A nuestro amigo Miguel Ángel Borrego Soto, arabista.
Entre los numerosos cortijos repartidos por la campiña jerezana, uno de los más renombrados desde antiguo fue siempre el de Ducha. Ubicado en el sector norte del término municipal, el caserío de este célebre cortijo fue remodelado hace tan solo unos años para su transformación en hotel rural, aprovechando su cercanía al aeropuerto y a la ciudad. Nosotros lo visitamos en 2009, cuando las obras apenas habían comenzado y aún conservaba su edificio original y buena parte de sus antiguas dependencias e instalaciones que serían reformadas y rehabilitadas en los a los posteriores para su uso hotelero en un proyecto que respetó en buena medida su primitiva estructura y su sabor rural (1). Ya en aquellos años, escribimos algunos apuntes sobre este cortijo que guarda mucha historia a sus espaldas y que hoy les recordamos.
Ducha, un cortijo con raíces árabes.
El profesor Juan Abellán, quien en su libro La cora de Sidonia dedica un capítulo al poblamiento rural de la campiña gaditana en la época andalusí, señala como en el alfoz jerezano existían numerosos núcleos dedicados a la agricultura y la ganadería. Las unidades menores de poblamiento recibían, en función de su entidad, diferentes nombres. Así, junto a las numerosas alquerías (al-Qarya) repartidas por todo el territorio, existían también otras unidades rurales como las aldeas (duya´) o los cortijos o machares (mayasir o maysar), dedicados a la explotación agropecuaria del entorno (2).
Entre las alquerías y aldeas más conocidas en nuestro entorno se mencionan, entre otras, la de Šarāna (Jarana), la de Bunas (Bonanza, Bornos o Prunes, según diferentes autores) y la de Duŷŷa. Esta última, citada por al-Ru´aynī como perteneciente a Jerez, se corresponde, como ha señalado el arabista M.A. Borrego Soto, con el actual cortijo de Ducha, cercano al aeropuerto y a la carretera de Sevilla, a unos 8 km. de Jerez (3).
Apunta este autor que “…el sevillano al-Ru´aynī habla en su Barnāmaŷ (212, nº 112) del poeta y maestro jerezano Abu Musà Īsà b. Abd Allāh al-Lajmī al-Duŷŷī al-Šarīšī, que hacia mediados del siglo XII nació en la alquería de Duŷŷa, del distrito de Jerez… Afirma también al-Ru´aynī haberlo encontrado en diversas ciudades, entre ellas Sevilla y Jerez, donde frecuentaba tertulias literarias. Concretamente, en el año 615 (=1218-9) era juez (cadí) de Jeliver (Sallabar), población de la cora de Sidonia. Según leemos en Ibn Askar (Ikmal, 327-8), se estableció, en fecha sin determinar, en Málaga, ciudad de la que terminó marchándose sin que sepamos cuándo ni hacia dónde” (4).
Junto a otros datos biográficos, Borrego Soto nos informa de quienes fueron los maestros y discípulos de aquel poeta del Jerez andalusí, así como de algunos de los curiosos episodios protagonizados por este personaje, que debió fallecer a mediados del siglo XIII. En uno de ellos se cuenta que “al-Duŷŷī fue azotado por orden del cadí de su ciudad debido a la perfidia de su lengua y la codicia que mostraba por los bienes ajenos. Al parecer, gustaba de recitar versos malsonantes y obscenos” (5).
Ducha entre las tierras del monasterio La Cartuja.
Algunos autores han querido vincular el topónimo “Ducha” a su significado en castellano, que apunta a “la banda de tierra que siega cada uno de los segadores caminando en línea recta hasta llegar al fin de la heredad” (6). Sin embargo, creemos que como se ha señalado anteriormente, hay suficientes claves para confirmar el origen andalusí del nombre de Ducha. Sea como fuere, lo cierto es que el Donadío de Ducha y la aldea del mismo nombre aparece ya entre las propiedades repartidas a los repobladores castellanos en 1269, como da cuenta Mesa Ginete. Cabe pensar por ello de su existencia con anterioridad a la conquista castellana por lo que su origen andalusí puede también confirmarse indirectamente por estas fuentes (7).
En los siglos medievales, las tierras de estos pagos de Ducha dedicadas en su mayoría a cereal, olivar y en menor medida a viñedos, fueron en parte propiedad del monasterio de la Cartuja, al que Teresa de Torres (esposa de D. Diego de Vargas, alcalde de Gibraltar y Medina y pariente del fundador) donará en 1486, entre otras propiedades, 160 aranzadas de “tierra de pan en el donadío de Ducha” (8).
Las tierras del cortijo se fueron ampliando mediante otras donaciones como la realizada en 1510 por Elvira de Torres, hija de la citada Teresa de Torres y distintas compraventas realizadas en 1524, hasta completar así unas 640 aranzadas con las que llegó a contar el cortijo en las primeras décadas del s. XVI, que fue arrendado en diferentes ocasiones por los cartujos (9). Éstos se preocuparon, además de por adquirir fincas limítrofes para ampliar sus posesiones, por mejorar las tierras y su explotación llegando a labrar "un grandioso pozo" (10). Todavía hoy, en las tierras bajas del cortijo, a espaldas de la instalación hotelera y junto al camino que conduce a las antiguas viñas de La Francesa y del Diablo, se conserva un gran pozo, ya cegado y semioculto por los tarajes que crecen en su interior, del que nos gusta pensar que tal vez fuera el “labrado” siglos atrás por los cartujos.
Caballos, viñas y máquinas agrícolas: Ducha en los siglos XIX y XX.
Tras la desamortización, las tierras de Ducha pasaron a manos privadas para ser testigo, en los últimos siglos, de no pocas innovaciones. Además de ser una importante explotación agrícola dedicada básicamente al cultivo del cereal, el cortijo fue a mediados del siglo XIX la cuna de una importante ganadería caballar. De esta manera, los caballos de “pura raza española”, tuvieron en Ducha uno de sus puntos de cría más afamados, desde que uno de sus propietarios, Cristóbal Romero Zarco adquirió en 1856 a la familia Calero de Paterna, un pequeño lote que, merced a su buen hacer ganadero, se fue incrementando y mejorando (11). A la muerte de Romero Zarco, en 1897, el total de cabezas (caballos, potros, yeguas) alcanzaba la cifra de 226.
Eran los tiempos dorados de este renombrado cortijo, en los que decir Ducha era como decir caballos y en los que su propietario acometió la remodelación de sus instalaciones tal como todavía se recuerda en una lápida situada en la entrada del antiguo cortijo remodelado hace unos años para su transformación en un establecimiento de hostelería. Con la diversificación de la explotación se añadieron más dependencias al cortijo hasta consolidar un núcleo rural, a modo de aldea, que llegó a tener una pequeña escuela, naves de aperos, gañanías, almacenes, cuadras… La ganadería estuvo atendida por un veterinario y contaba también con un taller de talabartería. En el Nomenclátor de 1858 se registran en Ducha 18 edificios, en el de 1857 hay censadas 84 personas que ascienden a 97 en el de 1887 (12).
Junto a la cría caballar, las tierras de Ducha vivieron también una intensa actividad agrícola. Además de los cultivos de secano, sus suelos de albarizas acogieron una gran superficie de viñedo. Lamentablemente, las viñas del pago de Ducha se harían tristemente célebres en todo el Marco de Jerez, por ser las primeras, junto a las de Torrox, atacadas por la plaga de filoxera que se desató en 1894.
La invasión de la filoxera supuso una gran catástrofe para Jerez, así como para el resto de las regiones vitícolas. En 1878 se dejó sentir en nuestro país en las viñas de Málaga. Relata González Gordon que ya en julio de 1879 se celebraban en Jerez charlas y conferencias para tomar medidas al respecto: “…en todas estas reuniones se habló de multitud de remedios posibles, en su mayoría insecticidas; de aislamiento de las regiones atacadas; vigilancia en la introducción de materias que pudieran contener la propagación de la filoxera, y se creyó en un tiempo en Jerez, que las altas cordilleras que nos separan de Málaga, nos librarían de la invasión del insecto. Se creyó también, que la estructura compacta de nuestras albarizas sería un obstáculo para la filoxera, pero desgraciadamente la experiencia demostró, que la invasión en las albarizas era aún más rápida que en los terrenos sueltos o arenosos. Todo fue en balde; el mal aparecía aquí en 21 de Julio de 1894, día nefasto para esta población… Se dice que la filoxera se propagó de Málaga a Morón, y de allí a Lebrija, y de este último punto vino a Jerez traída, según se cree, por obreros viticultores que llegaron de aquel pueblo a trabajar en nuestra población. Las primeras viñas atacadas, se dice que fueron una de Ducha (albarizas), al Norte, y otra de Torrox (barros blancos), al sur” (13).
Tras el arranque del viñedo, que volvería décadas más tarde a estos pagos, las tierras de Ducha se dedicaron a los cultivos de secano, y como sucedió con la ganadería, se adoptaron también aquí las innovaciones de la época. Así, en 1903, el cortijo ya cuenta con una de las escasas trilladoras (modelo Marshall) presentes en la campiña jerezana que la viuda de Romero Zarco adquirió para hacer más rentable sus tierras y que explotaron los hermanos José y Rafael Romero Benítez y. De la misma manera, uno de los primeros tractores a vapor de la comarca (un Marshall, de 60 c.v.) era utilizado ya en 1909 para arar las tierras del cortijo de Ducha que siempre figuró en la primera línea de las explotaciones agropecuarias de nuestra campiña (14). Un siglo después, como se apuntaba en el inicio de este artículo, el viejo cortijo de Ducha vería profundamente remodeladas sus instalaciones para darle nuevos usos hoteleros. Con todo, aunque sus antiguos edificios hayan perdido aquella estampa rural tan auténtica que siempre tuvieron, nunca podrán desprenderse de su larga historia.
Cuando uno de estos días regresábamos a la ciudad después de pasear por los campos de Ducha y enfilábamos el camino flanqueado de eucaliptos, casuarinas y olmos que dejan atrás el cortijo, echábamos de menos los viñedos que un día hicieron famoso este rincón de la campiña, “el pago de Ducha”, al que dieron nombre. Esos viñedos que nos hacen recordar los versos que “nuestro sabio”, el “jerezano de Ducha” -al-Duŷŷī al-Šarīšī-, escribió ocho siglos atrás. Dejemos que sea de nuevo M. Ángel Borrego Soto quien nos lo cuente:
“Se conservan los fragmentos de varias de sus casidas, la mayoría descriptivas, aunque al-Ru´aynī afirma que sus versos estaban escritos en forma de zéjel, estrofa en la que, al parecer, sobresalió. De todas formas, los versos que nos han llegado son extractos de casidas. Ibn al-Abbar escoge, entre otros, este fragmento…: (15).
Ducha, un cortijo con raíces árabes.
El profesor Juan Abellán, quien en su libro La cora de Sidonia dedica un capítulo al poblamiento rural de la campiña gaditana en la época andalusí, señala como en el alfoz jerezano existían numerosos núcleos dedicados a la agricultura y la ganadería. Las unidades menores de poblamiento recibían, en función de su entidad, diferentes nombres. Así, junto a las numerosas alquerías (al-Qarya) repartidas por todo el territorio, existían también otras unidades rurales como las aldeas (duya´) o los cortijos o machares (mayasir o maysar), dedicados a la explotación agropecuaria del entorno (2).
Entre las alquerías y aldeas más conocidas en nuestro entorno se mencionan, entre otras, la de Šarāna (Jarana), la de Bunas (Bonanza, Bornos o Prunes, según diferentes autores) y la de Duŷŷa. Esta última, citada por al-Ru´aynī como perteneciente a Jerez, se corresponde, como ha señalado el arabista M.A. Borrego Soto, con el actual cortijo de Ducha, cercano al aeropuerto y a la carretera de Sevilla, a unos 8 km. de Jerez (3).
Apunta este autor que “…el sevillano al-Ru´aynī habla en su Barnāmaŷ (212, nº 112) del poeta y maestro jerezano Abu Musà Īsà b. Abd Allāh al-Lajmī al-Duŷŷī al-Šarīšī, que hacia mediados del siglo XII nació en la alquería de Duŷŷa, del distrito de Jerez… Afirma también al-Ru´aynī haberlo encontrado en diversas ciudades, entre ellas Sevilla y Jerez, donde frecuentaba tertulias literarias. Concretamente, en el año 615 (=1218-9) era juez (cadí) de Jeliver (Sallabar), población de la cora de Sidonia. Según leemos en Ibn Askar (Ikmal, 327-8), se estableció, en fecha sin determinar, en Málaga, ciudad de la que terminó marchándose sin que sepamos cuándo ni hacia dónde” (4).
Junto a otros datos biográficos, Borrego Soto nos informa de quienes fueron los maestros y discípulos de aquel poeta del Jerez andalusí, así como de algunos de los curiosos episodios protagonizados por este personaje, que debió fallecer a mediados del siglo XIII. En uno de ellos se cuenta que “al-Duŷŷī fue azotado por orden del cadí de su ciudad debido a la perfidia de su lengua y la codicia que mostraba por los bienes ajenos. Al parecer, gustaba de recitar versos malsonantes y obscenos” (5).
Ducha entre las tierras del monasterio La Cartuja.
Algunos autores han querido vincular el topónimo “Ducha” a su significado en castellano, que apunta a “la banda de tierra que siega cada uno de los segadores caminando en línea recta hasta llegar al fin de la heredad” (6). Sin embargo, creemos que como se ha señalado anteriormente, hay suficientes claves para confirmar el origen andalusí del nombre de Ducha. Sea como fuere, lo cierto es que el Donadío de Ducha y la aldea del mismo nombre aparece ya entre las propiedades repartidas a los repobladores castellanos en 1269, como da cuenta Mesa Ginete. Cabe pensar por ello de su existencia con anterioridad a la conquista castellana por lo que su origen andalusí puede también confirmarse indirectamente por estas fuentes (7).
En los siglos medievales, las tierras de estos pagos de Ducha dedicadas en su mayoría a cereal, olivar y en menor medida a viñedos, fueron en parte propiedad del monasterio de la Cartuja, al que Teresa de Torres (esposa de D. Diego de Vargas, alcalde de Gibraltar y Medina y pariente del fundador) donará en 1486, entre otras propiedades, 160 aranzadas de “tierra de pan en el donadío de Ducha” (8).
Las tierras del cortijo se fueron ampliando mediante otras donaciones como la realizada en 1510 por Elvira de Torres, hija de la citada Teresa de Torres y distintas compraventas realizadas en 1524, hasta completar así unas 640 aranzadas con las que llegó a contar el cortijo en las primeras décadas del s. XVI, que fue arrendado en diferentes ocasiones por los cartujos (9). Éstos se preocuparon, además de por adquirir fincas limítrofes para ampliar sus posesiones, por mejorar las tierras y su explotación llegando a labrar "un grandioso pozo" (10). Todavía hoy, en las tierras bajas del cortijo, a espaldas de la instalación hotelera y junto al camino que conduce a las antiguas viñas de La Francesa y del Diablo, se conserva un gran pozo, ya cegado y semioculto por los tarajes que crecen en su interior, del que nos gusta pensar que tal vez fuera el “labrado” siglos atrás por los cartujos.
Caballos, viñas y máquinas agrícolas: Ducha en los siglos XIX y XX.
Tras la desamortización, las tierras de Ducha pasaron a manos privadas para ser testigo, en los últimos siglos, de no pocas innovaciones. Además de ser una importante explotación agrícola dedicada básicamente al cultivo del cereal, el cortijo fue a mediados del siglo XIX la cuna de una importante ganadería caballar. De esta manera, los caballos de “pura raza española”, tuvieron en Ducha uno de sus puntos de cría más afamados, desde que uno de sus propietarios, Cristóbal Romero Zarco adquirió en 1856 a la familia Calero de Paterna, un pequeño lote que, merced a su buen hacer ganadero, se fue incrementando y mejorando (11). A la muerte de Romero Zarco, en 1897, el total de cabezas (caballos, potros, yeguas) alcanzaba la cifra de 226.
Eran los tiempos dorados de este renombrado cortijo, en los que decir Ducha era como decir caballos y en los que su propietario acometió la remodelación de sus instalaciones tal como todavía se recuerda en una lápida situada en la entrada del antiguo cortijo remodelado hace unos años para su transformación en un establecimiento de hostelería. Con la diversificación de la explotación se añadieron más dependencias al cortijo hasta consolidar un núcleo rural, a modo de aldea, que llegó a tener una pequeña escuela, naves de aperos, gañanías, almacenes, cuadras… La ganadería estuvo atendida por un veterinario y contaba también con un taller de talabartería. En el Nomenclátor de 1858 se registran en Ducha 18 edificios, en el de 1857 hay censadas 84 personas que ascienden a 97 en el de 1887 (12).
Junto a la cría caballar, las tierras de Ducha vivieron también una intensa actividad agrícola. Además de los cultivos de secano, sus suelos de albarizas acogieron una gran superficie de viñedo. Lamentablemente, las viñas del pago de Ducha se harían tristemente célebres en todo el Marco de Jerez, por ser las primeras, junto a las de Torrox, atacadas por la plaga de filoxera que se desató en 1894.
La invasión de la filoxera supuso una gran catástrofe para Jerez, así como para el resto de las regiones vitícolas. En 1878 se dejó sentir en nuestro país en las viñas de Málaga. Relata González Gordon que ya en julio de 1879 se celebraban en Jerez charlas y conferencias para tomar medidas al respecto: “…en todas estas reuniones se habló de multitud de remedios posibles, en su mayoría insecticidas; de aislamiento de las regiones atacadas; vigilancia en la introducción de materias que pudieran contener la propagación de la filoxera, y se creyó en un tiempo en Jerez, que las altas cordilleras que nos separan de Málaga, nos librarían de la invasión del insecto. Se creyó también, que la estructura compacta de nuestras albarizas sería un obstáculo para la filoxera, pero desgraciadamente la experiencia demostró, que la invasión en las albarizas era aún más rápida que en los terrenos sueltos o arenosos. Todo fue en balde; el mal aparecía aquí en 21 de Julio de 1894, día nefasto para esta población… Se dice que la filoxera se propagó de Málaga a Morón, y de allí a Lebrija, y de este último punto vino a Jerez traída, según se cree, por obreros viticultores que llegaron de aquel pueblo a trabajar en nuestra población. Las primeras viñas atacadas, se dice que fueron una de Ducha (albarizas), al Norte, y otra de Torrox (barros blancos), al sur” (13).
Tras el arranque del viñedo, que volvería décadas más tarde a estos pagos, las tierras de Ducha se dedicaron a los cultivos de secano, y como sucedió con la ganadería, se adoptaron también aquí las innovaciones de la época. Así, en 1903, el cortijo ya cuenta con una de las escasas trilladoras (modelo Marshall) presentes en la campiña jerezana que la viuda de Romero Zarco adquirió para hacer más rentable sus tierras y que explotaron los hermanos José y Rafael Romero Benítez y. De la misma manera, uno de los primeros tractores a vapor de la comarca (un Marshall, de 60 c.v.) era utilizado ya en 1909 para arar las tierras del cortijo de Ducha que siempre figuró en la primera línea de las explotaciones agropecuarias de nuestra campiña (14). Un siglo después, como se apuntaba en el inicio de este artículo, el viejo cortijo de Ducha vería profundamente remodeladas sus instalaciones para darle nuevos usos hoteleros. Con todo, aunque sus antiguos edificios hayan perdido aquella estampa rural tan auténtica que siempre tuvieron, nunca podrán desprenderse de su larga historia.
Cuando uno de estos días regresábamos a la ciudad después de pasear por los campos de Ducha y enfilábamos el camino flanqueado de eucaliptos, casuarinas y olmos que dejan atrás el cortijo, echábamos de menos los viñedos que un día hicieron famoso este rincón de la campiña, “el pago de Ducha”, al que dieron nombre. Esos viñedos que nos hacen recordar los versos que “nuestro sabio”, el “jerezano de Ducha” -al-Duŷŷī al-Šarīšī-, escribió ocho siglos atrás. Dejemos que sea de nuevo M. Ángel Borrego Soto quien nos lo cuente:
“Se conservan los fragmentos de varias de sus casidas, la mayoría descriptivas, aunque al-Ru´aynī afirma que sus versos estaban escritos en forma de zéjel, estrofa en la que, al parecer, sobresalió. De todas formas, los versos que nos han llegado son extractos de casidas. Ibn al-Abbar escoge, entre otros, este fragmento…: (15).
"Me dijeron: ¿Bebes después que ya tienes canas?
Y yo respondí: -Eso se debe a una curiosa circunstancia
que se da en el hijo de la uva.
La edad me ha movido los dientes
y yo me bebo el vino, como es de rigor,
para fortalecer el oro que ya se me ha fundido."
Para saber más:
(1) Diseñado por el Arquitecto D. Álvaro Osborne Gutiérrez de la empresa Osborne Técnicos Consultores, y edificado por la constructora GESTECO, S.L. Las instalaciones fueron diseñadas por el Ingeniero Industrial D. Joaquín Osborne Gutiérrez. El hotel entró en funcionamiento en el año 2012 y en la actualidad sus instalaciones se destinan a la organización de eventos.
(2) Abellán Pérez, J.: La cora de Sidonia, Málaga, 2004, pp. 67-68.
(3) Sobre Jarana puede verse Borrego Soto, M.A.: La alquería de Jarana y los Banū L-Murjī, AM, 12, Cádiz, 2005, pp. 19-38. Sobre Bunas, consultar: Borrego Soto, M.A.: El sabio jerezano Ishaq al-Bunasi 1). Prunes. en el Blog En la Tierra de Sidueña, 3/10/2009, consultado el 11/01/2017. Sobre Ducha, Borrego Soto, M.A.: Gala del mundo y adorno de los almimbares. EH Editores, 2011, pp70-72.
(4) Borrego Soto, M.A.: Al-Sharishi y su comentario de las Maqamat de al-Hariri, en el Blog En la Tierra de Sidueña. 15/11/2012. consultado el 11/01/2017.
(5) Borrego Soto, M.A.: Gala del mundo… obra citada, p. 70. Esta misma escena se recoge también en Borrego Soto, M.A.: Ducha, en el Blog En la Tierra de Sidueña. 25/09/2009, consultado el 11/01/2017.
(6) Martín Gutiérrez, E.: “Análisis de la toponimia y aplicación al estudio del poblamiento: el alfoz de Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media”, HID, 30 (2003), 257-300. p. 262.
(7) Mesa Ginete, F. de.: Historia sagrada y política de la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera, 1888, 2ª parte p. 65.
(8) Mayo Escudero, J.: “Protocolo primitivo y de fundación de la Cartuja Santa María de la Defensión de Jerez de la Frontera (Cádiz). Transcripción, informatización, notas y estudios críticos por Juan Mayo Escudero”, en Analecta Cartusiana,187, 2001, Ed. James Hogg, Alain Girard, Daniel Le Blévec, p. 26.
(9) Sobre el periodo en que Ducha perteneció al monasterio de La Cartuja puede consultarse: González Gómez, A.: "La Cartuja de Jerez de la Frontera. Formación de su patrimonio" en Actas I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía medieval, vol. 2, Córdoba, pp. 173-196. También González Gómez, A.: "Las propiedades agrícolas de la Orden de la Cartuja en el Antiguo Régimen de Sevilla, según un inventario del año 1513", Archivo Hispalense, 193-194 (1981), pp. 59-106. Las referencias las hemos tomado de VV.AA.: Cortijos, haciendas y lagares. Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias en Andalucía. Provincia de Cádiz. Junta de Andalucía. Consejería de Obras Públicas y Transportes. 2002, págs. 164-165.
(10) Mayo Escudero, J.: “Protocolo… obra citada, p. 139.
(11) “Catálogo de las ganaderías de caballos españoles. Hijos de Rafael Romeo Benítez”, Revista El Caballo Español, nº 4, 1978, pp. 5-6.
(12) Los datos han sido tomados de los Nomenclátor de los años citados disponibles en el Archivo Municipal de Jerez.
(13) González Gordon, M. María: Jerez-Xerez-Sherish. Ed. Gráficas del Exportador. Jerez. Edición de 1970. Pg. 215 y 231-32
(14) Cabral Chamorro, A.: Renovación tecnológica y mecanización de la agricultura en Cádiz (1850-1932). Edición de J. García Cabrera y C. Orellana González. Universidad de Cádiz-Diputación de Cádiz, 2000. Puede consultarse también Martínez Ruiz, J.I.: Trilladoras y tractores: energía, tecnología e industria en la mecanización de la agricultura, Ed. Universidad de Sevilla, 2000, p. 114.
(15) Borrego Soto, M.A.: Ducha… obra citada. Del mismo autor: Poetas del Jerez islámico, AAM, 15, 2008, 41-78, p. 69.
Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.
Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar: Cortijos viñas y haciendas, Jerez andalusí, Paisajes con historia, Paisaje y literatura
Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 14/01/2018
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