El mundo del vino, de la bodega y del viñedo lo ha sido todo para esta ciudad. Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurre en otros territorios, no ha sido tratado como corresponde y ha luchado duramente para mantenerse a flote, crisis tras crisis, "batalla" tras "batalla". Ha ganado muchas (algunas épicas, como el famoso pleito del Sherry...) pero ha sufrido también grandes derrotas, porque los jerezanos no hemos arropado lo suficiente a la que, durante siglos, fue la principal fuente de riqueza de nuestra ciudad y su principal seña de identidad. En los dos últimos años se ha venido librando una de estas luchas por mantener ese primer nivel al que deben estar nuestros vinos, nuestras bodegas, nuestros viñedos y sus paisajes. A lo que parece, y pese a la oposición de viñistas, colectivos ciudadanos, la mayoría de los grupos políticos y el Consejo Regulador, estamos perdiendo otra de esas "batallas" con la instalación de los 5 hiper-mega-extra-super-maxi aerogeneradores en Cerro Pelado y El Barroso.
La creación del Parque Eólico del Barroso y las instalaciones complementarias que trae consigo son a juicio de muchos, una grave amenaza al paisaje tradicional del viñedo jerezano y afectará (afecta ya) de manera muy negativa a uno de los rincones con mayor valor paisajístico del Marco de Jerez, a caballo entre los pagos de Macharnudo y Añina, que junto a los de Carrascal y Balbaína son -como es conocido- los de mayor renombre de nuestro paisaje vitícola.
Desde haceaños, el Marco de Jerez sueña con acceder al selecto grupo de los territorios del vino y del viñedo reconocidos por la UNESCO como patrimonio mundial, entre los que sólo catorce enclaves de países como Francia, Austria, Italia, Alemania o Hungría están incluidas. El viñedo de Jerez puede y debe aspirar a ese valioso reconocimiento porque frente a otros paisajes representados en el grupo anterior (Terrazas vitícolas, “Marquetería de viñas”, Mar de viñas”…) su singularidad radica en que en Jerez predomina lo que se ha denominado “ola de viñas”, con sus plantaciones en el sentido de la pendiente, que están representadas en el marco como en ningún otro lugar.
Este reconocimiento como patrimonio mundial de nuestro viñedo, por el que se trabaja, aportaría un enorme valor añadido a la economía del vino que se traduciría en empleo y en riqueza para nuestra ciudad y nuestras empresas, como sucede ya en la zonas que gozan de este reconocimiento. De ahí que, a nuestro juicio, las viñas (y las familias y/o empresas que las gestionan) van a ver claramente perjudicadas sus expectativas de futuro de no encontrarse alternativas ya que, con actuaciones como el parque eólico de El Barroso, se camina abiertamente en dirección contraria a la consecución de estos propósitos y nos vamos cerrando las puertas a un futuro que necesitamos que sea de otra manera. Para colmo, el citado parque no va a crear ni diez puestos de trabajo, frustrando la creación de otros muchos.
La instalación de este parque eólico es claramente incompatible con los valores e intereses del viñedo jerezano y supone un peligro para la tradición vitícola milenaria que Jerez y su viñas atesoran y que, desde hace años, las instituciones se afanan en proteger, tanto por su valor cultural y ecológico, como por su potencial económico y sus consecuencias en términos de creación de empleo.
No va a ser fácil convencer a compradores externos y visitantes sobre la importancia de este entorno natural privilegiado, difícilmente se puede luchar por el valor del precio de la uva, en medio de aerogeneradores, tendidos eléctricos (que con el eufemismo de líneas de evacuación esconden esa maraña de torretas y cables en medio delas viñas), transformadores, subestaciones, placas fotovoltaicas, carriles tradicionales asfaltados como autopistas, caminos ampliados, carreteras secundarias con cruces y ensanches y vallados... como las que se están instalando en la actualidad en el nuevo parque eólico del Barroso. Sus cinco turbinas de más de 120 metros de altura, que se situarán precisamente alrededor de la llamada “carretera de las Viñas”, supondrán una alteración sustancial de uno de los enclaves de mayor valor del Marco de Jerez.
Entre los muchos lugares donde podrían instalarse este tipo de parques, se ha autorizado en el que mayor impacto ambiental y paisajístico y, lo que es más importante, mayor impacto social, causa, como se puso de manifiesto en la marcha ciudadana de febrero pasado.
El vino, las bodegas y los viñedos deben seguir dando días de gloria a esta ciudad. Pero iniciativas como esta se pone la cosa cada vez más difícil. Con las iniciativas y renuncias de distintos grupos y partidos políticos y del Consejo Regulador ¿se está todavía a tiempo de hacer algo, pee al avance imparable de las obras? Ojalá.
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