Como algunos lectores recordarán, en distintas ocasiones nos hemos ocupado del estudio de diferentes piezas de nuestro patrimonio bibliográfico y cartográfico (planos, mapas, grabados)

que pueden ayudarnos a conocer cómo eran en el pasado los alrededores de la ciudad. En el artículo de hoy vamos a referirnos a un curioso plano que se conserva en el Archivo General de Simancas, fechado en
1755 y remitido por el cabildo jerezano al Marqués del Campo de Villar, ministro de Gracia y Justicia de Fernando VI. La obra lleva por título “
Plano del Camino proyectado llamado de Zigüeña. Desde la ciudad de Xerez de la Frontera al término de la ciudad del Puerto de Sta. María, como la de una calzada desde el referido camino al Río Guadalete en uno de los parages más caudalosos de él para Embarque y desembarque de los frutos y géneros para la Bahía de Cádiz, y el referido Puerto de Santa María” (1).

Este curioso plano refleja el proyecto del “
Camino de Sidueña”, entre la Puerta del Arroyo y el Puerto de las Cruces, límite de los términos de Jerez y El Puerto. Aunque no figura el nombre de su autor, creemos que puede atribuirse a
Pedro de Cos, maestro mayor de la ciudad en la década de los cincuenta del siglo XVIII, donde lo encontramos trabajando en las obras de la capilla del Sagrario en San Marcos y, posteriormente, dando fin al

edificio de la Panadería, que terminó en 1768 (2).
Del
camino de Sidueña se tiene ya noticia en los siglos medievales citándose en diferentes documentos de amojonamiento. Así, por ejemplo, en el realizado en 1434 en la Dehesa de los Buhedos de Garciagos, ubicada a ambos lados del arroyo de Guadajabaque en las cercanías de Torrox, se sitúa uno de los mojones “
…atravesando una entrada de marisma, que es de cara el camino de Çidueña". En este mismo paraje se menciona también la existencia de una “alcantarilla” (3).
Durante los siglos XVI y XVII los comerciantes vinateros no dejarán de denunciar el mal estado del camino de El Portal y las dificultades para el traslado de las botas, lo que favoreció en parte que algunos de ellos se establecieran en El Puerto de Santa María y Sanlúcar (4). Estas protestas se mantuvieron también en el siglo XVIII con el incremento de la exportación de nuestros caldos a través del embarcadero del Guadalete en El Portal, reclamándose la construcción de un nuevo camino o arrecife.
La construcción del arrecife o camino de Sidueña.
El origen del proyecto que refleja este curioso plano que hoy nos ocupa, pudo estar en la propuesta de obras de utilidad pública que el Ayuntamiento jerezano envió al Gobierno de la nación, y que fueron aprobadas por R.O. de 1-10-1754, entre las que
F. Sánchez Martínez destaca “
la construcción de un camino desde la ciudad al Puerto de Santa María, del que partiría un ramal hasta el embarcadero del Portal” (5).

Sea como fuere, el historiador
Bartolomé Gutiérrez nos recuerda que “
el día 5 de Abril del mismo año 1755 se dio principio á la obra del arrecife en Xerez para cuyo efecto vino D. Tomás Giraldino de la corte y para costearlo dio el Rey facultad de que se vendiesen 450 caballerías de tierra de los baldíos de esta ciudad y con efecto se ejecutó con asistencia del corregidor (que lo era el Marqués de Alcozebar) el dicho Don Tomás Geraldino y los Diputados
Marqués de Casa-Pabon y D. Juan Riquelme” (6). Apenas dos años y medio después las obras se terminaron "
en 23 de set. 1757 cumpleaños del Rey Fernando 6º, siendo Corregidor D. Nicolás Carrillo de Mendoza, marqués de Alcocebar, se celebró con fuegos artificiales, música etc. la conclusión de las obras del arrecife y muelle de Portal. En la memoria descriptiva de dichas obras, cabildo de 12 de Set, se dice entre otras cosas, que: "asimismo se registraba ya enteramente acabada y plantada una mui particular grande alameda que constituye un deleitable paseo, tomando principio desde la entrada de dicho arrecife y finaliza al cuarto y medio de legua en una platea inmediata al cerro que
nombran de los Frutos" (7). El historiador
F. Aroca Vicenti nos recuerda como las Actas Capitulares de 1757 recogen el momento de la inauguración y recuerdan que a la entrada del arrecife se colocaron “
las Reales estatuas de sus majestades… construidas con el mayor esmero y primor y colocadas en el sitio de la glorietta entrada del camino” (8). Veamos en lo que sigue los aspectos más relevantes que se reflejan en este curioso plano
La Puerta del Arroyo y la Fuente de la Alcubilla.
La salida de la ciudad se realiza por la
Puerta del Arroyo, abierta en 1500, conocida también como “
de la Alcubilla”, como figura en el plano (A). A su izquierda existía entonces un “
Pequeño Cuartel de Cavallería y Milicias” (B) adosado a la muralla, que por sus reducidas dimensiones debió ser un modesto puesto de guardia para controlar los accesos por esta parte de la ciudad. Hasta llegar a la Fuente de la Alcubilla, el arrecife dejaba a ambos lados “
hornos de ladrillos y tejas de particulares” (C) que ocuparon los terrenos donde en la actualidad se levantan la Gran

Bodega Tío Pepe y las antiguas viviendas de los trabajadores de Domecq. En este mismo entorno existieron siempre ladrilleras y tejares algunas de los cuales pervivieron hasta bien entrado el siglo XX. Así, en 1434 se mencionan junto a la cercana Puerta de Rota el Tejar de Antón García y el Tejar del Palomar, próximo a la Ermita de Guía (9). A mediados del XVIII el plano nos recuerda la presencia en el inicio de la Cuesta de la Chaparra del “
tejar de la Cartuxa” (D), junto al antiguo camino del Puerto (“la Trocha”), conocido entonces como “
de Buenavista” (G).

En la
Fuente de la Alcubilla (E), comenzaba el “
camino proyectado llamado de Zigueña” (H), que coincidía en su recorrido inicial con la que hoy día es la parte llana de la calle Cuesta de la Chaparra hasta la rotonda de Cuatro Caminos. En este lugar se iniciaba un gran tramo recto que cruzaba las Playas de San Telmo (coincidente con la actual Avenida de Blas Infante) y llegaba hasta el
Cerro del
Fruto (I), pequeña loma ya desaparecida, que se levantaba junto la actual rotonda del Balneario. A sus pies, el proyecto indica que se construyó una “
plazuela y arboledas” donde confluía “
el camino que va a la cuesta de San Telmo”. Como se puede ver, los principales ejes que organizan el actual trazado viario de esta zona de la ciudad tienen su origen en este ambicioso proyecto que cuenta ya con más de dos siglos y

medio a sus espaldas.
La “segunda Platea” y el “Cerro del Fruto”.
Algo parecido sucede con las “rotondas”, de las que tenemos aquí los primeros antecedentes en nuestra trama urbana.
Estas glorietas o plazuelas, serían también denominadas popularmente como “
plateas”, siendo la “
primera platea” la que estaba próxima a la Alcubilla, junto a la actual de Cuatro Caminos y la “
segunda Platea” al Cerro del Fruto tal como figura en el plano. “Platea” tiene aquí el significado antiguo de “
lugar amplio y espacioso”, “
plaza”, “
explanada”, “
patio” … que luego se emplearía para dar nombre al patio de butacas de un teatro.
Esta última acepción ha llevado a algunos autores a mantener la hipótesis de el origen del topónimo hay que buscarlo en la idea de que la loma del Cerro del Fruto servía de improvisado
anfiteatro natural para ver las antiguas carreras de caballos que en siglo XIX se llevaban a

cabo en las playas de San Telmo, siguiendo el trazado del arrecife (10). Otros incluso, mantienen esta misma idea aplicada a las carreras de motos que se llevaban a comienzos de los 70 del siglo pasado cuando se trazaron las avenidas del polígono El Portal, supuestos ambos, que como se ha visto no se corresponden con el origen de las “plateas”.
Con respecto al
Cerro del Fruto (paraje conocido también como
Cerrofruto o
Cerro Frutos), su nombre original fue el de
Cerro de los Frutos o de Frutos. Así se le denomina, por ejemplo, en las actas capitulares de 1757 en las que se alude a las obras del
arrecife del Portal, y en otras fuentes documentales (11). Aunque desconocemos el origen de este popular topónimo que ha permanecido hasta nuestros días, apuntamos la posibilidad de que se deba a
Juan de Frutos, carretero, propietario de tierras

próximas a la ciudad en el
Camino hacia la aldea del Portal -que pasaba por este lugar- cuyo nombre aparece en diferentes ocasiones en las sentencias de amojonamientos de 1524 (12). En todo caso, tanto el nombre, como el apellido Frutos eran comunes en el Jerez de los siglos medievales (13). Las lomas del Cerro de Frutos lindaban al norte con las
Hazas Cirujanas, tierras que en 1434 pertenecieron al
çirujano Alfonso Martínez, a quien deben este nombre que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX (14). Limitadas siglos más tarde por la traza del Ferrocarril, en parte de ellas se construyó la conocida barriada del MOPU.

A los pies del Cerro del Fruto, tal como se indica en el plano, se unía al
camino de Zigüeña otro camino “
que va á la cuesta de San Telmo” (K) que como el que venía desde la ciudad contaba con filas de árboles a sus lados, transformándose así en un “paseo” para el disfrute de los jerezanos. En la “segunda platea” o explanada situada junto al Cerro del Fruto se hizo, según se planeaba en el proyecto, “una plazuela -la “platea”- y se plantaron arboledas, probablemente de olmos o álamos, las especies más usuales en los paseos del XVIII (15).
A partir de este lugar (que se corresponde con la actual rotonda de El Balneario), el camino dejaba ya de estar arbolado y cambiaba su orientación hacia el este, en dirección a El Portal.
Camino de El Portal.
El camino seguía entre viñedos y olivares dejando a la derecha el
Guadajabaque y continuaba por un trazado similar al que tiene actualmente la Avenida Alcalde Cantos Ropero que cruza el

Polígono El Portal. Aunque este arroyo ha desaparecido hoy en día en este tramo, encauzado por los colectores urbanos, hasta mediados del siglo XX aún era visible en estos lugares, siendo denominado Arroyo de Morales.
A la derecha del camino, en un paraje próximo al que ocupó el antiguo Balneario, el plano nos muestra los viñedos (L) del
Casería de Sarzana. Algo más adelante, a la izquierda, figura

la
Casería de Vidauri, con su olivar, en las tierras ocupadas hoy por la Azucarera del Guadalete. El nuevo camino proyectado, con grandes tramos rectos, deja a la izquierda al
Arroyo de Aguabahaque, como también se conocía al Guadabajaque. Éste, nos muestra en su cauce una “
alcantarilla antigua, casi derruida” (V) por la que cruzaba el camino que se dirigía a los olivares de
Parpalana, que han vuelto a recuperarse en estos años. De una de estas antiguas alcantarillas da cuenta el profesor Juan Abellán en un interesante estudio sobre las estructuras viales en el Jerez del siglo XV (17).

Al llegar a las proximidades del Guadalete, el camino volvía a cambiar bruscamente su orientación, siguiendo hacia el sur, al encontrarse con el “
Camino q va desde la Cartuxa al Pto. de Sta. María” (N). Se corresponde este entronque con la actual rotonda de la Depuradora

donde se unía este camino, conocido como Cañada del Vado de los Hornos, que conducía hasta la Cartuja pasando por el actual emplazamiento de La Corta donde se cruzaba el río por el mencionado vado. Muy cerca de este cruce, el arrecife salvaba el Guadajabaque por un
puente de nueva construcción (O), de un solo arco y de una anchura aproximada -según la escala del plano- de 8 varas, de las que 5 correspondían al vano del puente (una vara= 0,836 m). En sus cercanías, a la izquierda del camino, se encontraba la Casería de La Palma, nombre que delata la existencia de alguna gran palmera. Este enclave, ya

desaparecido, se ubicó en las laderas situadas frente a la Depuradora, y aparece en el plano con gran olivar que se extiende en las laderas del pago de Parpalana.
Siguiendo el camino, y a la altura de las que hoy serían las primeras casas de El Portal, se trazó un ramal hasta el
embarcadero de El Portal (Q), el que durante siglos fuera el “puerto de Jerez”. Este tramo resultaba fundamental para el acceso de las carretas a los muelles por donde se embarcaban los vinos jerezanos y por el que llegaban desde la bahía otros muchos productos para el consumo de los jerezanos.
El antiguo emplazamiento del embarcadero se situaba muy próximo a actual salida del aliviadero de Torrox y a la Azucarera Jerezana. Aguas arriba de este punto desembocaba el arroyo Guadajabaque, como nos muestra el plano.
Desde el Portal a Sidueña por el olivar de Cartagena.

Desde El Portal, el camino continuaba en dirección a Sidueña dejando el Guadalete a su izquierda y cruzando las tierras del Olivar de Cartagena, cuya casería (R) quedaba entre el arrecife y el río, como muestra el plano. Este paraje se encontraba ubicado frente a la actual entrada del Rancho de La Bola siendo una propiedad de gran extensión que se extendía por la vega, colindante también por el sur con el arroyo Mata Rocines, que desembocaba en el Guadalete junto al olivar. Como nos recuerdan Pérez Fernández y López Amador, apenas un siglo atrás, en 1648, en este paraje desviaron los jerezanos el río hacia la boca del San Pedro por un canal de unos 500 m que se cerraría después en 1654, lo que supuso que los barcos volvieran a bajar por la Madre Vieja desde El Portal. En el antiguo olivar de Cartagena los dos brazos del Guadalete estaban muy próximos (apenas 500 m), lo que, junto a su cercanía al embarcadero de El Portal, hizo de este lugar el elegido por las autoridades jerezanas para que los barcos pasaran del cauce del Guadalete (conocido como Albadalejo en este tramo) al Salado (18).

Tras el
olivar de Cartagena, el camino cruzaba el arroyo de
Mata Rocines, también llamado del Carrillo. El “
puente de Matarrozocines” (S) era muy necesario ya que las furiosas crecidas de este arroyo hacían intransitable el camino. Aquí, el proyecto contemplaba

una obra mayor que la prevista para el paso del Guadajabaque (de un solo ojo), y en este caso se construyó un puente de tres arcos y 13 varas de largo. Los arcos laterales eran más pequeños (vanos de 2 varas), mientras que el central era mayor (4 varas). Este mismo puente, una vez construido, dio paso a finales de siglo al camino Real de Madrid a Cádiz y aún en la actualidad se adivina bajo el actual, los arcos de sillería del que se construyó en el siglo XIX para el paso de la carretera nacional.
Tras cruzar el arroyo el camino de Sidueña subía una pequeña cuesta hasta un puertecillo, lugar donde se separan los términos de Jerez y El Puerto y donde el plano se termina. Este paraje se

conocería como “
Puerto de las Cruces” al instalarse a ambos lados del arrecife, dos columnas con sendas cruces, que aún se conservan junto al acceso a los Depósitos de San Cristóbal (19).
Como dato curioso, traemos lo referido por el historiador
Bartolomé Gutiérrez, quien nos informa que a finales de mayo de 1756, durante la construcción de este tramo del camino, se produjo en este lugar un interesante hallazgo arqueológico al realizar los desmontes al pie del cerro de San Cristóbal

“
donde se hallaron cenizas y huesos de unas personas humanas, como puesta de lado, pero tendida y todo tan corrupto, que solo los dientes tienen la mayor consistencia… era de 7 piés de largo, el Sepulcro, muy poco más, y de media vara de ancho, tasada”. El historiador, que vivía en aquellas fechas e incluso llegó a ver aquellos hallazgos, informa que los sepulcros tenían “
dos piedras, á la cabecera una y otra á los piés, pero sin rótulos, y entre las cenizas que se encontraron, hallaron una moneda muy carcomida y corroída… Estaba esta moneda debajo de una teja que tenía como debajo de la cabeza y el sepulcro formado de piedra de cantería de la Sierra inmediata de S. Cristóbal y la cubierta de 3 piedras de la cantera de hácia Puerto real, estaba sobre el lado izquierdo, los piés al Oriente y la cara al Norte y junto se descubrió una forma de horno terraplenado y con varios huesos y cenizas y tiestos de barro, como de una olla sin vedrío, estaba delante del rostro este hornillo. A pocas varas de distancia se hallaron piedras de otros dos sepulcros como el dicho, pero desbaratados y terraplenados… Era la piedra de las Canteras de la próxima Sierra de San Cristóbal. Todo esto indica la vecindad á la Población de la antigua Asido, que poco más allá en la falda de Sidueña (de donde tomó el nombre de Pago) estuvo fundada. El Sábado 5 de junio se halló otro Sepulcro con la misma fábrica… y todos estos sepulcros está de oriente a poniente y los piés al nacer el sol” (20).

Desde el Puerto de las Cruces, donde terminaba el proyecto del camino de Jerez a Sidueña, el arrecife seguía en dirección a este enclave para llegar después hasta el Puerto de Santa María. El plano nos informa también de otros detalles técnicos del camino como su anchura (15 varas = 12,5 m), con pretiles laterales de una vara de alto. Su firme presentaba dos calzadas con una ligera pendiente lateral del centro hacia las cunetas para facilitar la evacuación del agua. Apenas unos años más tarde el firme del arrecife se hallaba ya deteriorado por el incesante tráfico de carretas hacia el embarcadero y fueron necesarias las primeras reparaciones… que tardaron décadas en realizarse. Pero esa ya es otra historia.