
En este año en el que (no sin cierta controversia) la ciudad conmemora el 750 aniversario de la incorporación de nuestro territorio de la corona de Castilla, se multiplican las referencias a aquel Jerez medieval que fue tierra de frontera y en el que -como no podía ser de otra manera- los más de cinco siglos de presencia árabe dejaron numerosos testimonios.
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Por el pago de Rabatún.
El curioso topónimo de Rabatún (o Raboatún, como aparece también en distintas fuentes escritas y cartográficas) da nombre a un antiguo pago de viñas al norte de la ciudad de Jerez, en la zona comprendida entre Montealto y las carreteras de Trebujena y Morabita.


En nuestro país existen numerosos topónimos que hacen referencia a aquellas rábidas y ribat andalusíes repartidos por todo el territorio y, en especial por la costa y las cambiantes líneas de frontera. El más célebre de todos quizás sea el de La Rábida, en Huelva, pero junto a él existen otros muchos como los de La Rápita y Rebato (Barcelona), Rápita (Lérida), San Carlos de la Rápita (Tarragona), La Masía de la Rábita (Teruel), Ravate y Casa de la Rápita (Valencia), Morra de Roabit (Alicante), Rábita (Jaén) La Rábita (en Granada y en Alcalá la Real y Alcaudete, Jaen), Rábita (en Albuñol, Granada y en Antequera y Vélez-Málaga, Málaga)… (3).



Morabita es el topónimo con el que se conoce todavía una carretera que sigue, en buena parte, el antiguo camino de Lebrija y que se aplica también con carácter general a los parajes comprendidos en este rincón de la campiña. Con el nombre de Marismas de Morabita eran conocidas el siglo pasado las grandes extensiones inundables que hoy día constituyen las marismas de

El topónimo está estrechamente vinculado con la voz morabito, procedente del árabe clásico “murābit”: miembro de una rábida. Los morabitos (“los que practican el ribat”) eran los musulmanes anacoretas que profesaban cierto estado religioso, parecido en su forma exterior al de los ermitaños cristianos. J. Teixidor escribe que “morabit significa el que milita en la frontera, soldado fronterizo, morabito, ermitaño musulmán” (6). Distintos autores inciden en la combinación del carácter espiritual y ascético con el mitilitarista, para apuntar que estos morabitos que residen en los

ribat-fortalezas guardan muchas semejanzas del papel que desempeñarán en los territorios cristianos, al otro lado de la frontera, las órdenes militares.


Laureano Aguilar, en su estudio sobre el Jerez Islámico, se refiere también a estos topónimos apuntando que “…en el norte de la ciudad, existen dos topónimos, carretera de Morabita y pago de Rabatún (procede de la palabra árabe murabitum) que hacen referencia a la existencia de un ribat o morabito, precisamente sobre el posible trazado de la antigua vía romana".

Estos morabitos, en palabras de Torres Balbás, “… eran conventos fortificados que jalonaban costas y fronteras y habitaban musulmanes devotos dedicados a expediciones militares y a prácticas ascéticas; servían al mismo tempo de puestos de vigilancia” (8).
Un controvertido topónimo: Roalabota





Sin embargo, no deja de resultar curioso que en otros lugares de nuestro país existen topónimos siimilares. Así, como curiosidad, recordaremos que un partido rural del término municipal de Málaga, lleva también el nombre de Roalabota, y que una localidad alicantina se denomina Morra de Roabit, asociándose en este último caso a la existencia de un ribat. No queremos dejar de mencionar el testimonio de autoridad del arabista Mikel de Epalza, quien alude a los “roabitos”, (como plural de “rábita”) (10), voz de mayor cercanía fonética a “roabota” y a nuestro curioso y extraño “Roalabota”.



Para saber más:
(1) Diccionario de la R.A.E. voz “rábida”
(2) Epalza Ferrer, M.: La espiritualidad medievalista del islam medieval. El ribat, los ribates, las rabitas y los almonastires de Al-Andalus. Medievalismo: Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales, Nº 3, 1993, pags. 5-18. Las citas entrecomilladas han sido tomadas de las pgs. 14-16.
(3) Martínez Salvador, C.: Sobre la entidad de la rábita andalusí omeya. Una cuestión de terminología: ribat, rábita y zawiya, en “El ribat califal: excavaciones y estudios (1984-1992)”, Rafael Azuar Ruiz (Coord.), Casa de Velazquez-Museo Arqueológico de Alicante, 2004. pgs. 175-176..
(4) Azuar Ruiz, R.: De ribat a rábita en “El ribat califal: excavaciones y estudios (1984-1992)”, Rafael Azuar Ruiz (Coord.), Casa de Velazquez-Museo Arqueológico de Alicante, 2004. pgs. 226-227..
(5) López Rosendo, E.: El Yacimiento arqueológico de los Villares/Montealto y los orígenes tartésicos y romanos de la población de Jerez. Historia de Jerez, nº 13. 2007, p. 11.
(6) Teixidor y Trilles, J.: Antigüedades de Valencia, Imprenta de Francisco Vives Mora, Valencia, 1895, T. I, p. 417.
(7) Así lo indican, entro otros, Teixidor J. (obra citada, pg. 415), u Oliver Asin, J. y Louríe, E. como puede leerse en Franco Sánchez, F. Rabita-s, ribat-es y al-munastïr-es. Bibliografía comentada con una introducción historiogràfica, en “La rábita en el Islam. Estudios interdisciplinares”. Universitat d’Alacant-Ajuntament de Sant Carles de la Rápita, 2004. P, 353.
(8) Aguilar Moya, L.: Jerez Islámico, en “Historia de Jerez de la Frontera. De los orígenes a la época medieval”. Tomo 1. Diputación de Cádiz. 1999, p. 245.
(9) Muñoz y Gómez, A.: Calles y Plazas de Xerez de la Frontera. Edic. Facsímil 1903, BUC. P. 197: Roalabota
(10) Epalza Ferrer, M., obra citada p. 17
Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.
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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 14/09/2014
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