laderas del alto del mismo nombre.

Carretera de Morabita.

La conocida como “carretera de Morabita”, que sigue en buena parte el trazado del antiguo camino de Lebrija, deja a ambos lados tradicionales pagos de viñas, especialmente en su margen izquierda. Junto a los de Capirete y Manzanillos, el de mayores resonancias es el de Carrascal, con viñas como El Telégrafo, La Canariera, El Corregidor, Viña Romano… Este de Carrascal es uno de los pagos más antiguos de Jerez y uno de los más alejados del mar. Otro muy conocido, que encontramos también en esta ruta, es el de Espartinas, que se cuenta entre los más antiguos de Jerez y que incluye viñas tan conocidas como Berango, Los Romanos, Viña de Enmedio… La toponimia latina, tan abundante en este rincón de la campiña nos apunta su antiquísima colonización.

Carretera de Trebujena.

Sobresalen en este sector de la campiña antiguos pagos de viñas como el de Raboatún o el afamado pago de Macharnudo (Alto y Bajo) en cuyos cerros y laderas, presididos por la torre



medieval de la finca El Majuelo, pueden verse pintorescos paisajes de viñedos. El pago de Almocadén, frente a Macharnudo, otro de los de más nombradía, guarda también en su topónimo resonancias árabes y alude al nombre con el que eran conocidos los guardas de los campos. El de Valcargado (Tabajete) colindante con las marismas a los pies de Mesas de Asta, ha perdido muchos de sus antiguas viñas. Ya en otros parajes más alejados, el de Burujena, situado al Noroeste del término de Jerez y próximo a Trebujena, tiene buena parte de sus viñas orientadas hacia la marisma del Guadalquivir, como el de Martín Miguel, ya en tierras de Sanlúcar.

Carretera “del Calvario”.

La conocida como carretera del Calvario, “Carretera de La Viñas” o camino de Bonanza, por la que desde Jerez se busca el Guadalquivir, es de obligado recorrido para admirar el paisaje del viñedo al ser una de las que cruza un mayor número de pagos. El Cerro de Santiago, con las famosas viñas de Cerro Nuevo y Cerro Viejo, es uno de los más conocidos, junto al de Corchuelo, situado a la izquierda de la carretera apenas cruzamos la Ronda Oeste. Los del Amarguillo, Orbaneja, Tizón, Cerro Pelado (con excelentes tierras), Prunes… son otros tantos pagos de esta zona. Este último, el de Prunes, está presidido por el llamativo caserío de la antigua viña de San José.



Carretera de Las Tablas.

Entre las carreteras del Calvario y Sanlúcar, junto a los actuales núcleos rurales de Las Tablas, Polila o Añina se encuentran renombrados pagos de viñas como San Julián, Zarzuela, Cantarranas o el de Añina, el que encierra más historia y cuyo topónimo, de origen latino, nos habla ya de la ocupación temprana de este rincón de la campiña. Estas laderas de viñas sobre albarizas, orientadas al mar, ofrecen magníficas estampas de los paisajes del viñedo jerezano.

Carretera de Sanlúcar.

En dirección a Sanlúcar, a la derecha del camino, los pagos de Alfaraz y San Julián (uno de los más famosos del marco), separados por la carretera de Las Tablas, albergan renombradas viñas por las que en otros tiempos cruzaba la traza del ferrocarril camino de Bonanza. En el de Marihernández, destaca la viña de La Cruz del Husillo y en el de Alfaraz la de Cerro Obregón, desde cuya casa, hoy habilitada como establecimiento hostelero, se domina una magnifica perspectiva. Balbaina, Los Cuadrados, Grañina,…… son otros tantos pagos de viñas que encontramos a ambos lados de esta carretera. Como el de Montana, al norte de Las Tablas, por cuyas tierras discurría también el ferrocarril.

Carretera de Rota.



Entre las carreteras de Sanlúcar y Rota, el pago de Balbaina (de resonancias latinas, vinculado por algunos autores a la familia gaditana de los Balbo) es uno de los de mayor extensión del marco y sus viñedos reciben como pocos, la influencia de los suaves vientos procedentes del Atlántico. El pago de Carrahola, cruzado por la cañada de Las Huertas, el de La Gallega, o el de Los Tercios, por citar sólo los más conocidos, se encuentran también en este hermoso rincón, en tierras colindantes con el término municipal de El Puerto de Santa María.

Zona Sur.

Al abrigo de la Sierra de San Cristóbal, junto a la actual laguna de Torrox y en las proximidades del campo de golf, los pagos de Torrox y Anaferas, se cuentan entre las escasas zonas de viñedos situadas al sur de la ciudad. Este último hace alusión en su nombre a los barros que se extraían en este lugar para hacer “anafes” (hornillos de material cerámico), vocablo también de origen árabe. Todavía hay viñas en Anaferas o en Parpalana, junto a El Portal y la Hijuela de Las Coles. Más escasas son por el contrario en el pago de Solete, donde aún se conservan algunas casas de viñas que dan fe de los antiguos cultuivos, habiendo desaparecido casi por completo en el de Gibalcón, colindante con la laguna de Torrox, del que ya no queda ni su sonoro nombre.

Otros lugares.

Ya en zonas más alejadas de la ciudad y en dirección Este encontramos manchas aisladas de albariza, arenas pliocenas o suelos margosos de “tierras blancas” donde también se cultivan viñas. Nos referimos a pagos o fincas como los de Montealegre, Espínola, Lomopardo, Cuartillos, Los Isletes, La Peñuela, Montecorto, Cartuja de Alcántara… De todos ellos, de sus paisajes diversos e igualmente hermosos, nos ocuparemos en futuras salidas “entornoajerez”

El tiempo retenido: los viñedos de 'Lomopardo'


La 'mar de viñas': viñedos en torno a Jerez


Ver "La mar de viñas": Viñedos en torno a Jerez en un mapa más grande

Para saber más:
(1) Pemartín, J.: Diccionario del vino de Jerez. Ed. Gustavo Gili. Barcelona, 1965.
(2) González Gordon, M.M.: Jerez-Xerez-Sherish. Ed. Gráficas del Exportador. Jerez. Edición de 1970.
(3) García de Luján, A.: La viticultura del Jerez. Mundi-Prensa Libros, S.A. Madrid, 1997.
(4) Domeq, B.: Los pagos de los viñedos de Jerez. Diario de Jerez, 01/03/2014.
(5) García del Barrio Ambrosy, I.: La tierra del vino de Jerez. Ed. Sexta S.A. Imp. Gráficas del Exportador. Jerez, 1979. Véase también De Las Cuevas J. y J.: Vida y milagros del vino de Jerez. Ed. Sexta S.A. Imp. Gráficas del Exportador. Jerez, 1979
(6) González Rodríguez, R. y Ruiz Mata, D.: “Prehistoria e Historia Antigua de Jerez”, en D. Caro Cancela (coord.). Historia de Jerez de la Frontera I. De los orígenes a la época medieval, Cádiz 1999. Véase también López Amador, .J. y Pérez Fernández, E.: El Puerto Gaditano de Balbo. El Puerto de Santa María. Cádiz. Ediciones El Boletín, 2013.
(7) Parada y Barreto, D.: Noticias sobre la historia y el estado actual del cultivo de la vid y del comercio vinatero de Jerez de la Frontera. Jerez, Imprenta del Guadalete, 1868.
(8) Lechuga y Florido, A.: Plano del Término Municipal de Jerez de la Frontera. Arregalado a la escala 1/100.000 para la Guía de Jerez de 1897. Incluyendo una información similar al anterior Plano, es también de gran interés el plano de detalle titulado Plano de los Viñedos de Jerez de la Frontera. Litografía y Tipografía de M. Hurtado, 1897.
(9) López-Cepero, Adolfo.: Plano Parcelario del término de Jerez de la Frontera. Dedicado al Excmo. Sr. D. Pedro Guerrero y Castro y al Sr. D. Patricio Garvey y Capdepón. 1904. patrocinadores del proyecto, por D. Adolfo López Cepero.- Año de 1904. Escala 1:25.000
(10) Borrego Soto, M.A.: (2008) “Poetas del Jerez Islámico”, AAM 15: 4-78


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

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Y también... Con Dios y con el Diablo por los viñedos de Jerez.


Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 23/03/2014