(Publicada el 29/03/2013)
La Semana Santa es sin duda el mejor momento para admirar y contemplar, en las calles y en los templos, el rico patrimonio artístico de nuestras hermandades y cofradías. Son también días de descanso en los que podemos aprovechar para descubrir distintos rincones de nuestro entorno cercano, muchos de ellos poco conocidos, que esconden pequeñas sorpresas. Hoy les proponemos algunos de estos paisajes o lugares que, por aquello de la "semana de pasión", hemos querido que tuvieran como elemento común la presencia de cruces, algunas de grandes proporciones, como la que encabeza estas líneas, situada en lo más alto de la Sierra del Valle, el conocido como Monte de la Cruz, desde el que se domina un soberbio panorama.
¿Nos acompañan a dar un paseo por las "cruces" de la campiña? He aquí algunos ejemplos.
Grandes cruces labradas en la arenisca pueden verse en la entrada de una vieja cantera de Buenavista, en la Sierra de San Cristóbal, donde es conocido que existió en los siglos medievales una ermita dedicada al apóstol Santiago. Contrasta con ellas la modesta cruz que el cantero Domingo Molejo padre labró a la entrada de la cueva de la Luz Divina en la que extraía sillares de arenisca. O esta otra hermosa cruz tallada en lo más alto de la cumbre del monte Albarracín, en El Bosque, junto a uno de los hitos de piedra que separan los términos de esta villa con los de Grazalema.
Entre las cruces más singulares y monumentales se encuentran sin duda las de algunos cruceros que hallamos en nuestra campiña. El más relevante es el situado en los accesos al Monasterio de La Cartuja siendo también muy destacable el que, cobijado por un bosquete de pinos y un olivar, despunta en un cerro situado junto a la carretera de Arcos, entre los cortijos de La Peñuela y la Cartuja de Alcántara.
Son también muy frecuentes las cruces de hierro que coronan las espadañas de las pequeñas capillas y oratorios repartidos por los cortijos y haciendas de la campiña. En El Olivillo, un hermoso situado en la carretera del Calvario, la cruz se instala sobre el arco que sujeta una pequeña campana. En la ermita de Las Montañas (Villamartín), lo hace sobre una veleta. En Macharnudo y Casablanca, junto a la carretera de Morabita, las cruces se alzan sobre las espadañas de las pequeñas capillas rurales existentes en los cortijos.
Cruces realizadas en labores de forja más elaboradas pueden admirarse también en La Cartuja -sobre un corazón-, en Casablanca (Arcos), en el cortijo de ducha o en El Rosalejo, todas ellas vinculadas a antiguas y hermosas veletas.
Las cruces aparecen también, como elemento decorativo, en muchos brocales de pozo, como este hermoso y sencilla cruz, pintada de verde, en una viña de Balbaina. Adoptan todas las formas imaginables como la que culmina la torre-portada de la ermita rural de Nuestra Señora de la Caridad, en La Greduela, o la más modesta que se enmarca entre la españada de La Panesa, en el lugar que en otros tiempos debió haber una campana. En un viejo edificio junto a la Venta Santa Luisa (El Cuervo) la cruz forma parte de una veleta. Junto a la ermita de Las Montañas, en Villamartín, una antiquísima cruz de forja que se asoma sobre una vieja espadaña. Muy cerca de este lugar, en El Rosalejo, una sencilla y hermosa cruz de Santiago corona la torre de contrapeso de una antigua almazara.
Son también muy frecuentes los casos en que las cruces presiden la puerta de los cortijos y haciendas rurales. En El Olivillo la vemos sobre la cancela que da acceso al recinto de la capilla. En Viña Romano, la cruz está sobre el arco de fábrica construido en el brocal de un antiguo pozo. En La Zangariana hay una modesta cruz de piedra que, cubierta por la cal, resalta sobre la puerta de entrada a una de las dependencias. En esta casa rural a orillas de la carretera de Arcos-Algar, junto a Sierra Valleja, una cruz se sitúa en lo más alto de la puerta de acceso al patio.
Otras "cruces", en este caso sin significado religioso, nos salen al encuentro en cualquier rincón de la campiña. Así, están presentes en muchos topónimos, como el ya mencionado Monte de la Cruz, en el Puerto de la Cruz (junto a la presa de Guadalcacín), en el paraje de Las Cruces (en la carretera vieja del Puerto, al pie de San Cristóbal)... También en la Cruz del Husillo, que da nombre a un cerro y a una viña junto a la barriada rural de Las Tablas, aunque aquí la "cruz" a la que se refiere es la que forman estos tradicionales elementos que no faltaban en los lagares de las viñas. En la imagen puede verse una "cruz" de husillo que se conserva en Macharnudo. En muchos hierros de ganaderías no faltan tampoco las cruces, como en este de El Tesorillo.
En las rejas y cancelas las cruces son también muy frecuentes formando parte de los trabajos de forja con que se decoran estos elementos de cierre. Algunos hermosos ejemplos los podemos encontrar en este sencillo cancel que encontramos en el interior de la Ermita de la Ina, o en las singulares rejas de La Residencia, en La Barca de La Florida, antigua sede de los ingenieros que diseñaron los poblados de colonización de la vega del Guadalete. En los azulejos y en los paneles cerámicos no faltan tampoco ejemplos de cruces, como estas que pueden contemplarse en el patio de La Cartuja.
Grandes cruces u otras pequeñas y casi diminutas, resaltan también en las paredes o en el interior de nuestras capillas y oratorios rurales. En la Ermita de la Ina, una "cruz de la victoria", recuerda la hazaña de Diego Fernández de Herrera y la batalla que en estos llanos se libró entre los jerezanos y los musulmanes en el siglo XIV. En el interior de esta misma ermita, podemos admirar un "vía crucis" que ha sido plasmado en sencillos azulejos (presididos por una pequeña cruz). En el interior de la capilla de la viña del Majuelo, en Macharnudo, dos ángeles custodian la cruz que preside el altar mayor.
Cerramos este recorrido por algunas de las "cruces" de nuestra campiña, con la que se alza sobre la antigua ermita de Nueva Jarilla, junto a la cañada de Romanina, presidiendo los viejos caminos que conducen hacia la Sierra de Gibalbín.
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