A Santiago Valiente, amigo y maestro.
En estos días azules que nos regalan los primeros días del verano, cuando el calor aprieta, nos gusta visitar algunos pequeños humedales de nuestro entorno cercano para “descubrir” el pequeño tesoro que encierran sus aguas: la sal. Eso era al menos lo que pensaban nuestros convecinos cuando, en los siglos medievales, acudían a estas pequeñas lagunas salobres que se reparten por los alrededores de la ciudad para abastecerse de esta indispensable sustancia.
En próximas salidas recorreremos algunos de estos humedales salinos, centrándonos hoy en uno de los más conocidos, el de Las Salinillas, situado en los Llanos de La Catalana junto a Estella del Marqués.
Humedales salobres en torno a Jerez.
Junto a las lagunas más conocidas de nuestro entorno (Medina, Los Tollos, Canteras, Tejón, lagunas de El Puerto), la mayoría de ellas de agua “dulce” y de carácter permanente, existen en las cercanías de la ciudad no pocas lagunas o zonas encharcables de carácter estacional que, a diferencia de aquellas, presentan en sus aguas elevadas concentraciones de sal que, en algunos casos, permiten calificar a estos humedales como “salados”. El material geológico que forma su sustrato o que está presente en los terrenos circundantes de estas pequeñas cuencas endorreicas, está integrado principalmente por yesos y margas de edad triásica, con alto contenido en sales que, al ser disueltas por las aguas superficiales, confieren este “carácter salado” a numerosos arroyos y pequeñas lagunas de buena parte de la provincia (1).
Por señalar sólo algunos ejemplos de parajes donde podemos encontrar este tipo de pequeñas lagunas, mencionaremos la que puede observarse junto al Arroyo de la Loba, -al inicio de la carretera del Calvario, a mano izquierda- que en los meses de verano, apenas aprieta el calor y el agua se evapora, nos muestra su fondo blanquecino, con una película de sal que delata la naturaleza salobre de sus aguas. Este rincón entre viñas, conocido también como Las Salinillas, es quizás uno de los más representativos de los que pueden encontrarse en las cercanías de la ciudad.
Otras zonas encharcables, donde se forman pequeñas lagunas estacionales con presencia de la vegetación propia de terrenos ricos en sal las encontramos junto a la Cañada del Amarguillo, en las proximidades de los Cortijos de Roa La Bota y Fuente Suero, en el Rincón de La Tapa, junto al cortijo de Espantarrodrigo, en la Cañada de Morales, en Doña Benita y La Matanza, en las cercanías del Cortijo de Vicos… Todas ellas tienen en común que la naturaleza del suelo sobre el que se asientan, o las laderas que forma parte de su “cuenca de recepción”, están constituidas por materiales del triásico, como se ha dicho, de carácter margoso, ricos en yesos y sales.
Sin embargo en pocos lugares queda en evidencia este alto contenido salino de las aguas como en el paraje de Las Salinillas (de similar nombre que el primero que citamos), próximo a Estella del Marqués, del que nos vamos a ocupar hoy.
Por los Llanos de La Catalana.
La mejor forma para acceder al lugar, o bien para contemplarlo desde la distancia, es tomando la carretera que une Estella del Marqués con Lomopardo. Si salimos de la primera población, al poco de abandonar el casco urbano observaremos a la derecha de la carretera una hondonada, rodeada de viñedos. En los meses de verano nos llama la atención una lámina blanca de sal que ocupa el lecho de una pequeña laguna estacional que durante buena parte del año se forma en este lugar. Tomando un carril a la derecha, (frente al que se dirige a la Venta La Dehesa) podremos llegar fácilmente hasta Las Salinillas, por cuyos llanos cruza la gran tubería del Acueducto de Abastecimiento de agua potable de la Zona Gaditana, procedente del pantano de Los Hurones después de haber pasado por la Potabilizadora de Cuartillos. Esta conducción, actualmente cubierta por un “muro” de tierra, hubo de ser reconstruida por que la naturaleza salobre de estos suelos, encharcados buena parte del año, actuaron como elemento “corrosivo” de los elementos metálicos de la misma.
Rodeado de viñedos y de tierras de labor, el fondo de este pequeño valle -por el que discurre también el Arroyo Salado de Caulina, en paralelo a la Autopista Sevilla Cádiz-, ha formado una pequeña cuenca donde se embalsa el agua sobre el sustrato “impermeable” de las margas y arcillas triásicas, ricas en sales, que ha dado origen a esta pequeña laguna salada. Estos materiales pueden apreciarse, por ejemplo, en el cercano parque periurbano de Las Aguilillas. Las laderas sobre las que se desarrolla el viñedo (hacia Lomopardo) son de tierras albarizas (Mioceno), mientras que los materiales geológicos que encontramos en el otro lado de la vaguada, hacia Estella del Marqués, son de origen más moderno (Plioceno) y de consistencia más arenosa. Un curioso “corte geológico” que nos permite apreciar la naturaleza de estos últimos materiales puede verse en las paredes rocosas, cortadas a pico, junto a la entrada de la Venta La Cueva, en Estella (2).
Unas salinas con historia.
Una vez en Las Salinillas, observaremos que las zonas más encharcadas, mantienen la típica vegetación lagunar (tarajes, juncos, carrizos…), mientras que las que se secan en verano, más ricas en sal, presentan algunas de las especies propias de los terrenos salobres, entre las que sobresalen las salicornias (Salicornia ramosissima) (3).
Es también frecuente la presencia de aves propias de terrenos inundados destacando por su fidelidad al lugar las cigüeñuelas que pueden verse casi con total seguridad cuando visitamos el humedal.
Entre los fangos cuarteados de las orillas o la zona central de esta pequeña laguna, se forma, cuando se evapora el agua, una lámina de sal que lo cubre todo y que justifica claramente el topónimo con el que desde la Edad Media es conocido este paraje: Las Salinillas.
La utilización de las aguas, fangos y sales para diversos fines está documentada ya desde el siglo XV. El profesor Emilio Martín Gutiérrez, recoge varias citas referidas a Las Salinillas.
En una de ellas, fechada en 1434, se menciona un amojonamiento realizado por Alfonso Núñez, juez de términos, en el que se alude a esta laguna salada, ubicada en las cercanías de Jerez que era utilizada por los vecinos “para echar las ruedas de las carretas en el agua de las dichas salinas”. Se conseguía así el doble efecto de ajustar mejor las piezas, al “hincharse con el agua” y conservar mejor la madera por efecto de la sal.
En otra cita, referida a un amojonamiento realizado por el licenciado Francisco Cano en 1524, se hace también alusión a unas “salinas” en la zona de la “Dehesa de la Catalana o del Salado”, en las proximidades de la “pasada del Salado”, que se identifican con este paraje de Las Salinillas, donde se también se extraía sal para su consumo en la población (4).
Las Salinillas es un paraje singular muy cercano a la ciudad, cargado también de historia, que bien merece una visita.
Para saber más:
(1) Gutiérrez Mas, J.M. et al.: Introducción a la Geología de la Provincia de Cádiz. Universidad de Cádiz. 1991
(2) Mapa Geológico de España. Hoja 1.048. Jerez de la Frontera. Instituto Geológico y Minero de España. 1988.
(3) Sánchez García I. et al. : Guía de las plantas acuáticas de las reservas naturales de las lagunas de Cádiz. Junta de Andalucía. Consejería de Cultura y Medio Ambiente. 1992
(4) Martín Gutiérrez, E.: La organización del Paisaje Rural durante la Baja Edad Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera. Universidad de Sevilla-Universidad de Cádiz. 2004.
Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.
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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 28/06/2015
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