
Durante los siglos medievales nuestro territorio fue un espacio fronterizo, escenario de numerosos enfrentamientos entre cristianos y musulmanes. No es de extrañar por ello que unos y otros construyeran castillos y fortalezas, torres y atalayas repartidas por la campiña y las serranías en torno a Jerez, algunas de las cuales han llegado hasta nuestros días. Los orígenes, funciones y tipología constructiva de cada una de ellas son muy variados pero, en líneas generales, obedecen a un propósito defensivo y de control del territorio, estando

El historiador Bartolomé Gutiérrez señala en relación a su disposición espacial, y al papel que desempeñaban en la defensa de la ciudad estas construcciones militares, que “…son puestas en tal disposición que se ven unas a otras; y estas y las de la costa, que pertenecen a otras poblaciones (como las de tierra adentro) eran atalayas para enemigos, avisándose de unas a otras con los hachos encendidos; de modo que en corto espacio de tiempo, se noticiaban las novedades que ocurrían en toda la costa y su comarca; distinguiendo la urgencia según el modo de la señal con ahumadas o con luces y otras diferencias”. (1)

Para comunicar posibles amenazas, los castillos, atalayas y torres de almenara se valían de fuegos y ahumadas, permitiendo así la conexión de puntos distantes del alfoz, incluidas las zonas costeras, con la ciudad. En nuestro “recorrido” de hoy nos proponemos visitar aquellas de las que se conserva algún vestigio, así como otras de cuya existencia se guarda memoria en las fuentes documentales.
Torres en la campiña.



De esta misma época puede ser también la cerca, también de tapial, que rodea la torre ubicada en las cumbres de la Sierra de Gibalbín, si bien los restos que se conservan de este torreón, reconstruido en distintos momentos, son de época cristiana. En sus lienzos, todavía pueden observarse grandes sillares procedentes de la ciudad romana que se levantó en las cumbres y las

faldas de esta sierra junto al cercano cortijo de La Mazmorra, de los que aún se aprecian las ruinas de distintas construcciones. A los pies de esta sierra aún se conservan también vestigios de otra antigua torre vigía: la Torre de la Hinojosa o de Pedro Díaz. Integrados en el actual


También de época andalusí, como la anterior, fue la torre de Mesas de Asta, fabricada con tapiales y de cuya existencia hay constancia desde el siglo XIII hasta bien entrado el s. XVIII, aunque en la actualidad nada se conserva de ella. Esta torre debió estar en conexión

Castillos y fortalezas.
En el punto más alejado del extenso alfoz jerezano se levantaba el Castillo de Tempul a cuyos pies se encontraba una aldea que, con la fortaleza y sus términos, fueron puestos por Alfonso XI bajo la jurisdicción directa del concejo jerezano en el siglo XIV. El castillo, jugó un importante papel en la época

medieval y aún en la actualidad se conservan los restos de algunos muros y el arranque de una de sus torres. Su emplazamiento, en un lugar muy próximo al copioso manantial, era de gran importancia estratégica en las luchas de frontera. La fortaleza, encaramada sobre un peñasco de roca ofítica, era de acceso muy difícil, controlándose desde este punto el paso natural del río

Majaceite, que corre a sus pies, y las comunicaciones con la Serranía. Hay que recordar que hasta la toma de Jimena y posteriormente de Cardela y de las demás fortalezas de la Serranía de Grazalema, bien entrado el siglo XV, el sector más oriental de los términos de Jerez fueron una frontera inestable con el reino nazarí de Granada, por lo que el Castillo de Tempul jugó un papel estratégico en la defensa del alfoz jerezano.

Entre los castillos medievales mejor conservados en la actualidad en el entorno rural de la campiña destaca el de Gigonza. Ubicado en las faldas de la Sierra del Valle, aún se mantienen en pie sus recios torreones y su cerca almenada. En su entorno existió una aldea medieval y


Tras la conquista de Jerez por Alfonso X, se levantarán otras fortalezas y torres para el control de la zona de frontera y la defensa del territorio y se



Torres en los caminos de la sierra.


Lamentablemente, el pasado verano, su esquina de poniente sufrió un desplome, viniéndose abajo parte de sus muros, dejando a la vista la bóveda de cañón de una de las antiguas salas el castillo. El cono de derrubios formado a los pies de los muros presagia la ruina de esta parte del castillo si no se actúa para frenarla.
Situado al sur del Guadalete, el Castilllo de Berroquejo controlaba los caminos hacia Medina y Vejer, siendo su ubicación de gran valor estratégico al ser este territorio el paso obligado para las rutas que unían el Estrecho con las campiñas. Emplazado sobre un peñasco calizo de difícil acceso, en un paraje cercano a Fuente Rey, aún hoy se conserva parte de su cerca y los muros de una de sus torres, desde la que se mantiene contacto visual con los castillos de Medina y Torre Estrella. El castillo Berroquejo es nombrado en las Crónicas de Alfonso XI y durante el primer tercio del siglo XIV verá acampar las tropas castellanas a sus pies en varias de las expediciones militares hacia Tarifa, Algeciras y Gibraltar.

Junto a los anteriores, se tiene también noticia de otras fortalezas y atalayas, ya desaparecidas. Una de las más referidas en la historiografía jerezana es la Torre de Santiago de Fé o de Efé (como escribe B. Gutiérrez) que se alzaba en el paraje de Las Mesas de Santiago, junto al camino de Bornos, en el emplazamiento que hoy ocupa el Cortijo de las Mesas de Santiago,

La Torre del Sotillo estuvo ubicada en el paraje de este nombre, junto al Río Guadalete en el lugar que actualmente ocupa la Cartuja, levantada probablemente sobre alguna de las pequeñas elevaciones próximas al río y desde las que se controlaba el paso natural conocido como “vado de Medina”. La Torre de Martín Dávila, de la que no se conservan restos, estuvo también próxima a otro vado del río. Se tiene constancia documental de otras atalayas ubicadas en La Suara, La Jarda, las Mesas de Soto Gordo (junto a Algar), Espartinas…

En el Cerro de la Torre, pequeña elevación que domina el valle del Arroyo Salado de Paterna, frente al Cortijo de Los Arquillos, se conservan también restos de una antigua torre y de otra más en el citado cortijo. En ambos casos, nada tienen que ver estas construcciones con instalaciones militares o de control del territorio, sino que están asociadas al acueducto romano del Tempul.
El profesor Emilio Martín Gutiérrez nos recuerda que las Ordenanzas Municipales de 1450 dedicadas a la guerra, prestan gran importancia al mantenimiento de estas atalayas: “Yten, que se de orden como en el tienpo que ouiere rebato, todos los ganados e los omes que estouieren


El rico legado histórico y cultural que suponen las torres y castillos repartidos por la campiña corre serio peligro de terminar por desaparecer si no se plantean intervenciones de consolidación, restauración y puesta en valor de los elementos más relevantes..Con independencia de las distintas figuras de protección de algunos de los castillos y torres mencionados, todos ellos están incluidos en la declaración genérica de Bienes de Interés Cultural de 1985. Lamentablemente, el inexorable paso del tiempo y la falta de actuación de los propietarios y de las administraciones, nos viene a recordar que para frenar el deterioro de nuestro patrimonio, hacen falta algo más que normas.
Para saber más:
- (1)- GUTIÉRREZ, B.: Coord.: Historia de la Muy Noble y Leal Ciudad de Xerez de la Frontera. Jerez, 1886 edición facsimilar de 1989, t. I, pg. 31..
- (2) - RALLÓN, E.: Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación. Edición de Ángel Marín y Emilio Martín, Cádiz, 1997, vol. I, pg. 2.
- (3)- MARTÍN GUTIÉRREZ, E. Y MARÍN RODRÍGUEZ J.A.: “La época cristiana (1264-1492)" en CARO CANCELA, Diego (coord.), Historia de Jerez de la Frontera. De los orígenes a la época medieval, I, Cádiz, 1999, p. 282-283.
- (1)- GUTIÉRREZ, B.: Coord.: Historia de la Muy Noble y Leal Ciudad de Xerez de la Frontera. Jerez, 1886 edición facsimilar de 1989, t. I, pg. 31..
- (2) - RALLÓN, E.: Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación. Edición de Ángel Marín y Emilio Martín, Cádiz, 1997, vol. I, pg. 2.
- (3)- MARTÍN GUTIÉRREZ, E. Y MARÍN RODRÍGUEZ J.A.: “La época cristiana (1264-1492)" en CARO CANCELA, Diego (coord.), Historia de Jerez de la Frontera. De los orígenes a la época medieval, I, Cádiz, 1999, p. 282-283.
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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 23/11/2013