Las lagunas “perdidas”.
Humedales en torno a Jerez (2).




En otra entrada de este blog, hemos realizado recorrido por las lagunas más significativas de nuestro entorno, entre las que figuran las de Medina, Las Canteras y El Tejón, con el reconocimiento de Reserva Natural y por otras como Los Tollos y Las Quinientas que, aunque han sufrido graves agresiones en el pasado, están en vías de recuperación. El paseo que hoy proponemos para "celebrar" el día de los humedales" será también un viaje en el tiempo en busca de las huellas de antiguos humedales. De algunos de ellas se perdieron las pistas y ya sólo nos quedan sus nombres, otros dejaron de existir como tales y unos pocos aún perviven, aunque pasen desapercibidos ante los ojos del viajero que recorre nuestras sierras y campiñas.

Antiguas lagunas citadas ya en el Medievo.

Además de las ya citadas, para conocer aquellas lagunas que estaban presentes en nuestro paisaje rural durante el Medievo, nada mejor que guiarnos de la mano del laborioso estudio de investigación sobre el alfoz jerezano realizado por el profesor Emilio Martín Gutiérrez (1). En los siglos medievales se citan ya numerosos humedales repartidos por el todo el término, y si bien algunos se perdieron con el paso del tiempo de la mano de roturaciones y drenajes, otros han llegado hasta nuestros días aunque con nombres diferentes.



Así, por ejemplo, en el Prado de las Dueñas, junto a Mesas de Asta, se encontraba la laguna del Mortero que aún se mantenía con ese nombre hasta comienzos del siglo XX, muy próxima a las marismas de Asta. Se trata de una laguna estacional cuya cubeta fue utilizada como balsa de vertidos industriales por la Azucarera de Guadalcacín durante más de 30 años desde finales de los 60 del siglo pasado, si bien ahora se encuentra en vías de recuperación. En la Dehesa de Sepúlveda, próxima a la Dehesa de los Potros y al arroyo Salado (junto a la actual pedanía de Estella del Marqués) se hallaba la laguna de Torres y en este lugar se conserva también el topónimo de “majada de las Lagunillas”. Este humedal desapareció tras los drenajes que se realizaron para mejorar las tierras repartidas a los colonos de Estella a mediados de los 50 del siglo pasado. Hoy la veríamos junto a la carretera que une esta pedanía con el circuito a la altura de la Finca Los Potros.



Muy cerca de este lugar, en el buhedo de Garciago, junto al Salado, “existía también otra laguna en medio de la vega”, cuyo recuerdo aún puede rescatarse en las albinas y grandes charcas que se forman hoy día en este mismo lugar, en la urbanización Prados de Montealegre, próxima a Montecastillo.



En la Dehesa del Almirante, junto a la Suara, estuvo la laguna Seca, ya desaparecida, en las proximidades del Guadalete, en terrenos que hace décadas alteraron las extracciones de gravas y arenas.



En la Dehesa de Chipipe, junto a la de Rajamancera (de la que luego nos ocuparemos) se menciona también otra pequeña laguna que, a diferencia de aquella, aún se conserva en la actualidad junto al cortijo del mismo nombre y a la que se accede por la barriada rural de Cañada del León.

De la que no queda rastro es de la laguna de Albadalejo, ubicada en la Dehesa de los Carniceros, en los Llanos de Caulina y que identificamos con las zonas encharcadizas que se sitúan en los accesos a la autopista de Sevilla en las cercanías del Hato de la Carne, donde los años de grandes lluvias pueden verse también algunas albinas.

En el donadío de Torrox se menciona la laguna del mismo nombre que fue alterada y transformada la década pasada en un gran estanque con aliviadero vertiente al río Guadalete. En la Dehesa de Diego Mirabal, en la zona sur del alfoz, entre las tierras de Martelilla y El Guadalete, se tiene noticia de las lagunas del Somidero y de las Aves. Emilio Martín recoge también registros documentales de la presencia de esteros, albinas y una laguna, la de las Cabras en la Dehesa de la Fuente de la Zarza, camino de Puerto Real, en cuyas proximidades están también las marismas de Cetina.



En la Dehesa de las Quinientas Aranzadas se ubicaba la laguna del mismo nombre (de la que ya nos ocupamos la semana pasada) y próxima a ella, la laguna de la Isleta, junto a la Cañada de Medina, en la zona de Las Pachecas, un humedal estacional parcialmente desaparecido.

En el sector oriental del término, en la Dehesa del Alcornocalejo aún persiste laguna de Marimorena, a la que se hace referencia con diferentes nombres en fuentes escritas desde los siglos medievales. Por último, en las faldas del Picacho y del Aljibe, en los confines del término de Jerez y próxima ya a las tierras de Cortes, se menciona la laguna de los Taconeros. En estas faldas se conserva todavía el topónimo de las Taconeras (2) y el citado humedal podría corresponderse con la actualmente denominada Laguna del Moral, a la que se accede desde La sauceda en una interesante ruta senderista.



Nuestros humedales en el siglo XIX.

Durante la época medieval y más tarde, con las roturaciones de tierras comunales y de baldíos llevadas a cabo en los siglos posteriores, algunos de estos humedales desaparecieron. Aunque de manera estacional muchos de ellos seguían encharcándose en los periodos de grandes lluvias, lo cierto es que sus nombres se pierden, poco a poco, en la memoria de los lugareños.



Una prueba de ello son las reducidas referencias a las lagunas y humedales de nuestro término que recoge Pascual Madoz (3), en su Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España (1845-1850). Entre las citadas figuran la Laguna de Alcornocalejo, ubicada en el actual término de San José del Valle y que en otras fuentes (4) se conoce también como Laguna de La Oscuridad, próxima al cortijo del mismo nombre. El mismo Madoz, al describir los caminos desde Arcos hasta El Valle, nos ofrece una tercera denominación de esta misma laguna (aunque se cita como otra distinta) al afirmar que “…sigue el camino por carriles de arena hasta llegar al cortijo del Sotillo, y pasando por su encinal, se vadea a ½ legua la garganta del Valle y se pasa por la laguna de Marimorena; a ½ legua de la barca del Majaceite…”. Marimorena, Alcornocalejo y La Oscuridad son tres nombres de un mismo humedal que aún se conserva en este mismo lugar en un hermoso paraje visible desde la Cañada de Arcos a Medina.



Al referirse a las lagunas más conocidas del término de Jerez, Madoz señala que “…son las tituladas de Torrós, Medina, El Cuervo, Rajamancera, Gami, Torres, Alcornocalejo y Caños de Uza.” Así, a las ya mencionadas de Medina y Alcornocalejo, se unen la de El Cuervo (otra denominación de la ya citada de Los Tollos o El Tollón) y la de Torrós, que no es sino la actual laguna de Torrox o Torró, como también se la denomina en otras fuentes.



La de Rajamancera, ya desaparecida, se situaba a los pies del Cerro de los Caravantes, y estaba próxima a la barriada rural del mismo nombre, y cercana también a La Ina, en un paraje próximo al cortijo de La Campana, donde se ubica una pista de aterrizaje de ultraligeros. Aún se observa en este lugar, junto a la carretera, el canal de drenaje que canaliza sus aguas al Guadalete, pese a lo cual, en los años de intensas lluvias, vuelve a encharcarse el vaso de este humedal.

La laguna de Torres, ya comentada, ocupaba una pequeña cuenca junto a la Cañada de Garciagos y de Bornos, en la finca Dehesa de Sepúlveda, en la zona que actualmente está comprendida entre la finca Los Potros y Los Garciagos, a la derecha de la carretera que une Estella con el Circuito.

No está claro si la laguna de los Caños de Uza mencionada por Madoz, se corresponde con el lecho encharcable de un antiguo meandro abandonado del Guadalete, o un pequeño vaso lagunar que debió existir en las tierras que se extienden junto al actual cortijo de Caños de Usa o de Aduza, junto al Palmar del Conde, en los Llanos de las Villas. En la actualidad, en el seno de los dos meandros que el río traza en este mismo paraje, situados frente a El Portal y la EDAR, y junto a las Casas de El Torno, se siguen conservando dos pequeñas lagunas formadas en los fosos de dos antiguas graveras abiertas en los años 60 del siglo pasado, que se mantienen con agua durante todo el año, al haberse alterado la capa freática y que se han naturalizado como nuevos humedales.



De todas las mencionadas por Madoz, la más alejada de la ciudad era la de Gami, pequeña laguna ubicada en las vallonadas forestales próximas a la Loma de Gami y al arroyo del Parrón, entre las casas de Abanto y Gami. Este paraje se encuentra a unos 8 km del Puerto de Gáliz, en dirección al Mojón de la Víbora, ya en los límites del término lindando con los montes de Cortes.

Noticia de otras lagunas en el siglo XX.



Damos otro salto en el tiempo para poner la atención sobre un valioso documento elaborado en 1948 denominado “Clasificación de las Vías pecuarias del Término de Jerez”, acompañado de un detallado plano que hemos podido consultar (5). Se mencionan aquí los trazados de las cañadas de nuestro alfoz, encontrándose también en él referencias a no pocos humedales. Un siglo después del Diccionario de Madoz, este documento vuelve a citar las lagunas de ya reseñadas por el citado autor, haciendo también alusión a la Laguna del Rey. Ya desaparecida, esta laguna de notable extensión, estuvo situada entre las dehesas de Sianca y Doña Benita, en las proximidades de la actual barriada rural de El Mojo, colindante con la Cañada de los Arquillos o de la Cuesta del Infierno. Actualmente estaría rodeada por los aerogeneradores del parque eólico de Doña Benita, y en los campos de cultivo de esta finca, todavía se puede apreciar la depresión del gran vaso que ocupaba, transformado hoy en tierra de cultivo al ser drenado con un canalillo que pasa junto a la actual estación depuradora de El Mojo.

Otro de los humedales mencionado a mediados del siglo pasado por el citado documento es la Laguna de la Isleta, ubicada en Las Pachecas, junto a la Cañada Real de Lomopardo o de Medina, en las proximidades del conocido pozo de Matasanos.



Esta laguna tenía forma circular y dejaba en su interior una pequeña isla, siendo modificada con las parcelaciones que en los años 50 y 60 del siglo pasado se hicieron en el diseminado de Las Pachecas.



En la actualidad aún se encharca de manera estacional su antiguo vaso, que se adivina rodeado de tarajes entre las casas de colonos de esta barriada rural y la fábrica de cemento.

No se llega a nombrar en este documento, ni en otros anteriores, la pequeña laguna de La Calera, situada frente a la conocida Casa de Postas que encontramos al pie de la antigua carretera de Arcos, en las proximidades de la Torre de Melgarejo, y que si figura en el Mapa Topográfico Nacional (edición de 1917), como una de las de mayores dimensiones de la zona. En este mismo lugar se construyó hace unos años un gran aparcamiento de vehículos para el Circuito de Velocidad, pero en sus márgenes hemos fotografiado en diferentes ocasiones las albinas que se forman en los años lluviosos y que nos recuerdan la existencia de este pequeño humedal.

El Inventario de Zonas Húmedas de 1985.

Nuestro recorrido, siguiendo el rastro documental y geográfico de las lagunas y humedales en torno a Jerez, nos lleva a 1985 cuando se publica el Inventario de Zonas Húmedas Naturales de la Provincia de Cádiz (6), donde de los 45 espacios naturales que se mencionan, 14 pertenecen al término de Jerez. Entre las lagunas figuran las más conocidas y ya citadas (Medina, Tejón, Canteras, Tollos, Quinientas, Torrox, Rajamancera…), incluyéndose además otras dos no mencionadas en los anteriores documentos: las lagunas de Mesas de Asta y de Bocanegra. La de Mesas de Asta se identifica con la antigua Laguna del Mortero.

La de Bocanegra se corresponde con una pequeña cubeta encharcable, en las proximidades del Cortijo de Roa la Bota, y colindante con la carretera que une El Portal con la laguna de Medina, alimentada por el arroyo del mismo nombre. Junto a ella se ha construido recientemente una subestación eléctrica si bien, parte de su superficie se ha rellenado.



No queremos alargar más esta relación de las lagunas que fueron y se perdieron y de aquellas que continúan existiendo, pero lo cierto es que nuestra campiña guarda muchos rincones donde aún se conservan humedales poco conocidos pero no por ello menos valiosos. Es el caso, por ejemplo, de las pequeñas lagunas de Besana Larga y de Los Fosos, ubicadas junto a la Casa de Las Piñas en la carretera de Paterna, a unos 2 km del cruce de El Pedroso; o la de Las Caballerías, en la finca del mismo nombre, en las proximidades de Martelilla y del Mojo y que en los años lluviosos puede apreciarse desde la Cañada de Medina, “la Puerta Verde de Jerez” (8).

En su “Guía de lagos y humedales de España” (7), los profesores e investigadores Santos Casado y Carlos Montes lamentan las amenazas y dan fe de la desaparición de algunas de nuestras lagunas señalando, en pasado, que “…sobre sedimentos modernos de origen fluvial… pueden citarse las lagunas de Las Quinientas, de la Isla o de las Pachecas, y de Rajamancera, que existían en el borde meridional de las terrazas del Guadalete, al pie de lomas margosas entre las que discurre la llanura aluvial. La intensa transformación agraria que han sufrido los fértiles terrenos de vega ha desfigurado casi por completo las características naturales de estos enclaves palustres”.



Para saber más:
(1) Martín Gutiérrez, E.: La organización del Paisaje Rural durante la Baja Edad Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera. Universidad de Sevilla-Universidad de Cádiz. 2004.
(2) Hoja del Mapa topográfico Nacional 1063 de Algar).
(3) Diccionario Geográfico Estadístico Histórico MADOZ. Tomo CADIZ. Edición facsímil. Ámbito Ediciones. Salamanca, 1986. Págs. 14, 82 y 246.
(4) Como por ejemplo en el PGMOU de 1986.
(5) Clasificación de las Vías Pecuarias Término municipal de Jerez 1948. Ayto. de Jerez.
(6) Atlas Hidrogeológico de la provincia de Cádiz. Diputación Provincial de Cádiz. 1985.
(7) Casado de Otaloa S. y Montes del Olmo C.: Guía de los lagos y humedales de España. AMA. Junta de Andalucía. 1995
(8) VV.AA.: Inventario de Toponimia andaluza. Cádiz. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Sevilla 1990.


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar en Lagunas y Humedales, Toponimia, Rutas e itinerarios, Parajes Naturales, Humedales en torno a Jerez (1). Un recorrido por las principales lagunas cercanas a la ciudad. y
  • Humedales en torno a Jerez (y 3). Un recorrido por las lagunas salobres, marismas y balsas.



  • Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 7/02/2016

    Por el camino de Jerez a Arcos.
    Un recorrido en 1744.




    En “entornoajerez” nos gusta transitar por los carriles y antiguas cañadas de la campiña, por esos viejos y olvidados caminos en los que aún es posible descubrir algunos testimonios de la importancia que en el pasado jugaron en las comunicaciones entre poblaciones cercanas.

    En nuestro paseo de hoy nos vamos a trasladar a mediados del siglo XVIII, de la mano de un curioso manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional, dado a conocer hace unos años por el historiador Antonio Domínguez Ortiz. De autor desconocido, lleva por título “Descripción de caminos y pueblos de Andalucía”, y fue escrito en torno a 1744 como apunta José Jurado Sánchez, quien ha estudiado este interesante documento que nos permite conocer la estructura de la red viaria de buena parte de la provincia (1). Para ser fieles al texto realizaremos nuestro “viaje” partiendo de Arcos para entrar en Jerez por los “callejones de las viñas”.

    Cinco leguas de camino.



    La descripción del camino, saliendo de Arcos, comienza aportando unos datos generales sobre la distancia entre ambas poblaciones y las características del terreno que atraviesa: “Hay desde Arcos a Xerez 5 leguas. El terreno es bueno; a la media legua está poblado de olivar, dos leguas de tierra limpia de lavor y como 3 cuartos de legua poblados de viña y olivar, sin otro monte alguno, a lo que se sigue para entrar en Xerez unos callejones, como de media legua, formados de las cercas de viñas, olivares, etc.” (2)



    La distancia por carretera que hoy día hay entre ambas poblaciones es de 32 km, y algo menor (29 km) por la autovía de reciente construcción, por lo que las 5 leguas (unos 29 km) se aproxima bastante a la actual, aunque el trayecto, como veremos, se trazaba por distintos lugares. También el paisaje agrícola guarda algunas semejanzas y así, al salir de Arcos, tras bajar la cuesta de Valdejudíos las laderas de los cerros junto a la carretera están cubiertas en parte con el extenso olivar de Macharaví. Más adelante, en el camino hacia Jédula, también nos encontramos con amplias extensiones de tierra “limpia y de labor”, como a mediados del s. XVIII que pertenecen a los cortijos de La Torre, La Cantarera, Cortijo Nuevo, Jédula, ... Entre Vicos y La Peñuela, completando también las dos leguas que se apuntan en el manuscrito, se repiten las lomas de tierras de secano, apareciendo las primeras viñas en La Cartuja de Alcántara, lejos aún de la ciudad de Jerez, a diferencia de las de los callejones que se mencionan en el relato dieciochesco.

    El paso de ríos y arroyos.



    La red hidrográfica también está presente en esta suerte de “guía de viajes” ya que la eventualidad de tener que cruzar ríos y arroyos y la existencia de vados, pasadas o puentes era un asunto de vital importancia para un viajero. Así se indica que: “A la media legua hay el arroyo salado de esta ciudad (Arcos), que pasa por una puente pequeña de ladrillo y mampostería, es el mismo camino que se encuentra al principio del camino que va a Las Cabezas. Así mismo, a las 3 leguas y media se encuentra el arroyo que llaman del Gato, termino de Xerez; tiene su origen en las tierras que llaman Quartillos, que son pobladas de olivar y viña, y desagua en el arroyo de Sepúlveda. A las 4 leguas y media hay otro que llaman el Valadejo, tiene una calzada para pasarse, su origen en las marismas de Lebrija y Trebujena y desagua en el río de San Pedro".

    El arroyo salado al que se alude no es otro que el Salado de Espera, que cruza actualmente la carretera y la autopista en el punto conocido como Venta La Mina, un singular paraje así denominado porque desde mediados del siglo XIX y hasta comienzos del XX se explotó allí una mina de azufre. Este arroyo, que se une al Guadalete en las cercanías de la Junta de los Ríos, ha tenido siempre furiosas crecidas que lo hacían intransitable en la época de lluvias. No es de extrañar por ello que, al menos desde el siglo XVII, haya contado con pequeños puentes o alcantarillas para cruzarlo. En la actualidad aún se mantiene en pie la “puente pequeña de ladrillo y mampostería” a la que se alude en nuestra “guía de viajes” cuya visita recomendamos al lector.



    La alcantarilla del Salado, a los pies de los cerros del Guijo, junto a la antigua Venta La Mina, era también conocida como Puente de Valdejudíos, mientras que en otras fuentes es denominada como “alcantarilla de Matajaca”, o incluso como “alcantarilla de Jerez”. Al menos desde 1611 ya consta la existencia de un puente en este lugar del camino de Arcos a Jerez (3), así como otras referencias a su reparación y reconstrucción a lo largo de los siglos XVII y XVIII (4).

    Aunque en la Descripción no se hace mención a otros arroyos que el camino de Arcos debió también cruzar (los de Jédula, Arroyo Dulce y Canillas) sí que repara en el “arroyo que llaman del Gato”. Este arroyo, que figura ya en todos los mapas de los siglos XVIII y XIX, pasa hoy día desapercibido a los viajeros. Tiene su origen, como bien apunta el texto, en “las tierras que llaman Quartillos”, entregando sus aguas al “arroyo de Sepúlveda” que no es otro que el actual arroyo Salado de Caulina. La cabecera del arroyo del Gato la encontramos junto al cortijo de Alcántara, cercano a Cuartillo, donde una hermosa galería de olmos lo escoltan en su primer tramo. Curso abajo es embalsado en la zona trasera del Circuito de Velocidad y del Campo de Golf de Montecastillo, al que abastece de agua de riego. Canalizado después por un modesto desagüe abierto entre los aparcamientos del Circuito, se une al Salado de Caulina en las tierras de la antigua finca de Sepúlveda, que en otros tiempos dieron nombre a este último arroyo. Como se ve, el antiguo



    camino de Arcos en el s. XVIII, seguía a partir de la Torre de Melgarejo la traza de la actual Cañada de Bornos que discurra junto a la carretera que hoy en día comunica Estella del Marqués con el Circuito. Evitaba así el cruce de Los Llanos de Caulina que en aquel siglo era una tierra encharcadiza e inculta, cubierta por palmares y juncales, que sólo permitía su tránsito en la estación seca.

    Desde el arroyo del Gato, y ya a solo media legua de Jerez (algo menos de tres km), la “guía” nos indica que el camino se encontraba con otro arroyo que “llaman el Valadejo,” y que éste “tiene una calzada para pasarse”. El Valadejo (metátesis de Badalejo o Albadalejo), no es otro que el actual arroyo Salado de Caulina. El descansadero de Albadalejo (todavía conserva este nombre) es el paraje en el que se edificaría en parte el pueblo de Estella del Marqués, y el que daba nombre a este rincón de la campiña surcado por el arroyo Salado. Para cruzarlo existían dos puentes (como puede verse en todos los mapas de los siglos XVIII y XIX, ya que, en este lugar, junto a la actual Venta La Cueva y al Vivero Los Cántaros, el arroyo se bifurcaba en dos brazos, que volvían a unirse aguas abajo, buscando ya el Guadalete en un curso paralelo a la autopista.



    Como dato curioso (erróneo en este caso), el texto señala que el arroyo tiene su origen en las marismas de Lebrija y Trebujena, aunque en realidad procede de la confluencia de los pequeños cursos fluviales que bajan de la sierra de Gibalbín. Los altos de Montegil forman una divisoria que impide la comunicación de estas aguas con las de las marismas, que vierten ya al Guadalquivir. De gran interés resulta también la afirmación de que el Valadejo… “desagua en el río de San Pedro” en lugar de en el Guadalete, al que se une junto al Monasterio de La Cartuja, a la altura de Viveros Olmedo. La explicación de este cambio de nombre hay que buscarla en el hecho de que el Guadalete presentaba hasta mediados del s. XVII dos brazos en su estuario: el que desembocaba en El Puerto de Santa María, y el conocido como “madre vieja” o Albadalejo que en 1648 el Cabildo jerezano (bajo el auspicio de la cofradía de San pedro) comunicaron con un canal para darle salida a la Bahía de Cádiz en las cercanías de Puerto Real (5). Este brazo (que luego sería cortado) pasaría a llamarse desde entonces río San Pedro.

    Los cortijos del camino de Arcos a Jerez.



    Pero dejemos los arroyos y volvamos de nuevo al camino para fijarnos en los cortijos que describe esta “guía de viajeros”. Partiendo de Arcos, “…. A los 3 cuartos de legua está el cortijo de Yllena; a las 2 el de Jedala; a las 4 el de Melgarejo, y a la izquierda otro de Jedala, a las 2 leguas de esta ciudad; a 3 el de Bicos, a las 3,5 el de la Peñuela y a las 4 el de los Aziagos, y otros muchos que no son de nombre”.

    El cortijo de Yllena (o de Illena, en otras fuentes) ya desaparecido con este nombre (6), es el actual cortijo de La Torre oculto a los viajeros que circulan por la carretera, tras las lomas cercanas al cortijo de La Cantarera, a la derecha del camino. Por sus tierras aún se conserva la vieja traza del ferrocarril de la Sierra que comunica con la antigua estación de Jédula. Más adelante, tras dos leguas de recorrido, el camino de



    Arcos dejaba a ambos lados los cortijos de “Jedala”. Se trata de los actuales de Jédula (a la izquierda) y Jedulilla (a la derecha), ambos absorbidos por el casco urbano de esta poblada pedanía arcense, pero que hasta mediados de los cincuenta del siglo pasado aún podían verse aislados entre sus tierras de labor.



    Continuando el camino, y a una legua de ambos, estaba a la izquierda el de “Bicos”, actual cortijo de Vicos sede de la Yeguada militar, por cuyas cercanías atravesaba antes de llegar a La Peñuela. Este último fue siempre uno de los de más renombre de la campiña por la extensión de sus propiedades y por su poblado caserío. En el XVIII y hasta casi mediados del pasado siglo, las de La Peñuela fueron tierras de olivares, como



    lo fueron las de sus vecinos Alcántara y Cartuja de Alcántara, fundos todos que pertenecieron al monasterio cartujano, si bien en este último se plantaron también viñas. Por último, la “guía” menciona el cortijo de los “Aziagos”, el actual de Los Garciagos, donde en los años 80 del siglo pasado se construyeron el circuito de Velocidad y el campo de Golf de Montecastillo. En estas tierras de cerros cubiertos de monte bajo, se explotaron durante varios siglos canteras de caliza y de rocas de yeso para la fabricación de cal y yeso en sus conocidas caleras.



    Después de recorrer cinco leguas, el camino de Arcos entraba en Xerez por unos “callejones, como de media legua, formados de las cercas de viñas, olivares” cuyo trazado debió corresponder en parte con el primer tramo de la actual carretera de Cortes, a la salida de los puentes de Albadalejo que como se ha dicho estuvieron situados en el paraje en el que hoy se encuentra el puente de la autopista que conduce a Estella del Marqués. Aunque el camino descrito no coincide a partir de la Torre de Melgarejo con el que sigue la actual carretera de Arcos, hay que recordar que también existió otra variante, más directa, que cruzaba los Llanos de Caulina, si bien, como se ha dicho, en la estación lluviosa no podía ser utilizado.



    Así lo deja patente el conocido mapa de Tomás López (7) que ilustra este artículo y donde se reflejan las dos variantes de este camino centenario que hoy hemos querido recorrer como lo hicieron los viajeros del siglo XVIII.

    Para saber más:
    (1) Jurado Sánchez, J.:Descripción de caminos y pueblos de Andalucía”, Editoriales Andaluzas Unidas, S.A. Sevilla 1989.
    (2) Jurado Sánchez, J.:Descripción…” pp. 66-67. Todos los entrecomillados referidos a este manuscrito han sido extraídos literalmente de estas dos páginas.
    (3) Mancheño y Olivares, Miguel: Apuntes para una Historia de Arcos de la Frontera. Edición de María José Richarte García. Servicio de Publicaciones de la UCA y Excmo. Ayto. de Arcos. 2002. Vol. I. pg. 160.
    (4) García Lázaro, A. y J.: La alcantarilla del Salado. UN viejo puente con cuatro siglos de historia, www.entornoajerez.com, publicada el 27 de abril de 2012.
    (5) López Amador J.J. y Pérez Fernández E.: El Puerto Gaditano de Balbo. El Puerto de Santa María. Cádiz. Ediciones El Boletín. 2013, pp. 189-190
    (6) Pérez Regordán, M.: Nomenclátor de Arcos de la Frontera. El Campo. Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, 199, pp. 194 y 273.
    (7) López T.: Mapa Geográfico de los Términos de Xerez de la Frontera, Algar, Tempul y despoblados y pueblos confinantes…1787. En este trabajo hemos manejado la versión digitalizada por nuestro amigo Francisco Zuleta Alejandre conservándose otro original en el AMJF, C. 13, nº 27. 33 x 42 cms.


    Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

    Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar: Paisajes con Historia, En torno a Arcos, Carreteras secundarias.

    Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 5/11/2017

     
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