En 2013, 30 años después de su creación, los ciudadanos de Jerez hemos visto como se privatizaba la gestión del agua pasando de las manos de AJEMSA, -la empresa municipal creada en 1983- a Aquajerez, la sociedad conformada por distintas filiales del grupo FCC que lidera la marca Aqualia. Se cerraba así un ciclo que había comenzado en 1868, con la creación de la Sociedad Anónima de Abastecimiento de Aguas Potables y Riego de Jerez de la Frontera, que en 1936 cedería las acciones al Ayuntamiento de la ciudad para crearse, 6 años más tarde, el Servicio Municipalizado de Aguas.
La pérdida de la gestión pública del agua y las posteriores protestas ciudadanas por su privatización han hecho que haya pasado desapercibida una fecha importante, la del mes de mayo de 1864 en el que comenzaron las obras del Acueducto de Tempul. Tras un paréntesis de casi dos años de suspensión (entre septiembre de 1866 y junio de 1868), esta gran empresa culminaría con la llegada de las aguas a Jerez el 22 de junio de 1869.
El acueducto, proyectado por el ingeniero Ángel Mayo, permitió la “traída de aguas” a la ciudad y fue sin duda uno de los logros más ansiados por la sociedad jerezana. Aunque esperamos que en 2019 se celebre como se merece el 150 aniversario de esta singular construcción que es ya un referente del patrimonio rural de la campiña de Jerez y del patrimonio hidráulico andaluz, nosotros queremos señalar también, como un hito singular en la pequeña historia de este acueducto, el inicio de aquellas obras cuando se cumple ahora un siglo y medio de los primeros trabajos.
Por los Cuquillos y el Arroyo del Bollo.
Muchos lectores, en sus excursiones hacia las tierras del “este” del término municipal, habrán contemplado a buen seguro, desde la carretera, las casillas, puentes, registros de ventilación, sifones… que delatan la presencia del Acueducto de Tempul. Cuartillo, La Guareña, La Barca, el Puerto de la Cruz, las Vegas de Elvira, Fuente Imbro… son algunos de los lugares donde salen al encuentro del viajero algunas de estas obras repartidas por toda la campiña. Desde “entornoajerez”, para rendir un sencillo homenaje a estos 150 años de las primeras realizaciones del acueducto vamos a acercarnos a conocer uno de estos singulares puentes que fue preciso levantar a lo largo de su recorrido, el que salva el Arroyo del Bollo. Y para ello, nada mejor que dejarnos guiar por lo que de él cuenta el ingeniero Ángel Mayo en su Memoria de las Obras del acueducto del Tempul, obra de la que hemos tomado las citas entrecomilladas.
Los diferentes manantiales que brotan en las paredes rocosas del cerro del Bollo, en las faldas de la Sierra de las Cabras, se hicieron confluir en un pequeño embalse construido a sus pies. Desde este lugar, y en un punto muy cercano a donde lo hacía el antiguo acueducto romano de Tempul-Gades (como han puesto de manifiesto este mismo verano los investigadores del proyecto AQUADUCTA) parte el acueducto en zanja para recorrer unos 100 m. antes de introducirse en su primera “mina”, la de Tempul, de 900 m. de longitud. Tras este túnel y después de un corto recorrido en zanja (de 2 a 6 m. de profundidad), la conducción atraviesa el Cerro de los Cuquillos con una nueva mina de 350 m. hasta salir al estrecho valle del Arroyo del Bollo, que cruza con un puente- acueducto para volver de nuevo a su tercera mina, la del Bollo y, desde aquí seguir hasta la garganta de Bogas, donde se construiría el primer puente-sifón.
Para conocer más de cerca esta gran obra de ingeniería vamos a detenernos hoy en el primero de sus puentes, visitando la pequeña garganta del Arroyo del Bollo, en las proximidades de Tempul. A buen seguro que el viajero curioso habrá entrevisto alguna vez esta curiosa obra que asoma entre la densa vegetación que cubre las laderas y el fondo de este pequeño valle, que se abre a la izquierda de la carretera, en las proximidades del p. Km. 47, apenas un kilómetro antes de llegar a Tempul. Para acceder hasta él hemos seguido, algo más de 300 metros, por la vereda que se utilizaba para las tareas de mantenimiento y servicio del acueducto (muy desdibujada en la actualidad) que parte desde la carretera y recorre parcialmente el trazado de la antigua Cañada Real de la Sierra y Mojón de la Víbora.
Una obra singular.
Conforme nos acercamos al Puente-acueducto del Bollo vamos descubriendo las armoniosas proporciones de esta pequeña obra que, rodeada de fresnos y casi oculta entre la vegetación de las laderas del valle, nos sorprende gratamente en un ameno paraje. Sin embargo, enseguida comprobamos el mal estado de dos de sus arcos, uno de los cuales corre riesgo de desplomarse.
El acueducto llega hasta el puente del Bollo procedente de una mina de 350 metros excavada en el cerro de los Cuquillos, por cuyas laderas de poniente discurre la vereda que nos ha traído hasta el lugar. Como habremos podido comprobar en nuestro paseo, el cerro tiene en su base los materiales geológicos característicos del periodo Triásico, abundando las margas abigarradas y en especial las rocas de yeso, muy abundantes en toda la falda y en las inmediaciones del puente.
Ángel Mayo, el ingeniero a quien se debe el proyecto de la “traída de aguas de Tempul” se refiere a él como “…un puente-acueducto de sillería, de cuatro arcos, de medio punto y 6 metros de luz cada uno, en el que se ha establecido una almenara”. El ingeniero nos informa también que, “a continuación del puente, y para evitar el gran rodeo del cerro del Bollo, se atraviesa éste en línea recta con una pequeña mina, siguiendo después el acueducto a 5 metros de profundidad, hasta dar vista al barranco de la garganta de Bogaz…”.
El puente-acueducto del Bollo es, pese a sus reducidas dimensiones, una obra que llama la atención por sus equilibradas proporciones y por su armoniosa integración en el paraje en el que se levanta. Por todo ello “nos duele” que este elemento singular de nuestro patrimonio rural, presente preocupantes signos de deterioro que amenazan con su destrucción de no intervenirse a tiempo. Veamos ahora como es este curioso puente.
La obra tiene una longitud total superior a los 60 m. la mitad de los cuales corresponde al tramo de acueducto que se apoya sobre arcos, haciéndolo el resto sobre los estribos laterales. La conducción salva así el valle del arroyo del Bollo que desagua en el río Majaceite, en un paraje situado aguas arriba de la antigua Ermita del Mimbral, si bien hoy día penetra parcialmente por él la lámina de agua del embalse de Guadalcacín.
El ingeniero informa en su Memoria que no fue preciso realizar grandes obras de cimentación para la construcción del puente debido a que “…la naturaleza del terreno sobre que se han fundado es buena” razón por la cual no se hizo necesario realizar pilotajes y emparrillados, habiendo sido suficiente cimentarlas con hormigón y mampostería. En el plano de alzado de la obra que gentilmente nos ha facilitado el profesor e investigador Francisco Zuleta Alejandro, se aprecia no obstante que para el apoyo de las pilas hubo que excavar fosos de cimentación de más tres metros de profundidad y dos de anchura. La roca de yeso que forma el sustrato donde se asienta el puente, puede observarla el paseante en los alrededores del lugar.
“Reinando Ysabel II Año de MDCCCLXIV”.
La parte más llamativa del puente son sus cuatro arcos de medio punto construidos con dovelas de sillería. Como indica su constructor Ángel Mayo, y como el paseante podrá comprobar, “las dovelas están compuestas alternativamente de dos y de tres piezas; las primeras, de un metro de longitud, y las segundas de 0,66 m.” Los arcos tienen 6 metros de luz y una anchura de 2,30, aproximadamente, en su intradós. Están apoyados en pilas de sillería que presentan en sus extremos tajamares de sección semicircular que sobresalen unos 60 cm. de las pilas.
Los dos arcos centrales dan paso al arroyo, que en momentos de crecida ha llegado a cubrir la altura de las pilas. Los arcos de los extremos tienen continuidad en sendos muros, contrafuertes o estribos que se anclan en las laderas del valle. Como señala Ángel Mayo, la técnica constructiva y los materiales elegidos para el puente del Bollo y el resto de los puentes del acueducto han estado condicionados por “… el poco volumen de la obra y la estabilidad que requiere un puente de tan poca anchura, se han construido todos de sillería, excepto el pequeño relleno de los estribos, y de los tímpanos de los arcos, en donde se ha empleado la mampostería…”.
Los arcos sustentan el cajero del acueducto, construido con grandes sillares, que mantiene las mismas dimensiones que se aprecian en otros tramos de la conducción. Según explica el ingeniero, “siendo pequeña la sección transversal del acueducto no se ha reducido en el paso de los puentes, pues la economía que se obtendría obligaría a aumentar la pendiente, y aún cuando se dispone de suficiente desnivel, complica la ejecución de las obras el cambio constante de rasantes. Según esto, los cajeros tienen 0,50 m de ancho, y un metro de altura, quedando un espacio de 70 centímetros para el acueducto, y una anchura total de 1,70 m., que se aumenta a 2 metros en los arcos. Para que la calidad del agua no pueda verse afectada por elementos externos, la conducción no va abierta, y “…el acueducto se cubre con una tapa de sillería de 1,80 m. de ancho, apoyada en los cajeros, para evitar que ensucien el agua los muchos ganados que hay en las inmediaciones”.
Una nota distintiva del Puente del Bollo es su almenara, esto es, la canalización por la que se conduce al río el agua que sobra en el acueducto. Situada en el extremo de aguas abajo, tiene una alberca lateral construida junto al estribo que recoge los sobrantes y los deriva al arroyo por un canalillo. Como las demás almenaras situadas a lo largo de toda la conducción, podía ser utilizada también para desaguar el acueducto en este punto en caso necesario. Junto a ella, y sobre la tapa de sillería del cajero, se construyó una casilla que permite el acceso al interior. Como colofón de la obra se situó en la parte central del cajero, aguas arriba una lápida en la que figura su fecha de construcción en la que se lee: “Reinando Ysabel II Año de MDCCCLXIV”.
El coste de la obra, según se detalla en los cuadros de presupuestos que figuran en la Memoria de las Obras del acueducto del Tempul, fue de 196.200 reales, suma cuantiosa pero algo menor que la supuso la construcción de otros puentes como el de Los Romerales o el del Arroyo de Ojos-Azules (del que nos ocuparemos en otra ocasión), donde fue preciso realizar también largos muros de acompañamiento.
Evitemos que el Puente del Bollo se destruya.
El puente del Arroyo del Bollo se terminó a finales de 1864 en el primer año del inicio de los trabajos del acueducto, más de cuatro años antes de que llegase el agua de Tempul a Jerez, un 22 de junio de 1869, en el que “…sobre las cinco de la tarde, se abrieron las compuertas de Tempul y, casi 17 horas después, de acuerdo a lo previsto por los cálculos del ingeniero Ángel Mayo, las aguas llegaban a la ciudad: “…poco antes de las diez de la mañana del 23 de junio de 1869, las aguas de Tempul entran en torrente y se precipitan sobre el depósito hiriendo “dulcemente” los oídos” de cuantos se encontraban allí”.
En la actualidad el Puente del Arroyo del Bollo está seriamente dañado y lleva ya unos años sin que las aguas del acueducto corran sobre sus arcos como lo habían venido haciendo durante más de 125 años. Debido a su mal estado fue preciso realizar una derivación. El pequeño hundimiento de una de sus pilas provocó el deterioro de dos de sus arcos. En el primero de ellos se aprecia una dovela parcialmente desprendida. En el segundo, una gran fisura recorre todo su intradós observándose las huellas de viejas filtraciones. El cajero del acueducto se muestra también ligeramente hundido y toda la obra parece lanzar un grito sordo de petición de auxilio que, tal vez por lo remoto y apartado del paraje, nadie oye.
Desde aquí hacemos un llamamiento, primero a AQUAJEREZ, la nueva empresa de aguas, y después “a quien corresponda” para que esta singular obra de nuestro patrimonio rural pueda recibir la reparación que merece y ahora que se cumple el 150 aniversario de su construcción sea también el momento de su recuperación para que luzca como Ángel Mayo la diseño.
Para saber más:
- Memoria relativa a las obras del Acueducto de Tempul para el abastecimiento de aguas a Jerez de la Frontera, por D. Ángel Mayo. Anales de Obras Públicas, nº 3. 1877. De esta memoria hemos tomado las distintas citas textuales que figuran en este artículo.
- Barragán Muñoz, M. Coord.: Aguas de Jerez. Evolución del abastecimiento urbano. Ed. Ajemsa. Jerez de la Frontera, 1993.
- Inauguración de las Aguas de Tempul. Revista de Obras Públicas. 1869. págs. 177-179
- El Plano de alzado del Puente-acueducto del Bollo nos ha sido facilitado por el profesor e investigador Francisco Zuleta Alejandro, a quien le agradecemos su colaboración.
Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.
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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 26/10/2014
Genial
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