Sin más pretensiones que las de acercarnos al conocimiento de algunos topónimos de la zona, vamos a ocuparnos, en nuestro recorrido de hoy por las campiñas gaditanas, de una serie de nombres de lugares que se relacionan probablemente con antiguos enclaves rurales de origen árabe.
Se ha aceptado tradicionalmente que el término cortijo puede derivar del “curticulum” latino y que los árabes usaban la voz “maysar” para referirse a estas propiedades rústicas. Este vocablo ha dado origen, entre otras, a las formas “machar” o “majar” que encontramos presentes en muchos de los nombres de antiguas aldeas y caseríos diseminadas por nuestras campiñas, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días. Como señala el profesor V. Martínez Enamorado, “distintos autores han interpretado el machar como un tipo de explotación agraria que no es suficientemente amplia para confundirla como un núcleo de población o también como na unidad agraria elemental” (1). A diferencia de la alquería (“qarya”), para la que se propone una cierta entidad de población y una unidad de propiedad, el cortijo árabe (“maysar”) es un núcleo de orden inferior, dependiente de una ciudad o alquería, destinado básicamente a la producción agropecuaria. (2)
Por la campiña de Jerez en busca de antiguos cortijos.
El profesor E. Martín Gutiérrez, en un pormenorizado estudio titulado “Análisis de la toponimia y aplicación al estudio del poblamiento: el alfoz de Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media”, da cuenta de buena parte de estos topónimos que pudieran estar relacionados con la existencia de antiguas alquerías o maysar de origen andalusí, mencionados ya en las fuentes documentales desde los siglos XIII y XIV, algunos de los cuales aún perviven, alterados en sus formas originales y castellanizados, pero conservando indicios de su primitivo significado (3).
Uno de los más conocidos es el de Macharnudo, que da nombre a un pago de viñas situado junto a la carretera de Trebujena, así como a la torre o “castillo” del mismo nombre que se alza en la viña El Majuelo, desde el que se domina un amplio sector de la campiña jerezana. Su nombre alude a un caserío o cortijo ubicado en un lugar “pelado” o “desnudo”, desprovisto de vegetación, aunque hoy día cubran sus laderas extensos viñedos (4).
Ha sobrevivido también en el tiempo el nombre de Majarazotán (o Majarrazotán), paraje situado en las proximidades de los Llanos de Caulina cruzado por los canales de riego del pantano de Guadalcacín y por la antigua traza del ferrocarril de la sierra. El profesor E. Martín plantea que pudiera tratarse del “mayar de Azotán, assultan, el poder, el rey", es decir, del cortijo del rey. Es posible que nos encontremos con bienes fundiarios que pertenecían al reyezuelo Abén Abit, que tal, como describe la crónica alfonsina, “era sennor de Xerez” en los momentos previos a la conquista” (5). Si bien ya se ha perdido, se cita en protocolos notariales del siglo XVI el topónimo de Majarabrahen (cortijo de Abrahén, nombre judío), en referencia a una propiedad en las proximidades del actual Cuartillo y pudiera estar vinculado a alguno de los primeros repobladores de la ciudad a quienes se repartieran tierras en esos parajes. (6)
Uno de los nombres más llamativos en relación con las antiguas aldeas de origen andalusí repartidos por la campiña jerezana es sin duda el de Majarromaque (7). Su sonoridad y su rareza encierran un hermoso origen: “el majar del yeqüero”. Con diferentes formas según las fuentes documentales (Majarrocán, Matharrami, Macharrama, Marrumaque…) (8), resulta cuando menos curioso que en estos parajes a orillas del Guadalete, persiste la misma actividad que hace mil años: la cría de caballos en las dehesas de Garrapilos y Vicos, junto a Majarromaque.
Otros topónimos relacionados con los anteriores resultan hoy de más difícil localización al no haber llegado hasta nuestros días dando nombre a un lugar concreto.
Sabemos de ellos porque figuran en el documento de deslinde de términos entre Jerez y Arcos, aprobado por Alfonso X en 1274. Son los de Machar Xebut, Machar Almidax (“camino trillado”) y Machar Allha, (próximos todos a la zona del actual cortijo de Vicos y a Jédula), así como el de Machar Haní (“lugar verdeante, o de color verde intenso”) más cercano al término de Arcos y en el mismo sector (9). Aunque desconocemos el emplazamiento de Machar Almidax sabemos que lindaba con Vicos y estaban unidos por un camino: “la carrera que ba de Mathaz Almida por Vico” (10).
En las tierras de El Puerto de Santa María.
En la campiña portuense encontramos la pista de otras aldeas de origen andalusí mencionadas en el “Libro del Repartimiento” de El Puerto de Santa María, fechado en la segunda mitad del siglo XIII. Se mencionan hasta trece alquerías, de las cuales las de al-Qanatir (El Puerto actual), Grañina y Sidueña eran las más relevantes. Junto a ellas, con un territorio muy reducido se encontraban dos “machares”: Machar Grasul y Machar Tamarit.
Aunque no ha sido posible determinar el emplazamiento exacto de ambos enclaves, puede afirmarse que se ubicaban en el entorno del paraje conocido como marisma de Los Tercios, una amplia cubeta natural, rodeada de lomas de suave pendiente, que se encharca en épocas de lluvia.
Este rincón de la campiña, también denominado como Hato de la Carne por ser en tiempos pasados el lugar donde pastaba el ganado, se encuentra en el sector oriental del actual término municipal portuense, lindando ya con tierras de Jerez.
De las fuentes documentales se deduce que el término de Machar Grasul, en el momento de su reparto, lindaba al Norte con Xerez y con la aldea de Grañina, al Oeste con las aldeas portuenses de Finojera y Bollullos y al Sur con al-Qanatir (la actual ciudad de El Puerto de Santa María) y con Sidonia (o Sidueña), ubicada en el enclave del actual Castillo de Doña Blanca, con la que lindaba también por el Este. Un posible emplazamiento de este “maysar” pudiera ser el pequeño Cerro de la Caldera donde han aparecido materiales de la época (11). El cerro se encuentra en el borde occidental de la marisma de Los Tercios, un paisaje en cuyos alrededores aún se conservan antiguas casas de viña como Los Chavicos, El Agostado o La Bodogonera. En cuanto al posible significado de este topónimo, algunos autores apuntan –considerándolo en la forma Machargazul -que bien pudiera referirse a un “maŷšar de los Ŷazūla”, una de las tribus bereberes establecidas en la zona y que dan también nombre a la población de Alcalá de los Gazules (12).
Las tierras de la aldea de Machar Tamarit quedarían más próximas a la Sierra de San Cristóbal, lindando al Norte con Xerez y Machar Grasul y al Sur y el Este con el término de Sidonia (13). Las laderas del antiguo cortijo de Pozo Lozano entre Las Beatillas y la autovía de Jerez-El Puerto son los parajes donde tal vez pudo asentarse esta alquería. El topónimo (tamarit o tamarite), presente también en otras provincias, podría estar relacionado con la existencia en sus alrededores de tarajes. Estos arbustos son frecuentes en la vegetación que acompaña a los arroyos de la zona y, especialmente, en el cinturón perilagunar de Los Tercios.
“Machares” en la campiña arcense.
En el término de Arcos debieron existir también con numerosos “machares”. De algunos de ellos tenemos noticia ya en 1258 gracias al documento en el que Alfonso X autoriza a la Orden de Calatrava a cambiar o comprar heredades a los lorigueros y menestrales de Sevilla (14), a quienes el monarca había hecho donación unos años antes de buena parte del término municipal de esta villa. Entre los cortijos mencionados aparecen los nombres de Machar Experem (referido a Espera), Machar Ruxca, Machar Fragos, Machar Almaay, Machar Halil, Machar Aznaz (Aznar?) y Machar Cancas Almoreira, Machar Alcavit… (15). Este último topónimo, que figura en otras fuentes como Machar Alcarix se ha querido identificar con la aldea que pervivió en época andalusí en el paraje donde se ubicó la ciudad romana de Carissa Aurelia.
Otro posible topónimo vinculado a estos enclaves rurales de la campiña arcense es el de Macharaví o Marcharaví (Majar + antropónimo árabe) que da nombre a un paraje situado entre el Arroyo Salado de Espera y la cuesta de Valdejudíos, en la entrada de Arcos desde Jerez, donde se asienta en nuestros días un extenso olivar.
En los campos de Matrera.
Una interesante relación de otros cortijos, granjas y pequeñas aldeas del rincón nororiental de las campiñas gaditanas es la que nos ofrece un diploma real, sellado en Brihuega en 1256, en el que Alfonso X hace concesión a la orden de Calatrava de la villa y el castillo de Matrera con todos sus términos. En la descripción de los límites del amojonamiento, aparecen interesantes topónimos donde no faltan los referidos a algunos de estos “machares” cuyo rastro aún puede seguirse 750 años después en los nombres actuales de ciertos parajes, montes y arroyos de esta zona. Así, aparecen en el citado documento los de Machar Caztalla, Machar Cuencas, Machar Palmet, Machar Saiar, Machar Alabran, Machar Carcaran. Se mencionan también en esta concesión los términos de Alvalat e Machar Huebli, que quedan excluidos de los de Matrera por donación del rey a don Alfonso Tellez (16).
El geógrafo José María Arenas Cabello, en un reciente estudio sobre “Los confines de Matrera” (17), realiza una documentada investigación sobre los topónimos que figuran en este documento alfonsí, identificando buena parte de estos “machares”. Así, siguiendo a este autor, Machar Caztalla podría relacionarse con el actual Cerro del Castellón, entre los cortijos de Abrajanejo y Atrera. A sus pies se encuentra la conocida laguna de Benajima, también de resonancias árabes. El nombre del cerro haría alusión a la existencia de una posible construcción defensiva en su cumbre. De Machar Cuencas y Machar Palmet, que debieron situarse en el límite del término de Arcos, no ha quedado rastros en la toponimia actual, si bien el segundo puede hacer alusión a un paraje poblado de palmitos, siendo frecuente (con esta forma o las de Palmete y Palmetín) en otros puntos de la provincia.
Aunque con pequeñas modificaciones, quizás el que con mayor claridad ha llegado hasta nuestros días es el topónimo relativo a Machar Saiar, que ha pervivido en el nombre del arroyo Zanjar, que vierte sus aguas al Guadalete en el embalse de Bornos. Para algunos autores el término saiar o sajar, se deriva del árabe sajra (peña o roca), si bien Arenas Cabello documenta otra hipótesis más sugestiva, vinculándolo al término al-šaŷar, que en sentido literal significa “el árbol” pero que, popularmente se aplicaba también a la higuera. El arroyo Zanjar o Sajar, sería así el “arroyo de las Higueras”. Curiosamente, en torno a estos parajes si abundan los topónimos (Campo, Pozo, Casa, Mesa…) referidos a las higueras. Machar Huebli, Machar Carcarán o Machar Alabran esperan todavía ser identificados con lugares concretos.
Resonancias de antiguos machares en otras localidades.
Sin pretender ser exhaustivos, y para no cansar al lector, terminaremos apuntando otros topónimos repartidos por distintos lugares de la geografía provincial que evocan también antiguos enclaves rurales de origen árabe. Así, en el repartimiento de Vejer se citan las aldeas de Almachar (“el cortijo”, “la aldea”) y la de Majafarta (“cortijo bien abastecido”) (18). Para este último topónimo se apunta otra interpretación: la aldea que está en un “montecillo hermoso” o en una “suave cumbre de colina”. (19)
Un nombre similar, Almarchal, lo encontramos actualmente en Tarifa. En las Dehesas de Almajar, se fundó Prado del Rey, en 1768. En Castellar pervive aún el de Majarambuz (o Majarambú), que da nombre a unos pozos y una dehesa, de actualidad en estos tiempos por su vinculación a las operaciones de venta de finca de La Almoraima. En Alcalá de los Gazules aún se conservan los nombre de El Majar de la Higuera y el Majar Largo… (20). Todos ellos no hacen sino confirmar que el legado andalusí sigue aún vivo, de alguna manera, en nuestras campiñas.
Para saber más:
(1) Gutiérrrez López, J.Mª y Martínez Enamorado, V.: “Matrera (Villamartín): una fortaleza andalusí en el alfoz de Arcos”. I Congreso de Historia de Arcos de la Frontera. Ayuntamiento de Arcos, 2003, p. 114-115.
(2) Abellán Pérez, J.: La cora de Sidonia, Málaga, 2004. P. 78.
(3) Martín Gutiérrez, E.: “Análisis de la toponimia y aplicación al estudio del poblamiento: el alfoz de Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media”, HID, 30 (2003), 257-300. De este trabajo hemos obtenido buena parte de los datos relacionados con el significado de los topónimos citados en la campiña de Jerez.
(4) Ibidem, pp. 263-264
(5) Ibidem, p. 269
(6) Ibidem, pp. 268-269
(7) Ibidem, p. 279,
(8) Ibidem, p. 279; Martínez Ruiz, Juan: “Toponimia gaditana del siglo XIII”, en Cádiz en el siglo XIII. Actas de las Jornadas conmemorativas del VII centenario de a muerte de Alfonso X el Sabio, Cádiz, 1983, pp 119-121; Mapa del IGN, Hoja 1048, edición de 1917.
(9) Martín Gutiérrez, E.: “Análisis de la toponimia…, op. cit., pp. 278-79; Abellán Pérez, J.: La cora… op. cit., p. 77; Martínez Ruiz, Juan: “Toponimia… op. cit., p. 119.
(10) Martínez Ruiz, Juan: “Toponimia… op. cit., p. 119.
(11) López Amador J.J., Ruiz Gil J.A. y Giles Pacheco F.: La huella de Al-Ándalus en El Puerto de Santa María, Cádiz. El Puerto de Santa María, 2011, p. 78.
(12) Martínez Enamorado, Virgilio.: Un país “que reporta todo tipo de bienes”. Revista Atlántica-Mediterránea de Prehistoria y Arqueología Social, 10, 2008, 375-398. Universidad de Cádiz, p. 384
(13) López Amador J.J., Ruiz Gil J.A. y Giles Pacheco F.: La huella de… op. cit., p. 78.
(14) “Alfonso X autoriza a la Orden de Calatrava a cambiar o comprar heredades a los lorigueros y menestrales de Sevilla en Chist”, 1258, en González Jiménez, M. ed., 1991: 227-228, nº 206
(15) Abellán Pérez, J.: La cora… op. cit., 2004. p. 77.
(16) “Alfonso X concede la villa de Matrera a la Orden de Calatrava”, 1256 en González Jiménez, M. ed., 1991: 198-199, nº 179.
(17) Arenas Cabello, J. María: “Los confines de Matrera. Una aproximación a sus límites a partir de la
toponimia, la cartografía histórica y otras fuentes documentales”. Arch. hisp. • 2012 • n.º 288-290 • pp. 13-39 •
(18) Bustamante Costa, Joaquín. “Toponimia árabe del cuadrante sudoccidental de la provincia de Cádiz”, en Janda. Anuario de Estudios Vejeriegos, 3 (1997), 27-42, 38.
(19) Martínez Ruiz, Juan: “Toponimia… op. cit., p. 107
(20) Inventario de Toponimia Andaluza. Tomo 2, Cádiz. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Centro de Estudios Territoriales y Urbanos. Sevilla, 1990.
(1) Gutiérrrez López, J.Mª y Martínez Enamorado, V.: “Matrera (Villamartín): una fortaleza andalusí en el alfoz de Arcos”. I Congreso de Historia de Arcos de la Frontera. Ayuntamiento de Arcos, 2003, p. 114-115.
(2) Abellán Pérez, J.: La cora de Sidonia, Málaga, 2004. P. 78.
(3) Martín Gutiérrez, E.: “Análisis de la toponimia y aplicación al estudio del poblamiento: el alfoz de Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media”, HID, 30 (2003), 257-300. De este trabajo hemos obtenido buena parte de los datos relacionados con el significado de los topónimos citados en la campiña de Jerez.
(4) Ibidem, pp. 263-264
(5) Ibidem, p. 269
(6) Ibidem, pp. 268-269
(7) Ibidem, p. 279,
(8) Ibidem, p. 279; Martínez Ruiz, Juan: “Toponimia gaditana del siglo XIII”, en Cádiz en el siglo XIII. Actas de las Jornadas conmemorativas del VII centenario de a muerte de Alfonso X el Sabio, Cádiz, 1983, pp 119-121; Mapa del IGN, Hoja 1048, edición de 1917.
(9) Martín Gutiérrez, E.: “Análisis de la toponimia…, op. cit., pp. 278-79; Abellán Pérez, J.: La cora… op. cit., p. 77; Martínez Ruiz, Juan: “Toponimia… op. cit., p. 119.
(10) Martínez Ruiz, Juan: “Toponimia… op. cit., p. 119.
(11) López Amador J.J., Ruiz Gil J.A. y Giles Pacheco F.: La huella de Al-Ándalus en El Puerto de Santa María, Cádiz. El Puerto de Santa María, 2011, p. 78.
(12) Martínez Enamorado, Virgilio.: Un país “que reporta todo tipo de bienes”. Revista Atlántica-Mediterránea de Prehistoria y Arqueología Social, 10, 2008, 375-398. Universidad de Cádiz, p. 384
(13) López Amador J.J., Ruiz Gil J.A. y Giles Pacheco F.: La huella de… op. cit., p. 78.
(14) “Alfonso X autoriza a la Orden de Calatrava a cambiar o comprar heredades a los lorigueros y menestrales de Sevilla en Chist”, 1258, en González Jiménez, M. ed., 1991: 227-228, nº 206
(15) Abellán Pérez, J.: La cora… op. cit., 2004. p. 77.
(16) “Alfonso X concede la villa de Matrera a la Orden de Calatrava”, 1256 en González Jiménez, M. ed., 1991: 198-199, nº 179.
(17) Arenas Cabello, J. María: “Los confines de Matrera. Una aproximación a sus límites a partir de la
toponimia, la cartografía histórica y otras fuentes documentales”. Arch. hisp. • 2012 • n.º 288-290 • pp. 13-39 •
(18) Bustamante Costa, Joaquín. “Toponimia árabe del cuadrante sudoccidental de la provincia de Cádiz”, en Janda. Anuario de Estudios Vejeriegos, 3 (1997), 27-42, 38.
(19) Martínez Ruiz, Juan: “Toponimia… op. cit., p. 107
(20) Inventario de Toponimia Andaluza. Tomo 2, Cádiz. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Centro de Estudios Territoriales y Urbanos. Sevilla, 1990.
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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 01/03/2014