Por los Llanos del Valle.
Al encuentro de la berrea




Las carreteras secundarias, esas “carreteras con encanto”, poco transitadas, por las que podemos circular a velocidad moderada o parar en cualquier recodo del camino para disfrutar del paisaje, han tenido siempre para nosotros una especial atracción. Hoy les proponemos pasear por la que desde San José del Valle conduce al Puerto de las Palomas a través de un hermoso rincón: los Llanos del Valle.



Se trata de la CAP-0567, una carretera que hasta 1997 apenas tenía asfaltados cuatro kilómetros y que fue remodelada como alternativa a los caminos que quedaron inundados tras la entrada en servicio de la presa de Guadalcacín II. La ruta sigue, en su mayor parte, el trazado de una antigua vía pecuaria: un ramal de la Cañada de Albadalejo y Cuartillos conocido como “Cañada Real del Boquete o Llanos del Valle".

El Boquete y la Garganta del Valle.



La conocida Venta de “El Boquete” es la puerta de entrada a estos apartados parajes de los Llanos del Valle. En sus primeros kilómetros la carretera discurre por un terreno quebrado a través de la angostura que ha labrado el Arroyo del Valle entre los Cerros de El Boquete (izquierda) y Gurugú (derecha). Este arroyo, también conocido como Garganta del Valle o arroyo Jondo (en el mapa de Tomás López, 1787), es tributario del Majaceite y se forma por la unión de las aguas de otros cauces menores que discurren por los pequeños valles que se abren entre las sierras cercanas: arroyos de La Mirla, de Bujalance, de los Toreros, del Moro, del Majadal, de los Llanos del Valle…



Los topónimos de “El Boquete”, y de “Garganta del Valle” pueden estar relacionados con la estrechez del paso entre estos montes en cuyas laderas, junto a la cuneta de la carretera, afloran en muchos puntos los estratos rocosos de materiales cretácicos, fuertemente fracturados y plegados, que han dado lugar a estos relieves y que han sido erosionados por las aguas de estos pequeños cursos fluviales y quedan al descubierto.

Apenas hemos recorrido dos kilómetros cuando a la izquierda dejamos la entrada del hotel y restaurante El Acebuchal, donde se ha instalado también un campo de tiro. Se trata de nuevas actividades que van dando forma a la oferta de turismo rural a la que San José del Valle se está incorporando desde hace unos años. Frente a él, quedan las tierras del antiguo Rancho del Contrabandista. Por estos parajes veremos diseminadas entre el monte adehesado casas de labor, “ranchos”, pequeños cortijos...




Si hasta aquí el camino ha discurrido por entre lomas cubiertas de monte bajo, a partir del km 3 el paisaje se abre, especialmente en la margen derecha de la ruta, donde aparecen las suaves laderas de Sierra Labrada, topónimo que nos apunta el ya antiguo uso agrícola de estas tierras.

A la altura del Km. 4, llama nuestra atención a la derecha de la carretera, la entrada a la finca de Los Llanos del Valle.

En los pilares de la cancela, unos curiosos azulejos en los que puede leerse “Llanos del Valle, 1918”, dan pistas claras del origen de esta explotación agropecuaria, cuyo caserío se encuentra algo más alejado del camino, en las laderas de la Loma de los Poyales. Como dato significativo diremos que en el primer mapa topográfico de la zona editado en 1917 por el I.G.N., no figuran ni las casas ni el topónimo de esta finca que da nombre a todo el valle.


La carretera discurre ahora por un paisaje abierto, una gran llanada, que justifica el nombre de la Dehesa de Los Llanos del Valle. En ambos lados, y en especial a la derecha, en las faldas de la Loma de los Poyales, crecen extensos prados sobre los que pasta el ganado. Entre los km. 5 y 6 junto al camino, algunas casas de los colonos que tiempo atrás residían estas tierras, resisten el natural deterioro del paso del tiempo y guardan el sabor propio de la arquitectura popular. Décadas atrás, el antiguo IRYDA realizó parcelaciones en los Llanos para mejorar la explotación agrícola de estos terrazgos como indican los carteles, ya oxidados y descoloridos, que aún pueden verse junto a la carretera.

Por las faldas de Alazar.

En los pequeños cerros que por este lugar salpican el paisaje no faltan algarrobos, acebuches, lentiscos, o encinas, así como la vegetación propia del monte mediterráneo entre la que pueden verse también, criándose entre los prados y las arboledas, vacas, caballos, ovejas, cabras o toros de lidia. Estos últimos llamarán a buen seguro la atención del viajero al pasar junto a los campos de la Dehesa del Romero, (a la altura del km. 7, a la izquierda) donde un buen número de reses pastan entre acebuches y encinas entre las que se adivina también un tentadero.



A la altura del Km. 8 reclama nuestra mirada, a la izquierda de la carretera, una estrecha garganta que se forma entre las faldas de la Sierra de la Sal (cuyo nombre original era Alazar) y la de Las Cabras.



Se trata de dos formaciones calizas de edad jurásica cuya línea de cumbres es prácticamente horizontal debido a la peculiar disposición de los estratos rocosos que las constituyen. La Sierra de la Sal nos ha venido acompañando a la izquierda desde los inicios de nuestro recorrido, mientras que la de La Cabras nos escoltará a partir de este punto hasta las cercanías del Puerto de Las Palomas.



La garganta se conoce con el nombre Boca de la Foz (o de la Fox), angosto desfiladero labrado por el Arroyo de Bogas entre los estratos calizos de este gran lomo rocoso en forma de arco, que ha sido cortado a pico por las aguas. Llegados a este punto hacemos un alto en la carretera, junto a la entrada de las casas del antiguo cortijo de La Cortés Baja donde arranca la Cañada de Bogas o de Boca de la Foz.



Aprovechamos así para disfrutar del paisaje y dar un corto paseo de apenas un kilómetro por esta vía pecuaria que cruza toda la garganta y que en tiempos pasados era la vía de comunicación entre la Ermita del Mimbral (nudo de confluencia de otros caminos rurales) y Alcalá de los Gazules.



La cañada sirve de límite al Parque Natural de los Alcornocales, como indican los carteles que encontraremos en su recorrido, y que encierra en su perímetro el macizo rocoso de la Sierra de las Cabras, que queda frente a nosotros a la derecha.



Paseando por este antiguo camino, entre encinas y acebuches, cruzaremos el arroyo por antiguas “pasadas” y llegaremos hasta un descansadero donde aún se conserva el Pozo de la Fox, con sus tradicionales pilares labrados en piedra. En sus inmediaciones afloran los estratos calizos que nos revelan la naturaleza geológica de esta sierra y cuya orientación, casi vertical, dan a estos relieves su carácter abrupto.

A partir de este punto la vegetación se hace más densa y a medida que nos aproximamos a la angostura de la garganta apreciamos ya los farallones pétreos que se alzan en las paredes de la Boca de la Foz, donde no es extraño observar grandes rapaces y buitres sobrevolando estos parajes.

(Continuará...)

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Puedes ver otros temas relacionados en nuestro blog enlazando con Entornoajerez. Rutas y Paseos y Por los Llanos del Valle y el Puerto de las Palomas. Una carretera secundaria con “encanto” (y II)

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 20/09/2015

La virgen de la Merced.
Un recorrido por los azulejos devocionales de la campiña




En diferentes ocasiones nos hemos ocupado en ENTORNOAJEREZ de los azulejos devocionales y paneles cerámicos que encontramos en los cortijos, casas de viña y antiguas haciendas de olivar que se reparten por todos los rincones de nuestro término municipal o de otras poblaciones cercanas. Por sus valores artísticos, muchos de ellos constituyen notables muestras de los tradicionales talleres de artesanos ceramistas sevillanos y trianeros de los siglos XIX y XX y deben considerarse como elementos que forman parte del rico patrimonio disperso en nuestro entorno rural.

En última instancia, estos cuadros, paneles o retablos cerámicos, no son sino un testimonio de la devoción de los antiguos propietarios de los lugares donde los encontramos, representándose en ellos escenas muy variadas en las que no faltan imágenes de Cristo, de distintos Santos y, especialmente de la Virgen María. Hoy, día en el que se celebra la Virgen de la Merced, patrona de Jerez, hemos querido ofrecer a los lectores una muestra de algunos de esos azulejos devocionales dedicados a esta imagen.



Entre todos ellos, queremos destacar el panel cerámico que se encuentra en la fachada de la Capilla de los Caminantes de la Cartuja de Jerez. Instalado hace unos años, junto a otro del Cristo de la Defensión, está formado por 99 azulejos que tienen como motivo central la "Milagrosísima imagen de María Santísima de la Merced Patrona de la ciudad de Xerez de la Frontera", como puede leerse en el texto que figura al pie. En torno a esta imagen central se disponen 12 escenas en las que se relatan otras tantas intervenciones milagrosas de la Virgen. Es obra del pintor Antonio Muñoz Ruiz, de cerámicas Montalván donde trabajó a partir de 1943.


Más modestos son los paneles que encontramos en el Cortijo de Campo Real, en las proximidades de Jédula, o en el de Las Pitas, en los Llanos de Caulina. El primero, obra de los afamados talleres sevillanos Mensaque  Rodríguez y Cía.,  tiene como leyenda "Ntra. Sra. de las Mercedes"  y está integrado por 12 azulejos rodeados por una orla. El segundo, más sencillo, lo componen tres azulejos y está firmado por los célebres artesanos trianeros de Cerámica Santa Ana.


Por su simplicidad y belleza, traemos aquí la imagen de Ntra. Sra. de la Merced que puede verse en la fachada del cortijo La Mariscala, en la carretera de Trebujena, formada por tres azulejos (Cerámica Santa Ana). Más elaborada es la que se muestra en el hermoso panel cerámico que puede apreciarse en el cortijo de Martelilla, formado por 25 piezas.


También de 25 piezas es la composición que puede verse en el patio interior del cortijo de Frías, oculta en parte por las flores y ramas de una buganvilla. Más modesto, pero de hermosa factura,  es el panel cerámico de 12 azulejos que se sitúa a la entrada de la pequeña capilla del cortijo de La Torrecilla, en el Sotillo, ambos sobre este texto..


Como se ha indicado, la variedad de representaciones, formatos y composiciones de los azulejos devocionales dedicados a la Virgen de la Merced que encontramos en el entorno rural es muy amplia. Como contraste sirvan una de las más modernas y una de las más antiguas. La primera, corresponde a la zona central del retablo de la Capilla de los Caminantes de la Cartuja, dedicado a la Virgen. Obra de mediados del pintor Antonio Muñoz Ruiz, de cerámicas Montalván donde trabajó a partir de 1943, quien nos ofrece, en treinta y cinco piezas, una elaborada composición. La segunda, todo un prodigio de sencillez y armonía, se conserva en la fachada del cortijo de Mesas de Santiago. En un cuidado dibujo de sutiles y delicados trazos, nos ofrece una preciosa imagen en dos azulejos salidos de la afamada Cerámica Santa Ana.



También de Cerámica Santa Ana, y para cerrar esta muestra de azulejos devocionales que tienen como motivo central la imagen Nuestra Señora de la Merced, destacamos el panel de 12 azulejos del cortijo de Cabeza de Alcaide, rodeado por una hornacina y realizado en 1952 y una magnífica composición integrada por 68 piezas que puede admirarse en la pequeña capilla del cortijo de Tabajete.



¡Buen día de La Merced!

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 24/09/2015


Paisaje después de la batalla...




El mundo del vino, de la bodega y del viñedo lo ha sido todo para esta ciudad. Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurre en otros territorios, no ha sido tratado como corresponde y ha luchado duramente para mantenerse a flote, crisis tras crisis, "batalla" tras "batalla". Ha ganado muchas (algunas épicas, como el famoso pleito del Sherry...) pero ha sufrido también grandes derrotas, porque los jerezanos no hemos arropado lo suficiente a la que, durante siglos, fue la principal fuente de riqueza de nuestra ciudad y su principal seña de identidad. En los dos últimos años se ha venido librando una de estas luchas por mantener ese primer nivel al que deben estar nuestros vinos, nuestras bodegas, nuestros viñedos y sus paisajes. A lo que parece, y pese a la oposición de viñistas, colectivos ciudadanos, la mayoría de los grupos políticos y el Consejo Regulador, estamos perdiendo otra de esas "batallas" con la instalación de los 5 hiper-mega-extra-super-maxi aerogeneradores en Cerro Pelado y El Barroso.

La creación del Parque Eólico del Barroso y las instalaciones complementarias que trae consigo son a juicio de muchos, una grave amenaza al paisaje tradicional del viñedo jerezano y afectará (afecta ya) de manera muy negativa a uno de los rincones con mayor valor paisajístico del Marco de Jerez, a caballo entre los pagos de Macharnudo y Añina, que junto a los de Carrascal y Balbaína son -como es conocido- los de mayor renombre de nuestro paisaje vitícola.

Desde haceaños, el Marco de Jerez sueña con acceder al selecto grupo de los territorios del vino y del viñedo reconocidos por la UNESCO como patrimonio mundial, entre los que sólo catorce enclaves de países como Francia, Austria, Italia, Alemania o Hungría están incluidas. El viñedo de Jerez puede y debe aspirar a ese valioso reconocimiento porque frente a otros paisajes representados en el grupo anterior (Terrazas vitícolas, “Marquetería de viñas”, Mar de viñas”…) su singularidad radica en que en Jerez predomina lo que se ha denominado “ola de viñas”, con sus plantaciones en el sentido de la pendiente, que están representadas en el marco como en ningún otro lugar.



Este reconocimiento como patrimonio mundial de nuestro viñedo, por el que se trabaja, aportaría un enorme valor añadido a la economía del vino que se traduciría en empleo y en riqueza para nuestra ciudad y nuestras empresas, como sucede ya en la zonas que gozan de este reconocimiento. De ahí que, a nuestro juicio, las viñas (y las familias y/o empresas que las gestionan) van a ver claramente perjudicadas sus expectativas de futuro de no encontrarse alternativas ya que, con actuaciones como el parque eólico de El Barroso, se camina abiertamente en dirección contraria a la consecución de estos propósitos y nos vamos cerrando las puertas a un futuro que necesitamos que sea de otra manera. Para colmo, el citado parque no va a crear ni diez puestos de trabajo, frustrando la creación de otros muchos.



La instalación de este parque eólico es claramente incompatible con los valores e intereses del viñedo jerezano y supone un peligro para la tradición vitícola milenaria que Jerez y su viñas atesoran y que, desde hace años, las instituciones se afanan en proteger, tanto por su valor cultural y ecológico, como por su potencial económico y sus consecuencias en términos de creación de empleo.



No va a ser fácil convencer a compradores externos y visitantes sobre la importancia de este entorno natural privilegiado, difícilmente se puede luchar por el valor del precio de la uva, en medio de aerogeneradores, tendidos eléctricos (que con el eufemismo de líneas de evacuación esconden esa maraña de torretas y cables en medio delas viñas), transformadores, subestaciones, placas fotovoltaicas, carriles tradicionales asfaltados como autopistas, caminos ampliados, carreteras secundarias con cruces y ensanches y vallados... como las que se están instalando en la actualidad en el nuevo parque eólico del Barroso. Sus cinco turbinas de más de 120 metros de altura, que se situarán precisamente alrededor de la llamada “carretera de las Viñas”, supondrán una alteración sustancial de uno de los enclaves de mayor valor del Marco de Jerez.


Entre los muchos lugares donde podrían instalarse este tipo de parques, se ha autorizado en el que mayor impacto ambiental y paisajístico y, lo que es más importante, mayor impacto social, causa, como se puso de manifiesto en la marcha ciudadana de febrero pasado.



El vino, las bodegas y los viñedos deben seguir dando días de gloria a esta ciudad. Pero iniciativas como esta se pone la cosa cada vez más difícil. Con las iniciativas y renuncias de distintos grupos y partidos políticos y del Consejo Regulador ¿se está todavía a tiempo de hacer algo, pee al avance imparable de las obras? Ojalá.


Pozo Amargo.
El tiempo detenido.




Hace ya muchos años, cuando nos perdíamos por esas carreteras del rincón noreste de la provincia de Cádiz donde se unen la tierras de nuestras provincia con las de Sevilla y Málaga, paramos en la Aldea de Pozo Amargo, entre Puerto Serrano y Morón, en cuyas cercanías nace el río Guadaíra.


Íbamos a ver las Salinas del Concejo, un curioso paraje cercano también al lugar. Habíamos leído algunas cosas sobre el antiguo y famoso balneario que aquí se levantó, al amparo de sus salutíferas aguas y recordábamos la reseña que de este lugar hacía Madoz en su Diccionario a mediados del XIX. Aquella primera visita nos dejó ya para siempre “enganchados” a la Aldea y a su atmósfera de paz y tranquilidad, propias de otros tiempos.



Desde entonces he llevado a amigos y familiares en diferentes ocasiones, especialmente en verano, para disfrutar del verdor de sus arboledas, del colorido de las flores que primorosamente cuidan los vecinos, de la sombra de las moreras, del frescor de sus aguas sulfurosas que alimentan esa “piscina” a los pies del pozo centenario del que sigue manando un caño de agua, del ambiente tranquilo y sosegado de sus pobladores que charlan plácidamente en la puerta de sus casas, sin prisas, de la visita a su pequeña iglesia que amablemente siempre nos abre una vecina…




De su historia de más de dos siglos ha escrito nuestro amigo Juan Jesús Portillo Ramos, investigador, profesor e historiador que nos deleita con sus textos sobre las tierras de Puerto Serrano, Villamartín y otros rincones de la Sierra y que, en 2019, publicó en la editorial DSS Network, el delicioso libro “Aguas de Pozo Amargo. 200 años al servicio de la salud”, donde relata el proceso de construcción del antiguo balneario, que fue sin duda uno de los más innovadores a nivel nacional en el tránsito del siglo XIX al XX, en aquella época dorada del termalismo.
Los interesados pueden adquirirlo online en el enlace http://editorial.dssnetwork.es/.

Lo decía Paul Eluard: “hay otros mundos, pero están en este”.

Y pequeños paraísos cercanos donde sentirnos bien, en lugares cercanos que nunca visitamos. Como esta Aldea de Pozo Amargo, que es para mí como un oasis de paz y tranquilidad, cargado de historia, de esos en los que el tiempo se detiene y pasa más despacio. De esos que ya quedan pocos.




 
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