27 junio 2019

Salinas con historia junto a Estella del Marqués.
Un paseo por Las Salinillas




A Santiago Valiente, amigo y maestro.

En estos días azules que nos regalan los primeros días del verano, cuando el calor aprieta, nos gusta visitar algunos pequeños humedales de nuestro entorno cercano para “descubrir” el pequeño tesoro que encierran sus aguas: la sal. Eso era al menos lo que pensaban nuestros convecinos cuando, en los siglos medievales, acudían a estas pequeñas lagunas salobres que se reparten por los alrededores de la ciudad para abastecerse de esta indispensable sustancia.



En próximas salidas recorreremos algunos de estos humedales salinos, centrándonos hoy en uno de los más conocidos, el de Las Salinillas, situado en los Llanos de La Catalana junto a Estella del Marqués.

Humedales salobres en torno a Jerez.

Junto a las lagunas más conocidas de nuestro entorno (Medina, Los Tollos, Canteras, Tejón, lagunas de El Puerto), la mayoría de ellas de agua “dulce” y de carácter permanente, existen en las cercanías de la ciudad no pocas lagunas o zonas encharcables de carácter estacional que, a diferencia de aquellas, presentan en sus aguas elevadas concentraciones de sal que, en algunos casos, permiten calificar a estos humedales como “salados”. El material geológico que forma su sustrato o que está presente en los terrenos circundantes de estas pequeñas cuencas endorreicas, está integrado principalmente por yesos y margas de edad triásica, con alto contenido en sales que, al ser disueltas por las aguas superficiales, confieren este “carácter salado” a numerosos arroyos y pequeñas lagunas de buena parte de la provincia (1).

Por señalar sólo algunos ejemplos de parajes donde podemos encontrar este tipo de pequeñas lagunas, mencionaremos la que puede observarse junto al Arroyo de la Loba, -al inicio de la carretera del Calvario, a mano izquierda- que en los meses de verano, apenas aprieta el calor y el agua se evapora, nos muestra su fondo blanquecino, con una película de sal que delata la naturaleza salobre de sus aguas. Este rincón entre viñas, conocido también como Las Salinillas, es quizás uno de los más representativos de los que pueden encontrarse en las cercanías de la ciudad.

Otras zonas encharcables, donde se forman pequeñas lagunas estacionales con presencia de la vegetación propia de terrenos ricos en sal las encontramos junto a la Cañada del Amarguillo, en las proximidades de los Cortijos de Roa La Bota y Fuente Suero, en el Rincón de La Tapa, junto al cortijo de Espantarrodrigo, en la Cañada de Morales, en Doña Benita y La Matanza, en las cercanías del Cortijo de Vicos… Todas ellas tienen en común que la naturaleza del suelo sobre el que se asientan, o las laderas que forma parte de su “cuenca de recepción”, están constituidas por materiales del triásico, como se ha dicho, de carácter margoso, ricos en yesos y sales.



Sin embargo en pocos lugares queda en evidencia este alto contenido salino de las aguas como en el paraje de Las Salinillas (de similar nombre que el primero que citamos), próximo a Estella del Marqués, del que nos vamos a ocupar hoy.

Por los Llanos de La Catalana.

La mejor forma para acceder al lugar, o bien para contemplarlo desde la distancia, es tomando la carretera que une Estella del Marqués con Lomopardo. Si salimos de la primera población, al poco de abandonar el casco urbano observaremos a la derecha de la carretera una hondonada, rodeada de viñedos. En los meses de verano nos llama la atención una lámina blanca de sal que ocupa el lecho de una pequeña laguna estacional que durante buena parte del año se forma en este lugar. Tomando un carril a la derecha, (frente al que se dirige a la Venta La Dehesa) podremos llegar fácilmente hasta Las Salinillas, por cuyos llanos cruza la gran tubería del Acueducto de Abastecimiento de agua potable de la Zona Gaditana, procedente del pantano de Los Hurones después de haber pasado por la Potabilizadora de Cuartillos. Esta conducción, actualmente cubierta por un “muro” de tierra, hubo de ser reconstruida por que la naturaleza salobre de estos suelos, encharcados buena parte del año, actuaron como elemento “corrosivo” de los elementos metálicos de la misma.

Rodeado de viñedos y de tierras de labor, el fondo de este pequeño valle -por el que discurre también el Arroyo Salado de Caulina, en paralelo a la Autopista Sevilla Cádiz-, ha formado una pequeña cuenca donde se embalsa el agua sobre el sustrato “impermeable” de las margas y arcillas triásicas, ricas en sales, que ha dado origen a esta pequeña laguna salada. Estos materiales pueden apreciarse, por ejemplo, en el cercano parque periurbano de Las Aguilillas. Las laderas sobre las que se desarrolla el viñedo (hacia Lomopardo) son de tierras albarizas (Mioceno), mientras que los materiales geológicos que encontramos en el otro lado de la vaguada, hacia Estella del Marqués, son de origen más moderno (Plioceno) y de consistencia más arenosa. Un curioso “corte geológico” que nos permite apreciar la naturaleza de estos últimos materiales puede verse en las paredes rocosas, cortadas a pico, junto a la entrada de la Venta La Cueva, en Estella (2).

Unas salinas con historia.



Una vez en Las Salinillas, observaremos que las zonas más encharcadas, mantienen la típica vegetación lagunar (tarajes, juncos, carrizos…), mientras que las que se secan en verano, más ricas en sal, presentan algunas de las especies propias de los terrenos salobres, entre las que sobresalen las salicornias (Salicornia ramosissima) (3).


Es también frecuente la presencia de aves propias de terrenos inundados destacando por su fidelidad al lugar las cigüeñuelas que pueden verse casi con total seguridad cuando visitamos el humedal.



Entre los fangos cuarteados de las orillas o la zona central de esta pequeña laguna, se forma, cuando se evapora el agua, una lámina de sal que lo cubre todo y que justifica claramente el topónimo con el que desde la Edad Media es conocido este paraje: Las Salinillas.



La utilización de las aguas, fangos y sales para diversos fines está documentada ya desde el siglo XV. El profesor Emilio Martín Gutiérrez, recoge varias citas referidas a Las Salinillas.

En una de ellas, fechada en 1434, se menciona un amojonamiento realizado por Alfonso Núñez, juez de términos, en el que se alude a esta laguna salada, ubicada en las cercanías de Jerez que era utilizada por los vecinos “para echar las ruedas de las carretas en el agua de las dichas salinas”. Se conseguía así el doble efecto de ajustar mejor las piezas, al “hincharse con el agua” y conservar mejor la madera por efecto de la sal.

En otra cita, referida a un amojonamiento realizado por el licenciado Francisco Cano en 1524, se hace también alusión a unas “salinas” en la zona de la “Dehesa de la Catalana o del Salado”, en las proximidades de la “pasada del Salado”, que se identifican con este paraje de Las Salinillas, donde se también se extraía sal para su consumo en la población (4).



Para quienes se acerquen a este paraje, conviene recordar que pese a la apariencia firme del suelo del lecho de esta pequeña laguna cubierta por algunos rincones de una costra de sal, los fangos son muy superficiales y su aspecto puede llamar a engaño, ya que es fácil que se se nos hundan los zapatos en el barro húmedo que se esconde bajo la película de sal, en especial en las cercanías de los manantiales a los que no conviene acercarse mucho. Los lugareños cuentan como no faltan ejemplos de animales atrapados en los fangos salobres e incluso relatan como un burrillo se hundió en la boca de uno de los manantiales debido a la fragilidad del suelo. Sean o no ciertos estos comentarios, conviene tenerlos en cuenta.

Las Salinillas es un paraje singular muy cercano a la ciudad, cargado también de historia, que bien merece una visita.

Para saber más:
(1) Gutiérrez Mas, J.M. et al.: Introducción a la Geología de la Provincia de Cádiz. Universidad de Cádiz. 1991
(2) Mapa Geológico de España. Hoja 1.048. Jerez de la Frontera. Instituto Geológico y Minero de España. 1988.
(3) Sánchez García I. et al. : Guía de las plantas acuáticas de las reservas naturales de las lagunas de Cádiz. Junta de Andalucía. Consejería de Cultura y Medio Ambiente. 1992
(4) Martín Gutiérrez, E.: La organización del Paisaje Rural durante la Baja Edad Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera. Universidad de Sevilla-Universidad de Cádiz. 2004.


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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 28/06/2015

21 junio 2019


Los árboles de la ciudad se visten de verano.




En el campo, en los montes y en las zonas más agrestes de nuestras sierras, el inicio del verano se manifiesta en la vegetación arbustiva y arbórea con la aparición de los primeros frutos y, en general, con las señales, ya evidentes de la sequedad de la tierra y del ambiente. Sin embargo, en la ciudad, muchos de los árboles ornamentales que pueblan nuestras calles, plazas y parques, se muestran en estas semanas, cuando un nuevo verano comienza, con sus mejores “galas”. ¿Nos acompañan a comprobarlo?

A la sombra de las tipuanas en flor.

Las tipuanas (Tipuana tipu) tan abundantes en calles y avenidas, provistas ya sus copas de un denso follaje, nos ofrecen ahora su espectacular floración. Exhiben estos árboles sus pequeñas y hermosas flores amarillas que contrastan con el verde intenso de sus hojas y alfombran el suelo cuando caen, dando color a las aceras. Por el contrario, las jacarandas (Jacaranda mimosaefolia), que un mes atrás se vestían de gala y cubrían el suelo con sus corolas azulinas, apenas muestran ya sus últimas flores mientras sus copas se van poblando de hojas nuevas, entre las que llaman la atención sus peculiares frutos, aún verdes.

Los jaboneros de la China (Koelreuteria paniculata y K. bipinnata), están también presentes en muchas de nuestras calles, y apuntan ya los primeros “farolitos”, esos peculiares frutos formados por tres valvas, que cuelgan del árbol en numerosos ramilletes y en cuyo interior se formarán las semillas. No es de extrañar que esta especie sea también conocida como “árbol de los farolitos”, por la singular forma de sus “frutos”. En algunos ejemplares (junto a Sementales, por ejemplo) aún pueden verse también sus grandes panículas, inflorescencias de más de treinta centímetros de longitud formadas por numerosas flores de color amarillo, que despuntan en su copa y que durante los meses de mayo y junio, hacen de estos árboles uno de los más llamativos de nuestros paseos.

Más escasas, pero igualmente llamativas, son las parkinsonias (Parkinsonia aculeata). Podemos verlas, por ejemplo, escoltando la Avenida de Arcos, entre la rotonda de los Juegos Olímpicos y la de Biarritz. Su copa presenta un aspecto ligero y poco denso, debido al diminuto tamaño de los foliolos de sus hojas compuestas, que cuelgan de sus ramillas espinosas y, por lo general, péndulas, dando un aspecto casi transparente a su follaje. En estos días de comienzo del verano, las parkinsonias se muestran más hermosas que nunca, exhibiendo en sus copas sus racimos de flores con corolas de un intenso color amarillo salpicado de pequeñas manchas rojas.

La fragancia de las sóforas.

Una mención especial merecen las sóforas (Sophora japonica), árboles que jalonan muchas de nuestras calles y que crecen en casi todos los parques de la ciudad. Durante buena parte del año, estos árboles caducifolios que nos recuerdan a la falsa acacia, pasan desapercibidos. Sin embargo, desde primeros de junio, sus copas se cubren de pequeñas y delicadas flores de color crema amarillento, dispuestas en inflorescencias (panículas) que despiden un delicado y agradable perfume, mostrándose realmente hermosos.

Bajo las copas de estos árboles, el suelo de las aceras o de los paseos se alfombra literalmente de estas pequeñas flores, cuyos colores contrastan con el verde intenso de las hojas, ofreciendo así una hermosa combinación en estos días de comienzos del verano. En las aceras de la Ronda Este, o en las de la calle Santo Domingo (entre otras muchas) puede verse esta “alfombra de flores” y disfrutar de su aroma bajo el techo sombreado de las copas de las sóforas.



gualmente llamativos resultan en estos días los aligustres (Ligustrum japonicum, L. lucidum), que pueden verse también en toda la ciudad.

Desde comienzos de junio se visten con sus llamativas y olorosas inflorescencias, compuestas de cientos de diminutas flores de color blanco amarillento. En algunos árboles llegan a cubrir toda la copa, despidiendo una suave fragancia.



Distintas especies de acacias (“mimosas”) muestran también sus llamativas inflorescencias amarillas que, en ocasiones, llegan a cubrir literalmente la copa, ofreciendo entonces un aspecto espectacular. Así sucede, por ejemplo, en la Acacia karroo, también conocida como carambuco, que junto a la “fiereza” de las estípulas espinosas que posee en sus ramas, se cubre de densos ramilletes de flores amarillas. Más frecuentes en los alrededores de la ciudad y más raras en nuestros parques, estas acacias, junto a otras “mimosas” que crecen en los jardines y paseos arbolados (A. retinodes y A. cyanophylla, sobre todo) ponen una nota de color en estos días de verano.

Albizias, lagunarias, tilos…



Pocos árboles pueden presumir de flores tan vistosas y llamativas como la acacia de Constantinopla, especie también conocida como árbol de la seda (Albizia julibrissin). Sus flores, que alcanzan su máxima belleza a finales de mayo, están dispuestas en umbelas terminales y muestran sus numerosos estambres de un llamativo color rosa que va perdiendo intensidad a medida que maduran. En estos primeros días de verano, la mayoría de estos árboles muestran ya las flores con un aspecto menos vistoso y dejarán paso, progresivamente a unas legumbres que nos recuerdan a las del árbol del amor. Las lagunarias (Lagunaria patersonii), que eran muy escasas en nuestras calles, están siendo plantadas en los últimos años en muchos de los nuevos paseos. Esta especie, conocida también vulgarmente como “árbol del pica-pica”, podemos verla, por ejemplo, en la calle Porvenir, en Madre de Dios o frente a la Ermita del Cristo de la Expiración. Su copa es piramidal y densa y sus hojas son de un color verde pálido, con envés tomentoso entre las que resaltan, en estos días de inicio del verano, sus flores rosadas. Muy llamativas, estas flores son de mediano tamaño y se presentan solitarias. Por su forma nos recuerdan, salvando las distancias, a las del hibisco. En muchos de estos árboles las flores han dejado ya paso a los primeros frutos.



Espectaculares se muestran también en estos días los sauzgatillos (Vitex agnus-castus), un arbusto de la familia de las verbenáceas que llena su copa con hermosos racimos terminales de flores azules en estos días de comienzos del verano. Los vemos en San Joaquín, en la C/ José Cádiz o en el Parque de Puertas del Sur. En este mismo lugar las copas del pino carrasco (Pinus halepensis) muestran ya sus nuevas piñas, aún verdes que conviven junto a las del verano anterior. Pero sin duda, lo que más llama la atención en este parque, son los contados ejemplares de árbol de las llamas (Brachychiton acerifolius) que el paseante puede localizar desde la lejanía, entre la confusión del ramaje de la densa arboleda de este parque, por lo impactante de su floración que transforma su copa en una espectacular explosión de color. Las flores de este curioso árbol, traído a comienzos de los 90 del siglo pasado de los viveros de la Expo de Sevilla, son muy vistosas, de un intenso color rojo carmín, creciendo en racimos axilares que aparecen, habitualmente, cuando el árbol está casi sin follaje. Las pequeñas flores, acampanadas, de 1 cm de diámetro y con su cáliz glabro, tapizan literalmente el suelo del parque y de los paseos ofreciendo una hermosa escena.



Muy llamativos resultan también en estos días, los olmos de bola (Ulmus minor var. Umbraculífera) que crecen en muchas calles de la ciudad (Ronda del Pelirón, calle Fresa…) y que llaman la atención del paseante por la forma globosa. Si en invierno nos mostraba sus numerosas ramas delgadas, a comienzos de verano lo vemos vestido con un denso y apretado follaje que realza su llamativa copa esférica. Acabamos, para no hacer interminable esta relación, con los tilos (Tilia sp.) que aunque más escasos, están representados en las calles de la ciudad por distintas especies. Los de la calle Pizarro (Tilia x vulgaris), junto a la barriada de La Plata, nos muestran ahora las brácteas de color blanco verdoso que contrastan con el verde más intenso y oscuro de sus hojas y que aparecen una vez que ya se han perdido las flores. De estas brácteas cuelgan sus característicos frutillos globosos.

Volveremos en otoño a recorrer los campos, los bosques y las riberas “en torno a Jerez” para recrearnos en los frutos y en los colores con los que las hojas de los árboles y arbustos se cubren en esta estación.

Que pasen ustedes un buen verano.

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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 3/07/2016

15 junio 2019

Lugares de la memoria.
Un recorrido en recuerdo de las víctimas del golpe militar y la dictadura.




El pasado 14 de junio se conmemora en Andalucía el Día de la Memoria Histórica como homenaje a las víctimas del golpe militar  de 1936 y de la dictadura franquista.

Cuando hablamos de “Memoria Histórica” como explican claramente los colaboradores e investigadores de asociaciones como “Todos los nombres” o “Jerez Recuerda”, o como sostiene la plataforma para la Memoria Democrática de Jerez, estamos hablando, sobre todo, de justicia. En estos tiempos revueltos en los que se quiere pasar página apresuradamente, sin que haya dado tiempo a escribirla ni a leerla, en estos tiempos en los que no faltan quienes reinventan la historia a su capricho, conviene, antes que cualquier otra cosa, hablar de justicia y hacer justicia. Justicia a tantos nombres, que es decir personas, que es decir vidas, familias, recuerdos, memoria.

En los últimos años, grupos y asociaciones como las mencionadas, contando con el trabajo de familiares e investigadores, han ido construyendo y publicando una completa base de datos y poniendo nombre a las víctimas de la represión franquista en Jerez (1). Trabajos como el realizado por la Asociación para la Recuperación de la Justicia y la Memoria Histórica “Jerez Recuerda” (2), o el realizado por José García Cabrera y Cristóbal Orellana González (3), han aportado valiosos datos sobre centenares de víctimas.

Los Lugares de la Memoria.

Junto a los nombres de personas, los estudios realizados informan también de los lugares donde fueron asesinadas. Lugares que guardan memoria de aquellos episodios sangrientos con los que el golpe militar de 1936 llenó muchos rincones de la campiña. Para que tampoco se olviden. Son nombres ligados ya para siempre a parajes que fueron escenario de la injusticia y del crimen, “lugares para la Memoria”.

Con la finalidad de que no quedaran en el olvido, la Junta de Andalucía creó en 2011 la figura de Lugar de Memoria Histórica y el Catálogo de Lugares de Memoria Histórica de Andalucía (4). Como se indica en el Decreto de su creación, se entienden por tales “aquellos vinculados a hechos o acontecimientos singulares ocurridos durante la guerra ocasionada por el golpe de estado militar y la Dictadura franquista, desde el 18 de julio de 1936, fecha de la sublevación militar contra el Gobierno legítimo de la II República Española, hasta el 29 de diciembre de 1978, fecha de entrada en vigor de la Constitución Española”. Como se desprende de la normativa, la declaración de un Lugar de Memoria Histórica trae de la mano el “recordatorio y el reconocimiento de las personas que sufrieron violencia, vejación, persecución o privación de libertad por el mero hecho del ejercicio de sus derechos fundamentales, así como por la defensa del Estado legítimo, de las libertades y de la democracia” (5).

Como instrumento para su conocimiento, consulta y divulgación, se ha creado también el Catálogo de Lugares de Memoria Histórica de Andalucía. Entre 2011 y 2017, y por diferentes acuerdos del Consejo de Gobierno, se han incluido un total de 41 de estos emplazamientos, estando en estudio la declaración de otros 13 (6). En lo que respecta a la provincia de Cádiz los Lugares de la Memoria que por ahora forman parte de este inventario son la fosa común del cortijo El Marrufo (Jerez), el castillo de San Sebastián y los muros de Puerta de Tierra (Cádiz), escenarios de prisión y fusilamiento masivo, el antiguo penal de El Puerto de Santa María donde se hacinaron hasta 6.000 presos, el valle de la Sauceda, último lugar de resistencia republicana donde las 'operaciones de limpieza' dejarían un reguero de asesinatos, y la “fosa de las mujeres” de Grazalema. En referencia a este último lugar, las autoridades falangistas detuvieron a 15 mujeres, luego rapadas, paseadas y cruelmente asesinadas. En 2008 fueron rescatados los restos de un niño y 15 mujeres. Tres de ellas estaban embarazadas (7).

Lugares de la Memoria en Jerez.



Aunque no están incluidos en el inventario oficial, queremos traer aquí el recuerdo de algunos rincones de la ciudad y de distintos parajes de los alrededores de Jerez o diseminados por la campiña que guardan también la memoria de tantas víctimas. En todos ellos, como se detalla en los estudios ya citados, tuvieron lugar fusilamientos, desapariciones, torturas, prisión o internamiento de la mano de la represión franquista. En algunos de ellos mencionaremos, a modo de testimonio, el nombre de distintas personas que allí fueron asesinadas tal como se recoge en los trabajos de García Cabrera y Orellana González.

En el casco urbano son tristemente célebres lugares como las inmediaciones de la conocida Huerta de Terry, las tapias del cementerio de Santo Domingo o las explanadas cercanas a la Plaza de Toros donde fusilaron, entre otros, al viticultor Florencio Bustillo Moyano. En el entorno del Parque Scout está aún la fosa del cementerio de Santo Domingo. En La Rosaleda del Parque G. Hontoria encontró la muerte el albañil Carlos Rodríguez Alcedo y en el solar del antiguo Teatro Eslava o en los muros del Alcázar, junto a la alameda Vieja, fueron ejecutados muchos jerezanos como el camarero José Aguilar Heredia. Los alrededores de la Puerta de Rota fueron también triste escenario de la represión de ciudadanos como Francisco Acosta Gaitero, empleado municipal, al igual que sucedió en el cercano y conocido Pozo de la Víbora, en Picadueña Baja donde acabaron con la vida, entre otros, de Francisco Guerra Tenorio, periodista y escritor. En el Cuartel de Caballería fusilaron a Juan A. Marín Jiménez, maestro de la escuela de Montealegre, en el Picadero de Domecq a Manuel Salado González y en El Portal a Francisco López Tejero, ferroviario.

Los caminos y carreteras de entrada y salida de la población fueron también lugares elegidos por los sublevados para asesinar y hacer desaparecer en fosas improvisadas a muchos jerezanos. La Laguna de Medina, la Sierra de San Cristóbal, la carretera de La Barca o las cunetas de la carretera de Trebujena son algunos de ellos, como recordaba Manuel Soto, “Sordera de Jerez”, testigo de las matanzas en este último lugar (8).



En la Hijuela de Albadalejo se ejecutó a Juan mesa Ramírez, cajonero y otros muchos jerezanos fueron llevados hasta el tristemente célebre Rancho del Pescadero (junto a la actual Laguna de Torrox), situado en el tramo inicial de La Trocha, el antiguo y trágico camino de El Puerto, donde fusilaron y enterraron a tantos convecinos como al albañil José Arantave Ortegón. Junto a la Casa de Postas, cercana a Torremelgarejo, en la carretera de Jerez a Arcos, ejecutaron y enterraron en una fosa cuyo paradero se desconoce a veinte vecinos de Algar, entre los que se encontraban los miembros de su corporación municipal (9). En las cercanías de este paraje estaban las antiguas canteras y caleras de Torremelgarejo, un lugar donde hacer desaparecer con relativa facilidad los cadáveres de las víctimas.

Un entorno rural marcado por la represión.



Nuestro entorno rural no se vio libre de los crímenes de la represión franquista. En la Cañada de Tocina se dio muerte a Francisco Sánchez Fernández, en la Torre de Melgarejo a Antonio Morales Bernal, en el cortijo de El Majuelo al tonelero Lorenzo Montes Cerro y en San José del Valle, entre otros muchos, al agricultor Lorenzo Pérez Almagro.

En nuestro entorno serrano, al este del término, se prodigaron las ejecuciones: en Los Castillejos mataron a Francisco Pérez Fernández, en el cortijo de La Alcaría al hortelano José Romero Núñez, en los Montes de Propios a Manuel García Román, en la Ermita del Mimbral a Juan Durán Orellana, concejal del PCE… y a tantos otros. En este sector se encuentran también no pocas fosas que precisan ser localizadas e investigadas para que un día, puedan exhumarse los cadáveres de las víctimas allí enterradas. Como la que se encuentra en algún lugar del punto kilométrico 56-57 de la carretera de Cortes o la que se localiza en el cortijo de La Jarda, en el fondo de un barranco.



Pero sin duda, la más conocida es la que ubicada en El Marrufo, situada cerca de la capilla de este cortijo próximo a La Sauceda y al Puerto de Gáliz. Tras unas naves que aún hoy se conservan, en una pequeña pendiente sobre la que en tiempos pasados podía verse una pequeña cruz de hierro, se encuentra la fosa. Allí están enterrados los restos de mujeres y niños que fueron apresados en la aldea de La Sauceda (10). Declarado como Lugar de la Memoria de Andalucía, el cortijo de El Marrufo puede albergar en sus fosas los restos de más de 600 víctimas de la represión franquista y de los fusilamientos masivos que aquí tuvieron lugar entre noviembre de 1936 y febrero de 1937. Hasta el cortijo, que funcionó como un auténtico centro de tortura y exterminio, “llegaron camiones cargados de mujeres y niños, y hombres a pie, procedentes de La Sauceda. Por la noche, las mujeres eran sacadas de la capilla para ser violadas y fusiladas” (11). En su entorno existen varias zonas de enterramiento, donde en el verano de 2012 pudieron recuperarse los restos de 28 víctimas, 13 de las cuales pudieron ser identificadas y enterradas dignamente en el cementerio de La Sauceda.



Junto a El Marrufo, el cercano Valle de la Sauceda, a caballo entre las provincias de Cádiz y Málaga, fue también declarado como Lugar de la Memoria. El poblado de La Sauceda, emplazado en las laderas de la Sierra del Aljibe fue el último lugar de resistencia republicana. Allí se refugiaron numerosas personas procedentes de las poblaciones del entorno (Alcalá, Cortes, Jimena, Algar, San José del Valle, Ubrique…) que huían del avance de las tropas sublevadas. El poblado fue bombardeado, atacado y destruido por las columnas que procedían de Jerez al mando del Comandante Militar de la plaza, Salvador Arizón, de infausto recuerdo. Las 'operaciones de limpieza' dejarían un reguero de asesinatos que culminarían con los fusilamientos masivos de El Marrufo y otros lugares del entorno. Junto al antiguo cuartelillo de Puerto de Gáliz, una ladera conserva todavía el recuerdo de aquellos episodios siendo conocida como “Majá de los Muertos” (12).

Garcisobaco y Vicos.

No queremos terminar este recorrido por los Lugares de la Memoria sin referirnos a los cortijos de Garcisobaco y Vicos, que albergaron durante al menos cinco años (1936-1941) los “batallones disciplinarios de soldados trabajadores”, eufemismo con el que se encubrían los trabajos forzados de muchos republicanos represaliados retenidos durante años en estos lugares que funcionaron como “campos de concentración” (13).

En Garcisobaco, próximo a los Montes de Propios de Jerez, los presos trabajaron en la construcción de caminos forestales. En el cortijo de Vicos, donde se ubicaba una unidad militar dependiente del Depósito de Recría y Doma de Jerez, dedicada a la cría de ganado caballar, estuvieron detenidos numerosos jerezanos a la espera de Consejo de Guerra. Durante este tiempo realizaron tareas agrícolas o trabajos forzosos, como los caminos que unen el cortijo con la carretera de Arcos y Garrapilos.

Los investigadores José García Cabrera y Cristóbal Orellana han aportado numerosos testimonios de personas que estuvieron retenidas en estas instalaciones en el marco de un estudio que la Plataforma por la Memoria Democrática de Jerez ha remitido a la Junta de Andalucía para que el cortijo de Vicos, por todos estos motivos, sea declarado como Lugar de la Memoria (14).

Un recuerdo a Teófilo Azabal.

Entre los muchos nombres de personas que fueron ejecutadas en los primeros meses de 1936, queremos traer aquí, a modo de homenaje a todos ellos, el recuerdo de un maestro, Teófilo Azabal, que fue director del colegio Carmen Benítez e inspector de enseñanza primaria.



José Antonio Martín Pallín en uno de sus artículos (“Sin pasado no hay mañana”), dice refiriéndose a los maestros: “Resulta significativa la saña con la que se persiguió a los maestros que habían dedicado su vida a sembrar los valores de la cultura en las aldeas y ciudades de nuestra Patria” (15). Estas palabras están escritas a la medida de Teófilo Azabal, maestro y hombre de bien, de quien nos habló en diferentes ocasiones su hija Pilar, ya fallecida. Emocionada, nos contaba los días trágicos de la detención de su padre y de su fusilamiento. Ella era entonces una niña de cuatro años, la misma “niña” que se menciona en el Certificado de Defunción que aparece publicado en el citado trabajo de Jerez Recuerda (16). Nos hablaba Pilar de las peripecias de su familia en aquellos aciagos días, de su refugio en Los Albarizones. Y nos hablaba sobre todo de la emoción que sintió cuando, pasado el tiempo, tuvo ocasión de trabajar como maestra durante muchos años en el Colegio Nacional Carmen Benítez del que su padre había sido profesor y era director cuando fue fusilado en el Alcázar o la Puerta de Rota.

El Alcázar, el Pozo de la Víbora, Vicos, El Marrufo, La Sauceda, Casa de Postas, la Puerta de Rota, La Trocha… “Lugares de la Memoria” que dibujan un itinerario trágico, un largo camino de recuperación de la justicia y de la dignidad para con tantas víctimas, que tenemos que recorrer sin más demora. Sin esperar a que pasen otros ochenta años.

Para saber más:
(1) Una de las primeras publicaciones al respecto fue: Jerez Recuerda, “Las cifras de la represión en Jerez de la Frontera tras el golpe de estado militar de 1936: una aproximación” en Revista de Historia de Jerez, nº 13, 2007, pgs.137-180.
(2) Jerez Recuerda (2009): “Las cifras de la represión en Jerez de la Frontera tras el golpe militar de 1936: una aproximación” Editado por Jerez Recuerda en colaboración con la Delegación de Cultura y Fiestas del Ayuntamiento de Jerez.
(3) García Cabrera, J. y Orellana González, C. (Eds. y Coords.): Represión franquista y memoria histórica en la provincia de Cádiz, Publidisa, 2012.
(4) DECRETO 264/2011, de 2 de agosto, por el que se crean y regulan la figura de Lugar de Memoria Histórica de Andalucía y el Catálogo de Lugares de Memoria Histórica de Andalucía. BOJA Nº 158, 12 de agosto de 2011, P. 19.
(5) Idem, Art. 2.1. y 2.2.
(6) Acuerdo de 27 de diciembre de 2013, del Consejo de Gobierno, por el que se declaran treinta y cuatro Lugares de Memoria Histórica de Andalucía. BOJA nº 26, de 07/02/2014
(7) Información disponible en: http://www.juntadeandalucia.es/organismos/presidenciaadministracionlocalymemoriademocratica/areas/memoria-democratica/lugares/paginas/fosa-mujeres-grazalema.html
(8) Castaño Hervás, J.Mª.: Manuel Soto, "Sordera de Jerez": La elegancia del duende, Signatura Ediciones, 2005; citado por García Cabrera, J. y Orellana González, C.: Obra citada.
(9) Junta de Andalucía, Mapa de Fosas. Disponible en este enlace: http://www.juntadeandalucia.es/presidenciaadministracionlocalymemoriademocratica/mapadefosas/busquedaTumbas.cgj?codigoTumba=1102006&codigoProvincia=2
(10) Perales Pizarro, J.C.:El Marrufo, Fosa Común”, Diario de Jerez 17/05/2004.
(11) Fosa común del Cortijo de El Marrufo, Diputación de Cádiz: http://www.dipucadiz.es/memoria_historica/catalogo-de-lugares-y-senderos/FOSA-COMUN-DEL-CORTIJO-DEL-MARRUFO.-JEREZ-DE-LA-FRONTERA
(12) Junta de Andalucía, Mapa de Fosas. Disponible en este enlace: http://www.juntadeandalucia.es/presidenciaadministracionlocalymemoriademocratica/mapadefosas/busquedaTumbas.cgj?codigoTumba=1102004&codigoProvincia=2
(13) García Cabrera, J. y Orellana González, C.: Obra citada.
(14) Solicitud de Declaración del "Cortijo de Vicos" como "Lugar de la memoria". Plataforma por la memoria Democrática de Jerez. Redacción a cargo de José García Cabrera y Cristóbal Orellana González, Jerez 24 de enero de 2018.
(15) Martín Pallín, J.A.: Sin pasado no hay mañana, El País, 15 de junio de 2004
(16) Jerez Recuerda (2009):Las cifras…, Obra citada.


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 24/06/2018