En este año en el que (no sin cierta controversia) la ciudad conmemora el 750 aniversario de la incorporación de nuestro territorio de la corona de Castilla, se multiplican las referencias a aquel Jerez medieval que fue tierra de frontera y en el que -como no podía ser de otra manera- los más de cinco siglos de presencia árabe dejaron numerosos testimonios.
Algunas de estas huellas de aquel periodo andalusí pueden ser reconocidas aún en ciertos topónimos que, con las inevitables modificaciones del paso del tiempo, han perdurado hasta nuestros días. Entre ellos, vamos a ocuparnos hoy de unos nombres singulares que llaman la atención por su sonoridad. Este es el caso de los de Rabatún, Morabita y Roalabota. Los dos primeros guardan una clara relación con “rábida” y con “morabito” mientras que el tercero, de origen más controvertido, tal vez pudiera estar relacionado con ambos.
Por el pago de Rabatún.
El curioso topónimo de Rabatún (o Raboatún, como aparece también en distintas fuentes escritas y cartográficas) da nombre a un antiguo pago de viñas al norte de la ciudad de Jerez, en la zona comprendida entre Montealto y las carreteras de Trebujena y Morabita.
Diferentes autores vinculan este vocablo con el de “rábida”, que deriva de la voz del árabe hispánico rābita, y ésta a su vez del árabe clásico ribāt: “lugar de estación de los musulmanes que se dedican a la piedad y la guerra santa” (1). En la actualidad, el significado de las rábidas (o rábitas) y los ribat musulmanes es objeto de diferentes interpretaciones y suele aceptarse que se trata de puestos o fortalezas de carácter militar y religioso, edificadas por lo general en zonas fronterizas con la finalidad de control o protección de un territorio. El arabista Mikel Epalza apunta las diferencias entre ambos conceptos señalando que ”ribat es la institución o precepto islámico, complemento y sustituto del yihad (guerra santa), de espiritualidad militarista, de retiro espiritual en zona de “frontera”, identificándose también con fortalezas militares para defensa costera o de espacios fronterizos. La rábita, sin embargo, suele referirse al edificio aislado donde se reúnen los musulmanes, alrededor de un dirigente piadoso, para prácticas piadosas o devotas". (2)
En nuestro país existen numerosos topónimos que hacen referencia a aquellas rábidas y ribat andalusíes repartidos por todo el territorio y, en especial por la costa y las cambiantes líneas de frontera. El más célebre de todos quizás sea el de La Rábida, en Huelva, pero junto a él existen otros muchos como los de La Rápita y Rebato (Barcelona), Rápita (Lérida), San Carlos de la Rápita (Tarragona), La Masía de la Rábita (Teruel), Ravate y Casa de la Rápita (Valencia), Morra de Roabit (Alicante), Rábita (Jaén) La Rábita (en Granada y en Alcalá la Real y Alcaudete, Jaen), Rábita (en Albuñol, Granada y en Antequera y Vélez-Málaga, Málaga)… (3).
En las cercanías de Jerez se encontraba una de las más célebres rábidas de al-Andalus que, sin embargo, no ha dejado huella en la toponimia: la de Rota. Autores clásicos como al-Marrakussi y al-Idrisi, sitúan en las cercanías de esta ciudad vecina una renombrada rábita de la que se decía que tenía una mezquita a la que acudían numerosos peregrinos. Al-Himyari escribe también que era un lugar muy concurrido en el que se reunía la gente para llevar una vida ascética (3). El insigne geógrafo Al-Zuhri (s. XII) recoge la tradición sobre la grandiosa rábita de Rota de la que se cuenta que "a quien se hace morabito en ella y practica el ayuno le son perdonadas sus faltas durante setenta años" (4).
¿Y nuestro Rabatún? ¿Esconderá en alguno de sus rincones los restos de una antiguo ribat o de una rábida como apunta ese curioso topónimo? En estos parajes de Rabatún, con motivo de la edificación de una promoción de viviendas unifamiliares, se realizaron hace unos años excavaciones arqueológicas (yacimiento de Los Villares) que sacaron a la luz restos tartésicos y romanos. Esther López Rosendo, la arqueóloga directora de los trabajos, señala que el topónimo de Rabatún “…deriva del árabe ribat-al-Yun y hace referencia a la existencia en las cercanías de un puesto de vigilancia y defensa medieval, asociado a un camino de acceso a la ciudad islámica de Xeret” (5). A juzgar por la zona, tal vez en las proximidades del camino procedente del enclave de Mesas de Asta. Aunque en la geografía nacional no existen otros lugares con el mismo nombre, no queremos dejar de mencionar aquí que ya en el s. XVIII, el erudito José Teixidor, en sus Antigüedades de Valencia, apunta que el adjetivo "rabatí" y su plural "rabatínes" aparecé ya en el Repartimiento de Valencia con el significado de "el que habita en la rábita" , indicando que "es pronunciado a lo vulgar rabatín y rabatún" (6).
Por la carretera de Morabita.
Morabita es el topónimo con el que se conoce todavía una carretera que sigue, en buena parte, el antiguo camino de Lebrija y que se aplica también con carácter general a los parajes comprendidos en este rincón de la campiña. Con el nombre de Marismas de Morabita eran conocidas el siglo pasado las grandes extensiones inundables que hoy día constituyen las marismas de Casablanca.
El topónimo está estrechamente vinculado con la voz morabito, procedente del árabe clásico “murābit”: miembro de una rábida. Los morabitos (“los que practican el ribat”) eran los musulmanes anacoretas que profesaban cierto estado religioso, parecido en su forma exterior al de los ermitaños cristianos. J. Teixidor escribe que “morabit significa el que milita en la frontera, soldado fronterizo, morabito, ermitaño musulmán” (6). Distintos autores inciden en la combinación del carácter espiritual y ascético con el mitilitarista, para apuntar que estos morabitos que residen en los
ribat-fortalezas guardan muchas semejanzas del papel que desempeñarán en los territorios cristianos, al otro lado de la frontera, las órdenes militares.
Ya en el siglo XVIII J. Teixidor, refiriéndose a los ribat y a los morabitos lo expresa así: “Allí se juntaban fanáticos moros, decididos defensores del Islam, los cuales, á semejanza de nuestros caballeros de las órdenes militares, rezaban y peleaban” (7). Como se ha indicado, el nombre de “morabito” o “morabita” se refería también a la especie de ermita o pequeño convento habitado por estas personas piadosas que, por lo general se situaban en despoblados. En otras ocasiones, esta denominación era aplicable a las tumbas en las que estaban enterrados estos “santones” que solían ser objeto de veneración.
Laureano Aguilar, en su estudio sobre el Jerez Islámico, se refiere también a estos topónimos apuntando que “…en el norte de la ciudad, existen dos topónimos, carretera de Morabita y pago de Rabatún (procede de la palabra árabe murabitum) que hacen referencia a la existencia de un ribat o morabito, precisamente sobre el posible trazado de la antigua vía romana".
Estos morabitos, en palabras de Torres Balbás, “… eran conventos fortificados que jalonaban costas y fronteras y habitaban musulmanes devotos dedicados a expediciones militares y a prácticas ascéticas; servían al mismo tempo de puestos de vigilancia” (8).
Un controvertido topónimo: Roalabota
Más impreciso resulta el origen de Roalabota, topónimo que da nombre a un cortijo y un paraje situado unos 10 km al sur de la ciudad de Jerez. Al menos desde el siglo XVI hay constancia documental de este cortijo y de la dehesa del mismo nombre, ubicado en las proximidades de Frías, Bolaños y Las Quinientas, situado junto al antiguo camino que unía Jerez con Vejer.
De este topónimo existen en las fuentes documentales y cartográficas diferentes versiones (Ruedalabota, Rodalabota, Rueda la Bota,….), siendo la que aquí estudiamos la más repetida. En su conocido libro sobre Calles y Plazas de Xerez de la Frontera, Agustín Muñoz y Gómez, en alusión a una calle de la ciudad con esta misma denominación afirma que “…con este nombre, y los de Rodalabota y Ruedalabota, aparece en los distintos papeles vistos. Con el segundo figura en el Capitular de 1639, al folio 535. Su origen no puede ser otro que haber existido allí los almacenes y graneros para encerrar la recolección del cortijo de Roalabota, o Rueda la Bota, como dice el acta de 3 de Enero de 1661, el cual era propio de los frailes jerónimos de Bornos… El nombre de Roalabota parece corrupción de palabra árabe, no significando filológicamente nada, las variaciones apuntadas arriba” (9).Pese a todo, resulta arriesgado sostener su origen árabe y su posible relación con los términos anteriormente citados, y aún más aventurar la existencia en este paraje de un “rábida” o un “ribat” por más que está también “cargado de historia”.
Sin embargo, no deja de resultar curioso que en otros lugares de nuestro país existen topónimos siimilares. Así, como curiosidad, recordaremos que un partido rural del término municipal de Málaga, lleva también el nombre de Roalabota, y que una localidad alicantina se denomina Morra de Roabit, asociándose en este último caso a la existencia de un ribat. No queremos dejar de mencionar el testimonio de autoridad del arabista Mikel de Epalza, quien alude a los “roabitos”, (como plural de “rábita”) (10), voz de mayor cercanía fonética a “roabota” y a nuestro curioso y extraño “Roalabota”.
Otros llamativo topónimos de nuestro entorno que reclaman también la atención y que pudieran tal vez estar relacionados con posibles rábidas y ribat son el de Cerro de la Mezquita, situado ente los cortijos jerezanos de Fuente Rey y Campanero, los de Haza y Arroyo de las Mezquitillas, en la Sierra de Gibalbín o, ya algo más lejos, en Arcos, el Cerro de Rábita (311 m.) que se alza en las proximidades del Cortijo de Faín, cerca de la Sierra de Aznar.
Para saber más:
(1) Diccionario de la R.A.E. voz “rábida”
(2) Epalza Ferrer, M.: La espiritualidad medievalista del islam medieval. El ribat, los ribates, las rabitas y los almonastires de Al-Andalus. Medievalismo: Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales, Nº 3, 1993, pags. 5-18. Las citas entrecomilladas han sido tomadas de las pgs. 14-16.
(3) Martínez Salvador, C.: Sobre la entidad de la rábita andalusí omeya. Una cuestión de terminología: ribat, rábita y zawiya, en “El ribat califal: excavaciones y estudios (1984-1992)”, Rafael Azuar Ruiz (Coord.), Casa de Velazquez-Museo Arqueológico de Alicante, 2004. pgs. 175-176..
(4) Azuar Ruiz, R.: De ribat a rábita en “El ribat califal: excavaciones y estudios (1984-1992)”, Rafael Azuar Ruiz (Coord.), Casa de Velazquez-Museo Arqueológico de Alicante, 2004. pgs. 226-227..
(5) López Rosendo, E.: El Yacimiento arqueológico de los Villares/Montealto y los orígenes tartésicos y romanos de la población de Jerez. Historia de Jerez, nº 13. 2007, p. 11.
(6) Teixidor y Trilles, J.: Antigüedades de Valencia, Imprenta de Francisco Vives Mora, Valencia, 1895, T. I, p. 417.
(7) Así lo indican, entro otros, Teixidor J. (obra citada, pg. 415), u Oliver Asin, J. y Louríe, E. como puede leerse en Franco Sánchez, F. Rabita-s, ribat-es y al-munastïr-es. Bibliografía comentada con una introducción historiogràfica, en “La rábita en el Islam. Estudios interdisciplinares”. Universitat d’Alacant-Ajuntament de Sant Carles de la Rápita, 2004. P, 353.
(8) Aguilar Moya, L.: Jerez Islámico, en “Historia de Jerez de la Frontera. De los orígenes a la época medieval”. Tomo 1. Diputación de Cádiz. 1999, p. 245.
(9) Muñoz y Gómez, A.: Calles y Plazas de Xerez de la Frontera. Edic. Facsímil 1903, BUC. P. 197: Roalabota
(10) Epalza Ferrer, M., obra citada p. 17
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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 14/09/2014
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