Herederos de aquellos animales mitológicos del mundo clásico (centauros y gorgonas, quimeras y arpías, esfinges y unicornios) aunque con bastante menos literatura a sus espaldas, perviven también en la memoria colectiva del mundo rural seres fantásticos que, mucho más modestos

Además de compartir ese mismo “hábitat” de lo fantástico, si hay alguna característica común a todos ellos es que, desplegando su variada suerte de fieros atributos, pican, muerden, adormecen o envenenan a sus víctimas.

De aquellos animalarios medievales, perdido en los estantes del tiempo y del olvido, rescatamos hoy el mito del “alicante”. El lector avisado tendrá que tomar, en todo caso, las debidas prevenciones ya que este curioso animal, que puebla ese territorio misterioso donde la realidad se confunde con la imaginación, es una bestia muy peligrosa que puede morder y picar a quienes se adentran en sus dominios.
Por la sierra de Cádiz, a la búsqueda del alicante.
Todo empezó hace casi treinta años, en 1985, cuando preparábamos con Carlos Bel la “Guía Naturalista de la Sierra Norte” (1) recorriendo los rincones más escondidos de las serranías gaditanas. Fue entonces cuando oímos hablar por primera vez del “alicante”, un extraño animal en cuya pista nos puso nuestro amigo Adolfo Etchemendi, quien por entonces trabajaba como
Poco tiempo después, en las proximidades de Arroyomolinos, tuvimos la suerte de encontrarnos una tarde con S. T., un pastor zahareño quién nos aportó curiosos datos y dichos sobre las creencias populares en torno al “alicante”, nos puso al tanto de los riesgos a


Un enigmático animal.
Sobre este extraño animal se han publicado varios estudios entre los que destacamos el de José Gilabert Carrillo, “La alicántara, el alicante y el saetón” (2), una deliciosa investigación sobre algunos de estos seres de leyenda que pueblan nuestros montes, que recomendamos al lector curioso, y que nos ha sido muy útil para completar los datos que recogimos de primera mano en distintos lugares de la sierra de Cádiz. En la serranía de Grazalema y también en otros puntos de Los Alcornocales, el imaginario popular, asocia al “alicante”, mayoritariamente, con un reptil. Es curioso como cazadores, pastores, y lugareños (habitualmente personas mayores)
Algunos refranes serranos están dedicados a este curioso animal. Se dice por ejemplo que “si la víbora corriera y el alicante viera, nadie a la sierra fuera”, existiendo también la variante que afirma que “si el alicante viera y la víbora oyera, no habría hombre que al campo saliera”. Otro dicho, nos pone en la pista de que el alicante carece de patas: “si el alicante viera y corriera, nadie a la sierra fuera”. Entre las características físicas más destacadas de este “animal”, las diferentes descripciones parecen apuntar a una serie de rasgos que se resumen en: cuerpo
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alargado y cilíndrico, ápodo (o con patas muy cortas), desplazamiento reptante, peludo (en la mayoría de los casos), dentado… y -en muchas descripciones- ciego. Su principal mecanismo de defensa es la picadura o mordedura que, según las distintas fuentes, pueden llegar a ser

En la primera edición del Diccionario de la Lengua (1726) encontramos ya una completa y detallada descripción del “alicante” que refuerza algunos de los mitos que aún pervivían en el siglo XVIII en el imaginario popular definiendo a nuestro animal como “(…) Espécie de culébra conocida en tierra de Sevilla, corta como de vara y média, gruessa como la pierna de un hombre, la cabeza mayor de lo que corresponde á este tamaño. Tiene muchos dientes como colmillos de gato, la piel manchada de pardo obscuro sobre campo ceniciento, y en alguna se ha visto verde claro: las labores que forman las

Intentando aclarar el misterio
Como nuestros pacientes lectores
El diccionario de la R.A.E en su edición más reciente, abandona ya aquella descripción del animal que lo situaba en las fronteras de lo fantástico, definiendo al “alicante” como “especie de víbora de siete a ocho decímetros de largo y de hocico remangado. Es muy venenosa y se cría en todo el mediodía de Europa”. Para muchos autores, esta especie se identifica con la víbora hocicuda (Vipera latastei). Por su parte, el “Larousse” lo define como “víbora de unos 80 cm. de longitud, con un pequeño cuerno blando en el extremo del hocico. Tienen el cuerpo macizo y de color blanquecino, gris azulado o pardo con manchas de colores vivos. Son muy venenosas y viven en el Sur de Europa. Especie Vipera latastei y V. ammodytes”. Esta última especie es la conocida popularmente como víbora cornuda. Paz Martín Ferrero, en su Diccionario Rural

Distintas fuentes (2), añaden a la lista de “especies candidatas” a desbancar al alicante de la zoología fantástica, otros ofidios como la culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis), la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) o la culebra de escalera (Rhinechis scalaris). No faltan tampoco los que consideran que esta feroz serpiente, esta peligrosa bicha, esta temible “culebra peluda”, no es un reptil sino un


No nos resistimos a traer aquí el testimonio que sobre nuestro miserioso animal, aporta Mauricio González-Gordon, naturalista de gran prestigio, impulsor del Parque Nacional de Doñana y de la Sociedad Española de Ornitología. En uno de los capítulos del libro dedicado a W.H. Riddell, pintor y naturalista (5), cuenta González-Gordon que cuando era apenas un joven, visitaba a Riddell en su Castillo de Arcos y, en sus conversaciones, no faltaban nunca las referencias a la caza, a los avistamientos de aves, y a los animales en general. Riddell tenía también especial interés por esas otras especies faunísticas que poblaban la imaginación de los

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peluda era sencillamente una familia de Meloncillos, caminando en fila india, enganchados unos a otros para no perderse, como es costumbre en ciertos animales de monte bajo y espeso… Recientemente he comentado el asunto con Miguel Delibes y cree, como Riddell,
Pese a todo, cuando caminamos por parajes solitarios de la sierra, cuando nos adentramos en un bosque cerrado o paseamos por el monte, cada vez que escuchamos un brusco movimiento de ramas entre la espesura, nos parece sentir la cercanía de este fantástico animal. Entonces recordamos las palabras de M. González Gordon y de W. Riddell y, con una sonrisa, seguimos nuestro camino confiando en que, pese a todo, el mito y la leyenda del alicante no se pierdan.
Para saber más:
(1) Bel Ortega, Carlos y García Lázaro, Agustín (1990): La Sierra Norte. Guías naturalistas de la Provincia de Cádiz. Diputación Provincial de Cádiz. Pgs. 73 y 101.
(2) Gilabert Carrillo, J.: La alicántara, el alicante y el saetón, 2008. http://www.lacasadelarbol.es/4AAS.pdf
(3) Diccionario de la Lengua Castellana. Tomo I que contiene las letras A y B. Madrid, Imprenta de Frnacisco del Hierro. Impresor de la Real Academia, 1726. Voz “Alicante”, p. 212.
(4) Martín Ferrero, Paz.: El Habla de los pueblos de Cádiz. Diccionario Rural. Quorum Libros Editores, Cádiz, 1999
(5) VV.AA.: W.H. Riddell. Pintor y Naturalista 1880-1946. Caja San Fernando, Diputación de Cádiz y Asociación de amigos del parque Natural de los Alcornocales. 2002. Pg. 21-23
(6) Pese a la pervivencia del “mito” del alicante, resulta llamativo que no se recoja ningún relato ni alusión sobre él en la excelente publicación de J.A. del Río Cabrera y M. Pérez Bautista, Cuentos Populares de Animales de la Sierra de Cádiz, Publicaciones de la Universidad de Cádiz. Diputación provincial, 1998.
Procedencia de las ilustradiones:
(1),(2),(4) y (5): Fotografías cedidas por nuestro amigo Jose Manuel Amarillo Vargas.
(3) http://www.fotonatura.org/
(6) http://laciguenaexpress.wordpress.com/
(7) http://naturalezaenbailen.blogspot.com.es/2012/08/familia-de-meloncillo-en-burguillos.html
(1) Bel Ortega, Carlos y García Lázaro, Agustín (1990): La Sierra Norte. Guías naturalistas de la Provincia de Cádiz. Diputación Provincial de Cádiz. Pgs. 73 y 101.
(2) Gilabert Carrillo, J.: La alicántara, el alicante y el saetón, 2008. http://www.lacasadelarbol.es/4AAS.pdf
(3) Diccionario de la Lengua Castellana. Tomo I que contiene las letras A y B. Madrid, Imprenta de Frnacisco del Hierro. Impresor de la Real Academia, 1726. Voz “Alicante”, p. 212.
(4) Martín Ferrero, Paz.: El Habla de los pueblos de Cádiz. Diccionario Rural. Quorum Libros Editores, Cádiz, 1999
(5) VV.AA.: W.H. Riddell. Pintor y Naturalista 1880-1946. Caja San Fernando, Diputación de Cádiz y Asociación de amigos del parque Natural de los Alcornocales. 2002. Pg. 21-23
(6) Pese a la pervivencia del “mito” del alicante, resulta llamativo que no se recoja ningún relato ni alusión sobre él en la excelente publicación de J.A. del Río Cabrera y M. Pérez Bautista, Cuentos Populares de Animales de la Sierra de Cádiz, Publicaciones de la Universidad de Cádiz. Diputación provincial, 1998.
Procedencia de las ilustradiones:
(1),(2),(4) y (5): Fotografías cedidas por nuestro amigo Jose Manuel Amarillo Vargas.
(3) http://www.fotonatura.org/
(6) http://laciguenaexpress.wordpress.com/
(7) http://naturalezaenbailen.blogspot.com.es/2012/08/familia-de-meloncillo-en-burguillos.html
Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.
Puedes ver otros artículos relacionados en nuestro blog enlazando con El paisaje y su gente y Flora y fauna.
Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 25/01/2014
En este enlace pueden verse los numerosos comentarios que recibimos en su día sobe la "presencia del alicante en la sierra"
https://www.entornoajerez.com/2014/01/a-la-busqueda-del-alicante-tras-las.html
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